En lontananza, eterna y
dolorida, la vida me conduce lejos de ti, a horizontes desconocidos.
Soy como una paloma que lleva
dentro del pecho desilusiones, buscando esa floresta que se le ha perdido
dentro de su alma.
En lontananza añoro tu dulce
querer al que me entregaba entre esperanzas nuevas para volvernos a amar entre
ansias de arreboles entre espesas noches.
Ahora, oscuras amarguras me
agitan, algo ineluctable, callado crece y en fatigada tristeza te busco en el
confín distante.
Te pienso presente en
palabras pasadas, en lontananza por montañas y ríos mi cuerpo te busca, mis
ojos re abrazas, mis labios te besan, no me pidas olvido…
Tus letras ya no son tus
cartas de amor, son frías y distantes y el cambio me quiebra, me rompe y me
duele.
En lontananza, en esta
distancia lejana me alienta el volver a escuchar tu voz que como sonido celeste
viene a mí a pesar de tu ausencia.
Esperanza inútil, aliento
despacio, ya eres viajero infinito del camino tuyo. ¡Qué eterna y dolorida
lontananza! ¡Qué inexorable la distancia en el tiempo!.
Quisiera que las sombras que
avanzan se oculten en su trágica envoltura y que regrese a mi alma plena de
ilusiones el amor perdido y olvidado.
En lontananza, quiero volar
muy lejos, hasta el cielo, al infinito y gritar mis sentimientos al espacio sin
oídos.
En lontananza cercana vienes
a mí, levantando polvaredas y al fin a mis brazos te rendirás.
Ya no más espejismos como
vorágines se acumularán en mi existencia, ni mis pupilas de lágrimas acumuladas
no estarán nunca más vidriosas por el amor perdido y desolado que volvió a mí
buscando su nido en mi alma para rendirle culto a la vida y mantener este amor
que se ahogaba en el silencio.