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lunes, 1 de octubre de 2012

Un primer adiós


Mi corazón anheló tus ojos y tus labios se animaron a decirme, de las entrañas de tu alma un insondable ¡TE AMO!
El carisma de tus labios permitió que la piel no fuera obstáculo para que dos esencias, la tuya y la mía, se hicieran una sola.
Tu mirada me inundaba el alma ¡llena, llena, completamente de ti! pero un día esos ojos ya no miraron los míos, mi corazón fue notando el desdén de tus palabras, últimas palabras clavadas en el interior del alma..
Fuiste marcando el primer adiós, el que se dice en sigilo sin pronunciar palabra.
Te fuiste cerrando, coronando un amor que supo ser lozano y sereno.
Comencé a despedirte y aunque decreté el adiós también sentí en mi corazón profundo recelo, agonía, en un convexo azogue, desviando mi vida a cada nuevo paso, sin razones ni porqués.
No quiero aguardarte, un sendero nuevo se descubre en mi vida, mi ser anhela mucho más que pasar la vida extrañándote, yendo de los azogues a los lagos por si acaso te cansas de ser fugaz.
Día tras día tu recuerdo me estremece, te olvido un minuto y te vuelvo a querer como se quiere el pasado.
Puedo verte en un recóndito rincón del alma agazapado, no saldrás más de allí eres un estropeado recuerdo, ¡ya no te quiero!
Necesito vivir otra vez, amar y sentirme amada.
Comencé a decirte adiós, en mi vida tú fuiste voz y silencio, sólo eso, vaga esperanza de amar, tú que eras voz, que eras canto, pero no amor verdadero y por siempre no te quiero en mi alma, ni arriba, ni abajo, resonando y cantando, porque mis caudales de gozo o los de pena esperan otro canto, otro amor.
El primer adiós de mi para tí y seré nuevamente golondrina errante buscando nuevos cánticos que arrullen nuevas pasiones…

Ríos de vida


El agua corre presurosa aún cuando deja de llover, así corrían mis lágrimas antes de conocerte a ti.
A la sombra verde de los enternecidos álamos, a la orilla del río busco la sombra de la vida que pasa, me abraza, me lleva con ella en los espejos del agua, cantando por tierras y mares.
Ríos de vida, a veces turbulentos, impetuosos, a veces pacíficos y sin tristezas, con amores profundos, fugaces y tiernos.
A tus orillas seguiré soñando con caminos a emprender, nuevos y plenos de vida.
Voy en naves, guiada por las estrellas, viviendo cada día como si fuera el último hacia la luz, aire y sones me acompañan.
Ríos de vida, me llevan a la danza con palmeras con alas, con hambre de soles y noches de lunas, buscando el amor que no he perdido, que me busca entre árboles perfumados con formas de siluetas difusas en sus orillas.
¿Cómo encontrarlo? ¿Cantando?
Mi canto se va con el río, en procura de encontrar a mi amado, el fulgor de las luciérnagas me guía con su luz.
Ríos de vida, me conducen como náufraga perdida a sus orillas de olvidados lugares donde el amor me está llamando y no en vano voy hacia él, sin angustias ni rencores, alargando mis manos y abriendo mi corazón para que los instantes esperados me lleven hacia él.
Ríos de vida a veces nos dan señales, rostros repetidos del pasado, en quienes inútilmente buscamos signos de amores olvidados.
A la orilla de los ríos y en las manos de los aires, me voy en pájaro o nube, cortando el aire con los pasos de los años, sin tinieblas en mi cuerpo ni relámpagos repetidos en mi vida.

Ansiedad


Ansiedad de tener una vida nueva, me inunda la felicidad al saber que pueda volver a respirar el aroma de tu piel, eres mío, te pertenezco nos pertenecemos, podemos acariciarnos sin prisa, oyendo nuestros suspiros.
Ansiedad que hace palpitar este corazón que renace a un nuevo amor.
Me acompañará en el viaje infinito hacia la felicidad y danzaremos con el ritmo de los susurros del viento.
Ansiedad, cascadas de ansiedad esperando el momento de mirarnos muy cerca efímera alegría que llega y se disipa al saber que ya no estás.
Crisoles que se vuelven sonrisas esperando las primeras caricias tiernas y zalameras.
Ansiedad que desborda mis sentidos y puedo con ellos llegar hasta tu alma.
¡Te miraré en la mañana y ya no serás un sueño!
Ya no serás una posibilidad de amar, serás eterna realidad.
Te esperaré entre gasas y tules y velas encendidas para la sublime ocasión, no escatimaremos besos ni caricias ni falsos pudores.
Ansiedad que me abandona si puedo reflejarme en tus ojos agradeciendo
a la vida por cada sonrisa y eterna gratitud de tenerte.
Ansiedad, ansiedad que le das sazón a esta fiesta de amarnos sin fronteras.
Ansiedad en el encuentro que ya se siente cercano ansiedad de verte, ansiedad de verte, premio que nos entrega la vida.
¡Qué maravilla, milagro en los cielos, sin ausencias en hojas en blanco de ansiedades de no tenernos en la nada!