Caminos cruzados, en la distancia esfumada nos encontramos
en la vera del sendero de la vida, entre escaramuzas del destino que nos lleva
a estar juntos.
Caminos cruzados, cuando la tarde apaga sus colores y los
astros encienden sus lumbreras y se duermen las alas y las flores, nosotros,
los solitarios surgimos de improviso, frente a frente y nuestras miradas se
iluminan llenas de luz y armonía.
Caminos cruzados, de sendas desconocidas de la vida, nos
entrelazan en instantes preciados de nuestro vivir. ¡Oh alegría de alegrías!
Nos miramos en ese lugar preciado en la brevedad del tiempo.
Entre tú y yo nos unió el amor, allí, Atenea, escondida
entre el vergel florido nos llevó a estos caminos cruzados para que se
levantaran las leves tinieblas y nuestras miradas se encontraran.
Caminos cruzados en un hoy de nuestra vida, en diagonales
zigzagueantes y oblicuos senderos a través de umbrías soledades nuestras vidas
se enlazaron en segundos milagrosos, anhelantes ambos de amar aunque sea un
instante en nuestro tiempo del Hoy.
Caminos cruzados, entre rosedales floridos, arcos de
glicinas, enredaderas de azaleas, nos abrazamos entre besos leves y caricias
suaves.
Y las palabras surgieron de nuestras almas, los pensamientos
se hicieron ecos de amor, entre ventiscas suaves, el azul del cielo nos acogió
en nuestro amoroso encuentro.
Caminos cruzados, sin piedras ni aristas, sin trabas, sí con
pastos tiernos y suaves como brotes de tréboles renacidos para que al estar
juntos nos sintamos en el Edén.
¡No importa cuánto tiempo estemos juntos, muy juntos, sí que
nuestras almas vuelen en la fresca brisa del estar juntos!
Caminos cruzados, amor a destiempo que nos sorprendió a
mitad del camino.
Este amor que florece como lirio en primavera, pero que poco
a poco se va esfumando como niebla en el otoño de nuestra vida. Este amor que
se estrella en la calma de tus mares y palpita como brasa en el calor de mi
hoguera.
Caminos cruzados, con amor a destiempo es lluvia en el
desierto, sol en la aurora, canto de sirenas, miel sobre la hiedra.
Nos abrazamos con gozo y pasión en el gramillar y la noche
vertió sus luces sobre nuestros cuerpos, salpicándonos con el verdor del
sendero y el perfumado chal de las blancas azucenas.
Estamos juntos por fin, recorremos los caminos, unimos
nuestros sueños en uno sólo, en una continua nube de música mágica.