Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 8 de marzo de 2013
En un rincón de mi alma
En
un rincón de mi alma, escondidas, apretadas, enlazadas, nacen mis letras, mis
prosas, mis poemas que nuestro amor creó.
Son
los versos que lloran en la lira, que se quedó sin cuerdas.
Son
las aves de mi niñez que buscan y no encuentran un árbol protector en que
posarse.
Las
busco con desesperación pero las estrofas de amor se anidan en frases que
escribo como amor para ti.
En
un rincón de mi alma donde nadie encuentra se oculta el poema de amor que nos
unió, poema que escribí con dedos de amor y llanto de cristal por la falta de
tu presencia que tu ausencia se llevó.
Ausencia
que se siente como cuando el fuego se extingue porque el aire ya no está.
En
un rincón de mi alma, se guarece entre frondas de lágrimas el dolor de no
tenerte a mi lado y pido noticias de ti al viento, al ave, a la flor, al bosque
y a los astros del firmamento.
Mas
no he de dejar de buscarte pues me dice una voz secreta: ¡sigue no te canses,
mujer poeta!
Él
ha de venir a buscarte por tierras, mares y cielos, en su cansada fantasía.
En
un rincón de mi alma, aturdida y desangrada revolotean recuerdos purificados
del pasado y como en una tierra mullida danza en amores trenzados a mano
delicada, intrincada filigrana como un gran amor donado.
En
un rincón de mi alma, mis sueños peregrinos prosiguen sin tregua la búsqueda de
tu amor, se afanan, luchan, persiguiendo al mañana que te traerá otra vez hacia
mí.
Y
como una luz como telar exangüe que el cielo ilumina mis tristezas hilvanan
enviando a mis páginas, letras como poesía de la noche fría.
En
un rincón de mi alma, te tengo guardado,
tú, el soñador, el amor compartido, luz en mi dolor y mi arpa reza ¡oh luz! ¡oh
belleza blanca de ilusiones!
¡Cuánta
esperanza irradia en mi alma la sombra de tu ser ausente, siguiendo un ideal y
un sueño que no se alcanza!
Y
hay en éste, mi otoño, cuando la vida empieza a declinar, mi corazón rebosa de
amor y mi espíritu se anega de ilusiones en el silencio que flota a nuestro
alrededor, rodeándonos como un tapiz vaporoso entre hilos alados y brillantes.
El
sueño de amor inunda mi alma y en mis versos gira como magia del más allá,
inundando mi alma de un existir único y verdadero donde no existe el mago azul de la mentira.
Inquietud
Inquietud
porque el temor, la duda me acechan, de que mis poemas de mi mundo mágico
desaparezcan insólitamente sin saber por qué.
Ellos
emergen en un momento perfecto como el principio de mi vida, en tropeles
avanzan, se entrecruzan, se deshilvanan, caen al vacío del papel en blanco con
su destino: que lleguen a tus manos.
Inquietud,
mis lágrimas errantes entre mis versos peregrinos que abren la puerta del amor
entre la afanosa y perdurable angustia que como ala es canción y me estremece
el alma al temer ser herida y lastimada.
Inquietud,
por tus desdenes, la guardo clavada en mi espíritu como cruel espina perfumada,
amante de la rosa.
La
guardo cual amado tesoro, en mis desvelos cuando para mis líricos consuelos
irradian desde lejos mis versos, tu alborada para llenar de palabras de amor,
tu memoria.
Inquietud
de amar que con versos y cantos será notoria por hacerlas nosotros la
sublimación de nuestros anhelos.
No
importa que se alargue nuestra espera, sin prisas viviremos en la gloria.
Inquietud
fugaz y pasajera, quiero mirarte cara a cara, viéndonos en lo que somos,
brotando desde las dichas cumplidas ayer, la dicha futura llamándonos y otra
vez la vida se siente como un sueño trémulo entre pimpollos florecidos de
alelíes, campanillas azules, rosas, amapolas, enredaderas de vida de un existir
pleno.
Siente
vibrar el amor dentro de mí, ¿Dónde se habrá guardado la estrella mía, mi
cristal ambarino de centelleante color?
Inquietud
de que tú, amor, no existas en mi vida y esta ternura que ciñe mis hombros, que
entolda el oro de mi corazón me colme de pena.
¿Adónde
buscaré el agua si sólo conozco el eco de la fuente?
La
noche me niega su torso de aurora y voy extrañada, perdida, anonadada al mundo
en que tú estás trocando el aire azul en búsqueda por el cielo donde estás tú,
mi amado.
No
queda mucho tiempo, todo cambia.
¿No
sientes inmensas huestes de besos, de resistencias, de porvenir en las manos,
de arrebatos y de calmas?
Inquietud
de que perdamos el segundo fugaz de encontrarnos, porque allí, detrás de los
besos, de las miradas, del gozo sin forma, están y seguros, nuestros mutuos
sentimientos esperados, esperando, defendiendo en penumbra lo felizmente
encontrado.
Compréndeme
Compréndeme,
tú, el esquivo, el que hace piruetas danzarinas en el aire, soy en tu existir
ya una nada ya que dentro de mi corazón surgen las palabras tan plenas de
significado que desaparecen sin ser comprendidas porque es muy difícil recibir
un poema con letras de néctar y miel y construir el amor con la mente.
Compréndeme,
soy una mujer poeta que necesita ser amada, no me juzgues y sólo trata de
escucharme porque si hoy muero dentro de mis letras, me voy con ellas.
Estoy
pasando por un diferente sendero sin estar junto a ti, pero si me amas y estás
a mi lado mis poemas tendrán dueño.
Seguiré
escribiendo para ti porque te tengo encerrado dentro de mi mente.
Compréndeme, la tristeza de que tú te alejaste es como una
agonía del no existir y no quiero hacerte daño diciéndote ¡vete ya de mi vida!
o trata como el aire con su brisa nueva sentirme en mi tonada de vida.
Compréndeme,
con el tiempo no me olvidarás, tócame… yo soy la zarza que en tiempos de
lluvia, quema, llámame…
Al
escuchar tu voz mi alma reconocerás vencida en esta guerra, mírame.
Eres
tú mi agua quieta, la turbulencia, calma y tempestad que al mismo tiempo me
doblega, fórjame.
Compréndeme,
siente en las palmas de tus manos, en los labios, mi cálida huella aún del
tibio abrazo en el que dejamos de ser uno en dos.
Estamos
al otro lado de los sueños que soñamos, a ese lado que se llama la vida que se
cumplió.
Y
ahora, de tanto haber realizado nuestro soñar, nuestro sueño está en dos
cuerpos.
Compréndeme,
la vida, si estamos juntos se siente como un sueño trémulo recién nacido.
Compréndeme,
mi silencio torvo y gris, nace de sentir que estamos separados por rejas
punzantes y dagas afiladas y por el viento, ahogándonos de luz el anverso de
nuestro cielo.
Respóndeme
a la armonía absorta que hallarás en mi alma antes de que el sol caiga,
ayudándome a sobrevivir sin tu mirada encantada, ésa la que alivia mi espíritu
cuando se aleja de ti.
Enséñame
a escribir entre penumbras de amor al recorrer los misterios respirados juntos
en quebradas y curvas.
Compréndeme,
mi fragilidad de mujer que como cristal suave se quebranta en ritmos al
escuchar los latidos de la luna, cuando el viento se calma y solo se escucha mi
voz, rogando que el deseo de tenerte, de acariciarte para ir de prisa en
momentos de segundos a enredarme con el calor de tu luz en la aurora, en el
fuego, en el verso.