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miércoles, 13 de junio de 2012

Néctares y efluvios



Néctares y efluvios que llegan a inundar de maravillosos colores mi mirada, la de los ojos inquietos y hienden el aire con aromas tiernos de deseos ansiosos de degustar con amor su mezcla de sabores, olores, pinturas de rojos, amarillos, verdes que entre brillantes compuestos se unen para crear la belleza perfecta de la creación.
Como tejidos por manos aladas colmadas de tesoros, misterios y luces que como débiles rayos de sol son para mi amado como rosas y lirios sembrados para su deleite y goce.
¡Oh! tus labios se endulzan con la miel y la canela y el aroma de la menta nos envuelven como copos de delicias jamás imaginadas.
Néctares y efluvios nos llegan porque nos amamos y vivimos en el sol de nuestros ojos novios, como el sol del verano, del goce perfecto y entre almíbares de agua de rosas o de azahar, entre el zumaque y las nueces, manzanas y limones, nuestro amor crece y sentimos en nuestra piel el rocío dulce de pasas y piñones que nos hacen abrazarnos y besarnos en una total plenitud.
Néctares y efluvios del comino, del cilantro, la pimienta, la cúrcuma amarillo naranja, el azafrán de color vivo, nos atrapan en aromas de intenso poder que nos hacen vibrar como ímpetus únicos este amor cobijado y total.
Y el dulce sabor de la vainilla, del pistacho, del sésamo, del azúcar, nos hacen desear arrumacos, besos en la frente, abrazos ligeros y tiernos a la vez.
Néctar de albaricoques, dulces de color suave, pistachos finos que como red nos hechizan en una macedonia de colores con agua de azar o agua de flor de rosa y en este gran taller del gozo, detrás de la luz incierta, llegan a nosotros tibias por los ríos las nieves de la lejanía para unirnos como corriendo en crestas de amor con espumas deslumbrantes que rutilan por el agua con júbilos y festejos.
Néctares y efluvios que hacen una plena consumación de nuestro amor entre jugos de uva, leches de coco y tierra plena de citrus acidulantes flotamos sobre el agua, hecha y deshecha por luces sucesivas, todo en un lecho de amor entre olas, nubes, horizontes y orillas.
Néctares y efluvios que de a poco, espontáneamente nos transportaron a lugares secretos, nuestros, donde nadie nos encontrará ya que nos perdimos en fiestas nacarinas, en albores, en celajes, sin prisa, pero dispuestos a amarnos más.