Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 21 de noviembre de 2012
Préstame tu luz
Préstame tu luz, la tuya, la que ilumina
con fulgores mi cercado todo, dándome las rojas alegrías que burbujean intensas
en el sol que redondea las armonías equidistantes en el humo danzante del amor.
Préstame tu luz, es el color del tiempo
donde aun me atrevo a amar, ilumina mi mirada que creí perdida en una lejanía
distante.
Te llamo hasta quebrar mi voz, por aso me
derramo en llantos y sangra mi corazón.
¡Préstame tu luz, la necesito!, mis manos
se angustian en el aire por el largo alumbrar del movimiento.
Quiero sentirla como se siente el agua
del puerto, pensativa, calmada.
La gozaré en un temblor de hojas en que
se paran gotas del cielo al suelo.
La quiero para soltarla al viento al son
de mis deseos, eres la luz de mis mañanas que aguardo entre mis cantos, risas y
sones de poemas que tú me inspiras, que caen sobre el papel como manchas
florecida del azar.
Dame tu luz, no me dejes en las sombras
entre las angustias, los deseos no cumplidos y el dolor de no tener la luz que
no se tiene y el gozo de esperar la que vendrá.
Quiero colmarme con la claridad que tú
tienes.
Vamos hacia ella los dos, nunca más
solos.
Mundo de dos, verdad de dos, verdad paradisíaca
iluminada por tu luz prístina y pura ya no mas días y noches solos.
Préstame tu luz la que abre mis caminos,
y pone en sus finales embarcaderos con alas, en un nido nuestro donde nos
encontramos con el alma y las manos, en suaves y aterciopeladas caricias y alegrías
en un final cierto en nuestro existir.
Préstame tu luz, mi cuerpo tiembla, es la
felicidad que esta ya cerca en su gran marcha subceleste, hollando nubes,
quebradas, roquedales, a una velocidad de luz de estrella desde las lejanas
constelaciones y mis ojos bien abiertos la esperan con frenesí y anhelos.
Es tu luz, la que buscaba, no luces
soñadas, sólo la tuya, la que ilumina mi vida toda y se expande luciendo en mi
alma su forma decisiva.
Me estremezco sólo de pensar que mi alba
iluminada en desatada prisa me transporta a tu mundo, amado mío en alas leves
hacia la felicidad del gran gozo de amar y ser amada.
La espera
La
espera, con infinita calma y paciencia, expectante, te busco como a una flor,
no lejos de la noche, mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío.
Hay
en la espera, un rumor a lila, rompiéndose.
Y
hay, cuando viene el día, una partición de sol con pequeños soles negros.
Y
cuando es de noche, siempre, una tribu de palabras mutiladas, busca asilo en mi
garganta para que no canten ellos, los funestos, los dueños del silencio.
La
espera, en ella he dado el salto de mí al alba, he dejado mi cuerpo junto a la
luz y he cantado la tristeza de lo que nace.
Soy
la silenciosa en el desierto, la viajera con el vaso vacío, la sombra de mi
sombra.
Sin
desesperación ni ahogos, sólo con penas profundas, te espero tan sólo por un
minuto de vida breve, único, de ojos abiertos que te ama en su mirar, danzando
de alegría entre flores pequeñas como palabras sentidas y dulces.
La
espera, desnuda en el paraíso de mi memoria, sin conocer el destino de mis
visiones, tengo miedo de no saber nombrar lo que no existe.
Salto
de estrella a estrella, de sombra en sombra, muero de muerte lejana, la que ama
al viento.
La
espera, mi memoria iluminada es como una galería donde vaga la sombra de lo que
espero.
No
es verdad que vendrá.
No
es verdad que no vendrá.
La
espera, no quiero ir tras tu búsqueda como sonámbula y transparente en nuestro
nido de hilos que tú dejaste y ahora rígido sólo me danzo y me lloro con tus
recuerdos doblemente sufrida en la memoria de aquí y de allá.
Y
en la noche un espejo de cenizas como una visión lejana refleja tu amado
rostro, en mi corazón de medianoche.
La
espera interminable, pasa lenta, con pausas dolorosas y en un canto
arrepentido, vigía detrás de mis poemas, me amordaza, me quiebra, me inunda de
llantos largos.
La
noche que fue de los dos, se dispersó con la niebla y quiero mirar tu rostro
una vez más hasta que se aleje de mí el miedo como un pájaro al borde filoso de
la noche.
Pero
el silencio sin ti es cierto y por ello mis palabras vuelan en el aire porque
estoy sola y escribo.
No,
no estoy sola, hay alguien junto a mí que tiembla.
Delicia
de perderse en la imagen presentida, voy en busca de quien soy, peregrina de
mí, voy hacia la que duerme en un país al viento.
Aflicción
Aflicción,
sentimiento que invade mi alma cuando no estás a mi lado por tu falta de amor
vibrante y único. No quiero sombras de amor sí la luz entre nosotros sin que divida
el zócalo del viento.
No
te quiero rezagado en mi camino, que en tus suaves manos me eleves a las nubes
altas contra el viento ya que eres el manantial de la dicha.
Aflicción,
la añoranza me lleva a pensar en tí, en tu mirada cálida que me hipnotiza como
un picaflor embelesado que adivina el pulso de mi sangre que entrega el secreto
de mi alma alucinada, despertando el recuerdo de nuestros sueños alcanzados.
Aflicción,
evoco tus palabras que trastornan y apuran mis sentidos más profundos y el
deseo de estar en tu isla encallada ya que hambrienta de amor soy una llama que
tu cuerpo reclama sediento de ternura.
Aflicción
de estar en nuestro lecho entibiecido con pena de sentirte lejos, extraño en mi
mente y en mi cuerpo la dulzura y tus gestos que trastornan mis sentidos.
Padece
mi corazón un miedo tibio que pasa lentamente en mis dedos batiendo el aire que
me sigue y me lleva hacia tí, amado mío.
Aflicción,
búscame en verdes alamedas de cristales porque mis versos, mis palabras de
amor, se anidan entre crisoles queriendo llegar a un gran espacio blanco donde
fulguren, brillen y guíen tus pasos hacía nuevas huellas.
No
te detengas nunca, cuando quieras, búscame, porque mis brazos forzarán el
hombro de la noche para que vuelvan tus labios a los míos.
Aflicción,
se mueven tus distancia, te acercas con la intención de fuerza de un amante
entre luces y sombras, de mundo y ser, de afán y tiempo, inverosímil tregua con
la dicha de no ser más errante por el tiempo.
Me
apaciento en tu valle y entre lirios y jazmines, desnudo tu luz en mis pupilas
y un soplo altanero, leve, estremecido, me entrega tu amor entre goces,
susurros, sonidos que hacen nacer en mi suelo hasta tu frente una hiedra de
amor estremecida.
¡Ven!
¡Te estoy esperando! ¡No más nostalgias en mi vida!, quiero despertar contigo a
mi lado, sentir tu piel a mi costado, recostando mis pupilas en tu contorno ya
cierto, no delineado mientras recorro un sol enamorado las largas avenidas de
tu cielo.
Aflicción,
no más pena, no más ansias, ni nombres recogidos de tu boca son color en la
música del viento.
Recordándome
Ausencias
de amor
Que
oprimen y fustigan el corazón haciendo que la sangre corra más aprisa entre
venas entrelazadas como tejidos con formas delicadas y posibles entre espacios
sin soledades.
Ausencias
de amor.
Que
como explosiva fuerza liberadora nos lleva a la realidad de querer que el
anhelo de amar nos arrastre a ese mundo alado, invisible en el que hay que
abrirse con el alma y las manos.
Ausencias
de amor.
¿Dónde
se esconden? ¿En qué espacios del más allá como espadas de aire nos somete en
nuestro pecho de aire?
Ausencias
de amor.
Denme
a beber la poesía en el raudal de inspiración del fragor de lucha en el día y
en la noche meditación duradera.
Ausencias
de amor.
Que
como rayos siempre fulguran llorando un llanto de tempestad, pon en mis versos
el tesoro de las alboradas de plata, de los mediodías de oro y de las tardes de
escarlata.
Ausencias
de amor.
Inspiren
mis versos de los rumores de los ríos y del zumbido del camoatí y de las
tradiciones que narra el viento al ombú secular.
Ausencias
de amor.
Guardados
en mi alma entre pedazos refulgentes con mi pasión total para sentirlos de a
poco vibrar en mi cuerpo, esperándote llegar.
Ausencias
de amor.
Silencio
azul, casi oscura noche, en las etéreas alas que descienden por diáfanas
escalas hasta fuentes con ritmos sin fin donde el amor nos inspira la llama sin
heridas, aliviada de dolores y resquemores.
Ausencias
de amor.
Te
necesito a mi lado en la soledad de mis días para reconfortarme y dejar libres
mis necesidades de tenerte junto a mí.
Ausencias
de amor.
No
quiero que la ausencia de tu amor perdido me adormezca mis pasiones y mis
anhelos y el recogimiento me lleve a que la voz de mi campana con lentitud las
notas del ángelus desgrane.
Ausencias
de amor.
No
quiero sombras que aneguen mi espíritu, sino risas, cantos, amor, despertando
de la nada entre vibrantes notas altisonantes, besándome mi cuerpo todo entre
sueños alados que en mis versos gira.
Ausencias
de amor.
Surgen
en luminoso arrobamiento, son caricias deseadas, besos suaves como miel recién
probada, abrazos temblorosos que todo mi cuerpo ansía, es la felicidad
inminente, de posesión lenta, al fin del paraíso.