Néctares y efluvios que
llegan a inundar de maravillosos colores mi mirada, la de los ojos inquietos y
hienden el aire con aromas tiernos de deseos ansiosos de degustar con amor su
mezcla de sabores, olores, pinturas de rojos, amarillos, verdes que entre
brillantes compuestos se unen para crear la belleza perfecta de la creación.
Como tejidos por manos aladas
colmadas de tesoros, misterios y luces que como débiles rayos de sol son para
mi amado como rosas y lirios sembrados para su deleite y goce.
¡Oh! tus labios se endulzan
con la miel y la canela y el aroma de la menta nos envuelven como copos de
delicias jamás imaginadas.
Néctares y efluvios nos
llegan porque nos amamos y vivimos en el sol de nuestros ojos novios, como el
sol del verano, del goce perfecto y entre almíbares de agua de rosas o de
azahar, entre el zumaque y las nueces, manzanas y limones, nuestro amor crece y
sentimos en nuestra piel el rocío dulce de pasas y piñones que nos hacen
abrazarnos y besarnos en una total plenitud.
Néctares y efluvios del
comino, del cilantro, la pimienta, la cúrcuma amarillo naranja, el azafrán de
color vivo, nos atrapan en aromas de intenso poder que nos hacen vibrar como
ímpetus únicos este amor cobijado y total.
Y el dulce sabor de la vainilla,
del pistacho, del sésamo, del azúcar, nos hacen desear arrumacos, besos en la
frente, abrazos ligeros y tiernos a la vez.
Néctar de albaricoques,
dulces de color suave, pistachos finos que como red nos hechizan en una
macedonia de colores con agua de azar o agua de flor de rosa y en este gran
taller del gozo, detrás de la luz incierta, llegan a nosotros tibias por los
ríos las nieves de la lejanía para unirnos como corriendo en crestas de amor
con espumas deslumbrantes que rutilan por el agua con júbilos y festejos.
Néctares y efluvios que hacen
una plena consumación de nuestro amor entre jugos de uva, leches de coco y
tierra plena de citrus acidulantes flotamos sobre el agua, hecha y deshecha por
luces sucesivas, todo en un lecho de amor entre olas, nubes, horizontes y
orillas.
Néctares y efluvios que de a
poco, espontáneamente nos transportaron a lugares secretos, nuestros, donde
nadie nos encontrará ya que nos perdimos en fiestas nacarinas, en albores, en
celajes, sin prisa, pero dispuestos a amarnos más.