Despacito,
así se vive y se aprende, se crece con ansias de amar.
Despacito,
enamorarnos de una nube, sembrar en el desierto, acostarse en la
verde
pradera, sonriendo siempre.
Muy
despacio, mirando en el vacío, alumbrándonos con miles de luciérnagas
que
revolotean a nuestro alrededor, despertando el don del amor.
¡Sí!,
¡sí!, nuestras almas despacio se acercan una a la otra, como cisnes en un
lago
místico y escuchamos el trinar de los zorzales que nos susurran su canto
a
nuestros corazones.
Despacito,
sin prisas, ni ansias, vivir el Hoy, amándonos por toda la eternidad
hasta
que la muerte nos llame, mirándonos intensamente en amaneceres
esplendorosos.
¡Un
cielo!, ¡un cielo!, para nosotros cobijarnos, despacito, escribiendo los
poemas
de amor juntos, encendiendo la llama de suspiros y creando un
paraíso
de dos.
Despacito
tú y yo, pareja que inventa nuestros sueños, vivamos sin extravíos
ni
extrañezas cada segundo del existir.
Despacito,
vamos juntos a la luz de dos, entre recuerdos y promesas
enlazados
por tenues hilos de plata en procelosas auroras, lumbres cenitales
y
crepúsculos anunciados.
Despacito,
vivamos para esperar el retorno por el aire, el agua, el canto, sin
dolor
ni pesares, amándonos e imprimiendo marcas sobre el mundo en la
forma
exacta de nuestras huellas.
Muy
despacio, quietecitos, en silencio, escuchemos el oleaje del mar, el silbar
del
viento, la lluvia repiqueteando en nuestro lecho de amor sin que nuestros
besos
se queden a medio sin saber volar.
Despacito,
encontrándonos allí, entre besos y llantos de felicidad, nos
hallamos
con las manos, buscándonos a tientas, con los ojos mirándonos a
hurtadillas,
con las bocas besándonos entre choques de caricias y abrazos,
victoria
gozosa, de los dos en un prodigioso pacto de mi ser en tu ser.