Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 13 de septiembre de 2016
Oscuridad
Oscuridad,
densa, absoluta, misteriosa,
estoy
sumergida en una noche eterna.
La
negrura me envuelve
y puedo
percibir aromas, silencios,
espacios
llenos de vacíos y de olvidos.
Como un
torrente impetuoso
nace la
poesía en esa oscuridad total,
las
palabras se entreveran, danzan,
se
pueblan de imágenes,
repican
en ecos eternos
brotando
en la dulzura
de un
alma sola
inundada
de amor.
Me
tendí en la hierba y su fragancia
despertó
en mí
el
deseo de que surgiera la aurora
en mi
cueva oscura y sola.
Oscuridad,
caen sobre las cuerdas de la lira
mis
lágrimas que manan buscando así su luz
entre
mis recuerdos.
Oscuridad,
siento los rumores de los errantes vientos
cuando
en el manto de mis hojas
tiemblan,
se truecan en vagos y medrosos temores.
En esta
oscuridad absoluta
recojo
por la noche
las
gotas puras del rocío trémulo
para
poder llorar a los que quise
con
lágrimas del cielo.
Estoy
en una soledad muda
y
sombría que a todos los rincones solitarios
llevo
mis recuerdos del pasado.
Estoy
en la oscuridad como una casa abandonada.
Los
versos lloran en la lira que se quedó sin cuerdas
y en
este oscuro mundo busco un árbol
donde
protegerme.
Vengan
a mi mente, pobres estrofas
que
anidadas en las frases
hilvanan
poemas de amor.
Venid
estrofas de amor
y que
algún día surja la luz
para
escribirlas con toda mi imaginación
como si
fueran cartas para mi amado.
Oscuridad
desolada y triste
eres un
luto negro en mis recuerdos
envolviéndome
en mi propia sombra.
Desde
que me interné, el oscuro mundo
me
atrapó y mis poemas vagan sin rumbo,
traídos
y llevados por el tiempo.
Sólo un
sonido llega, transparente como una gota
que
consigue penetrar en el secreto
del
corazón, cuyos latidos lloran
por
todos los que quise y me quisieron.
Espero y desespero
Espero.
En las noches silenciosas y oscuras,
pienso
en ti que te has ido a hurtadillas
entre secreteos malsanos y tristes
a
otros amores que te buscaban sin cesar.
Me olvidaste,
yo no te olvidé,
recuerdo cada instante de nuestro estar
juntos,
amándonos con tal intensidad
que el día se volvía de noche y la noche día.
Desespero.
Sí,
desespero por no haberte podido decirte
¡adiós!,
todo sucedió en silencios prolongados y
dolorosos,
sin
una palabra aún fingida de falsos sentimientos,
dejándome adolorida y triste,
mi
corazón sangrante y las estrellas fugaces lo traspasaban
llevándome a ese mar interminable de lágrimas
tristes.
Espero.
Siempre te llevaré dentro de mí,
recordaré los dolores y las alegrías
mientras el mundo se me hace nada,
te
busco en mis recuerdos mientras te amo en mi soledad
y acuno las canciones
que me
cantabas despacito haciéndome sentir amada.
Desespero.
Y sueño que todas las noches vienes a poseerme
y te
pido que me digas donde acaba el hilo negro
y donde empieza el blanco
y para olvidarte aprieto los dos hilos con
las manos
en
espera de que el negro se vuelva blanco
y tú
desaparezcas de mi vida
y poder reponerme de este dolor sofocante que
me asfixia
y no me permite amar otra vez
sanado mis heridas aún sangrantes.
Espero.
Mientras espero nuevas ilusiones,
esperanzas,
amores nuevos,
escribo versos,
poesías,
prosas que desgarran mi alma,
en
intentos imprecisos,
versos
que simulan estrofas,
como el primer verso que tú inspiraste,
pero sin ti,
mi
numen vaga por altos horizontes
porque
tú eres la poesía que se perdió.
Desesperó.
Amor,
entre la magia y el misterio de la vida,
vuelo hacia ese pasado del cual ya estamos
alejados,
deseo parar el tiempo,
me fundo con la oscuridad y no la veo,
te
imagino conmigo buscándome.
Espero.
Ya no con anhelos e ilusiones que vuelvas a
mí,
sólo
espero con infinita paciencia
que
poco a poco te olvide,
te vayas de mí y así poder amar otra vez
con calidez de alma pura
y podré mirar el cielo llevando dentro de mí
el silencio del mar,
el fragor de la tierra, la música del aire.
Mi pensamiento me llevará lejos,
hacia
litorales desconocidos, horizontes iluminados.
Percibiré el leve crujido de la naturaleza
que me rodea,
amaré
y buscaré la paz
como
única esperanza y fuerza en mi vida
y te encontraré a ti,
la estrella que brillaba en el cielo para mí,
la que
yo no veía pese a que la noche era clara
y traía la luz a mi alma con un amor
verdadero y único.
Me entrego a ti mi amor
Me entrego a ti mi amor,
te busco y anhelo
tu presencia a mi lado.
Mi piel tiene el sabor de miel
de tus besos y mi cuerpo
clama excitante
que vengas a mí y me amas.
Me entro a ti,
con mi alma deseosa de amor,
ahora, en este instante, ya,
sin esperar en vano al vacío
absoluto
sin el encuentro de nuestros
cuerpos unidos
como uno solo,
entre besos,
caricias, ternuras,
mimos de ansiedad compartida
de llegar juntos a culminar
como si estuviéramos
en nuestro Paraíso terrenal.
Me entrego a ti,
mi amor,
con toda mi pasión,
mi ardor otoñal,
con mi cuerpo aún deseoso
de ser poseído por ti.
Cuando estamos juntos
volamos hacia la inmensidad del
horizonte
bajo la luz de las estrellas
que iluminan cada momento del
amor
que nos une, nos estruja,
nos hace explotar con dulzuras,
con besos profundos,
casi sin ruido algunos,
otros melodiosos que piden más,
mucho más.
Me entrego a ti,
mi amor,
avivas mis deseos de ser tuya,
enteramente tuya y mi virginidad
te entrego en cuerpo y alma.
En nuestro lecho de amor,
entre azahares,
rosas, amapolas,
verdes lotos recién nacidos
hicimos el amor con pujanza,
entre impulsos tanto esperados,
con vaivenes de entrelazos,
como con abrazos y suspiros
levemente
respirados entre besos
que nos llevan a nuestro mundo,
sólo nuestro.
Me entrego a ti,
somos dos en un cuerpo y dos
almas,
entregados al amor con
intensidad,
plenitud, alborozo, alegrías y
risas sin fin.
Bailo entre tus brazos,
mis caderas sin quererlo se
mueven solas,
bailando como si estuvieran
en las mil y una noches.
¡Qué felicidad!
¡Soy toda tuya!,
sólo tuya,
bajo el arco iridiscente
de la bóveda celeste que nos
acoge
secretamente en nuestra íntima
soledad.
Me entrego a ti con regocijo,
sin pudores, ni tabúes,
con toda mi ternura,
mi amor, mi dulzura,
enamorada de ti como de la vida.
¡Te amo!
Te esperé durante mucho tiempo
pero por fin me encontraste
con todo el arte de tu seducción,
tus palabras fueron sin saber
la caricia al interior de mi
mundo
haciendo remover en mi cuerpo lo
dormido,
lo que se había detenido en un
lapso de la nada.
Vivamos tan sólo el Hoy,
es el que no unirá por siempre.