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viernes, 16 de septiembre de 2011

Furia ciega



Furia ciega, forjada en un instante de dolor, al ser herida en mis sentimientos y de pronto se juntaron en una cadena total las emociones que lastiman y hacen llorar al alma entera dejando cicatrices que, quizás, no puedan desaparecer.
Furia ciega, el ser en el que yo creía, el amado, no era transparente ni diáfano, sólo jugaba con mi amor y con rabia y violencia como un viento alocado o un huracán tempestuoso mi alma se transformó en una roca, en un suelo impenetrable, incapaz de volver a anhelar sentimientos puros.
Furia ciega, mis labios herméticos ya no claman por ti, arrebataste mi vida, con saña ciega, dejándome en un derrumbe total, entre sombras y oscuridades, sin más preguntas y deseando olvido.
Mi ira desaparecerá por tierra firme, con ciencia de equilibrista y piruetas suspendidas, sin peligros, tendida al borde del abismo, sin caer, esperando quien cure mis heridas.
Mi alma en pedazos, lentamente vuelve a unirse en una sola, la mía y se anima a continuar soñando, esperando el amor sano, verdadero y total, tierno como tréboles en flor.
Se irá la nube negra, torva, lenta, de pedrusco, la que con frenesí me hirió en un tiempo infinito y las auroras de plata iluminarán mi mundo interior.
Furia ciega, me acosaste pero ahora me siento libre, quiero estar sola, sin que una voz suene a mi lado si no es verdadera.
Hay que seguir sabiendo que existe la fuerza que aligera y que nos libera de sentimientos falsos.
Quiero que mi alma renazca, clara y abierta, sin rencores, sí con expresiones, buscando caminos anchos y no atajos angostos que lastimen al pasar, preparé altas escalas, soñaré altos muros, guiándome para el que vendrá en mi búsqueda, un ser auténtico como una flor sin espinas
La brisa será más fresca, el cauce que estuvo seco vuelve a conducir su caudal y un gozo nunca sentido, un verdor, unas estrellas y un río que vuelve a amar son un augurio claro de que el amor volverá y la furia se esfumará para siempre en cenizas apagadas que volarán con el viento.

Dos títeres



Dos títeres, somos dos seres que sin rostro y sin piel nos amamos con total intensidad, manejados no sé por quién.
¿Quién rige nuestras vidas? Vaga historia, formas turbias, sucesión de ademanes con cadencias.
Y en nuestros escenarios de vida, surgen de pronto, veloces animaciones, falsos besos a través de nuestra aparente piel y sufrimos condenados sin remedio a pasiones y a ilusiones vanas.
Nuestros cuerpos se acercan, se tocan, se llaman pero en un instante, sin darnos cuenta se paran tan sólo frente a frente entre enredos de hilos multicolores y volvemos a la soledad, toda desnuda sin ver en nuestro interior la tela blanca de nuestras vestiduras, inmaculada, ajenas a las maldades que en ella pretenden, unos extraños, cometer.
Dos títeres, que entre hilos de voz, que se oyen en la noche, nos acercan y nos alejan, ¿Quién, de dónde, por qué? y entre luces inciertas nos amamos.
Juntos, muy juntos, de improviso, desapareces en un telón oscuro y misterioso, ¿Adónde estás? ¿Por qué te alejas? Y yo sola quedo desmadejada y quieta en el suelo polvoriento del teatrillo.
Por mis mejillas resbalan lágrimas de color y esos lagrimones tristes, dejan manchas en mi vestido de estopa y algodón como pétalos encarnados de mil colores diferentes.
Y mi voz que sólo tú escuchas, te dice temblando y con frío “soy el dolor que por donde andas, ando. No clames más, tu corazón es mío.
Títeres, fantoches, polichinelas nos llaman, brindamos risas por doquier pero en nuestro interior con voces prestadas, chillonas, agudas, falsas, sufrimos por amor, habitamos un cuerpo que no es nuestro y no pueden sujetar con trenzas o lazos nuestros corazones que están unidos por un eterno tiempo.
¿Quién nos hizo? ¿Por qué? Vivimos en un hoy que no es nuestro y con redoblada fuerza sacudo el silencioso corazón de quien nos une y desune a la vez y sólo hay una puerta que ni a mis golpes responde, es inútil cambiar, es inútil gritar, sólo nos queda amarnos en esos instantes en que por milagro, estamos juntos, muy juntos.
El tiempo es un río que huye y en algún momento en un arcón de madera nos dejarán juntos y todo quedará atrás en las sombras de un remoto ayer y así podremos amarnos, reír, vivir nuestro existir, mirándonos a través de nuestros ojos de cristal policromados y siempre abiertos.
La eternidad será nuestra casa que al fin hemos de habitar y no habrá hilos ni lazos que nos puedan separar.
Dos títeres que se aman y que ya no temen a la muerte ni a la vida, sólo les queda soñar y así todo pasa, sin que la transparencia del mañana se enturbie jamás.