Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 19 de septiembre de 2013
Plenitud sublime
Plenitud sublime,
integridad
insuperable es vivir amando
como la única razón
y la verdadera
expresión
de ser la misma Vida.
Amor tan sublime que
nada expresa,
tan inmaculado que
brilla por el infinito,
así es el amor que por ti siento,
teniendo en mi laúd cantares
y en el rosal de mi
cariño, flores.
Plenitud sublime de
vivir,
amor que llena mi ser
con infinita alegría,
pon en mis versos el
tesoro
de las alboradas de
plata,
de los mediodías de
oro
y de las tardes de escarlata.
Dame a beber la
poesía
en el raudal de
inspiración
que es fragor de
lucha
en el día y en la
noche meditación.
Plenitud sublime,
plétora excelsa
que como un himno
todo lo ennoblece,
todo se agranda a sus clamores,
el firmamento
resplandece,
la tierra se colma de
flores.
El amor, el
verdadero,
nacido de mi alma
sonora
con la armonía de
flotantes alas,
desciende por
diáfanas escalas
a bañarse en la
fuente bullidora.
Plenitud sublime,
que hace que la
inspiración
se colme de recuerdos
excelsos
de los momentos en
los que estuve
entre tus brazos,
riendo entre
vibrantes notas.
Siempre hay estrellas
que brillan en la
noche de mi alma
cuando pienso en ti.
El deseo y el amor
en un instante de
semblanza
nos conducen al
espacio
con las alas de todas
nuestras canciones
para llegar hasta
altas nubes
plenas de radiantes
ilusiones.
Plenitud sublime,
grandiosa en su
clamor,
dilata el paisaje y
un temblor
de encaje pone en el
follaje.
Amor, luz que el
cielo envía
como poesía de la
noche fría,
luz toda dolor
por ser toda sueño de
blanca belleza.
Plenitud sublime,
inesperada,
sorprendente, apasionada,
con instantes de gozo
y de pasión,
nuestras almas se
buscan
por nuestro diferir
como por un camino
donde no hay
despedidas.
Y al final, el hallazgo,
el contacto,
la unión pura
brotando como río sin cauce
en un agua quieta
y sólo estaremos tú y
yo,
uno y uno,
en un solo rostro,
amor, que les sonríe.
Plenitud sublime,
en lenta y arrobada
calma
buscamos la unidad, labio con labio,
acunándonos unidos en
una paz cierta y plena.
En mi sueño de poeta
me visto de estrellas
para brillar para ti
y nos abrazamos
unidos
en carruaje de cristal
donde nos amamos con
pasión
en nuestro Universo
de amor
en el que el silencio
nos une.
El camino del silencio
El camino del
silencio,
nos llega hasta el
alma,
sin saber de qué
ausencias
de ruidos está hecho.
¿Son letras, son
sonidos?
Es la lengua antigua
del paraíso,
sones primeros,
vírgenes,
tanteos de los labios
cuando en el aire del
mundo
se estrenaban los
nombres
de los gozos
primeros.
El camino del
silencio,
que los dos unidas
nuestras almas
recorremos
íntimamente
en una realidad que
no deja huella,
en memoria ni en
signo en la paz
de intactos cristales
que nos libera del
ruido, de la sombra.
El camino del
silencio,
nos remonta juntos,
muy juntos
a las nubes altas
como manantial de dicha
que suave emana entre
libros,
flores, pájaros y
sueños.
Nuestros pasos ni
resuenan
en la acera solitaria
y se pierden en la
cinta del eco
enredada en la
cabellera de los árboles.
El silencio nos rodea
entre luces y sombras
uniéndonos en la
salud luminosa de las sonrisas.
Nuestras manos se
tenderán
para recibir las
rosas de las caricias.
El camino del
silencio,
nos lleva a senderos
entre montañas y
estrellas rutilantes.
Nuestro amor,
silencioso y profundo
es como un árbol
florecido, río de música,
llovizna de jazmines
que nos abraza con total intensidad.
El camino del
silencio,
nos conduce a lo
hondo de nuestra alma,
nos ampara, nos
salva,
con su flor de cielo
envolviéndonos con
guirnaldas y collares
sin sonidos ni sones.
Iremos juntos como
tordos de niebla,
recorriendo el verde campo
de amapolas
florecidas.
El camino del
silencio,
iluminado por los rayos áureos de la luna
nos une cada instante
más,
no son necesarias las
palabras,
el amor nos rodea
y en un abrazo
profundo
bajo el sauce
lánguido de la noche nos envuelve.
Sólo el silencio nos
rodea
y nuestras manos
estremecidas
se unen en el mar de
mi regazo
tras los sueños
liberadores del tedio.
A través de nuestro
silencio compartido
llegaremos a las islas
que jamás cruzan
las crueles aves del tiempo
y vamos tras la
azucena jubilosa
del amor límpido y puro.
Vamos juntos abriendo
el tupido follaje de
misteriosas selvas
tras las calandrias y las rosas
de primaveras
lejanas.
El camino del
silencio,
con una inmensidad
amorosa
convertido en puente
al infinito
nos conduce,
castos,
transparentes, serenos.
Desilusión desgarradora
Desilusión
desgarradora,
mi corazón sangra
en una corriente continua
de dolor y pena.
He sido lastimada,
herida sin culpas ni
reclamos,
sólo por el hecho de
encarar
la verdad frente a
frente.
Desilusión
desgarradora,
los sentimientos se enredan, se mezclan
en un torbellino de dudas y temores.
La vida nos depara,
sin darnos cuenta,
pisando a hurtadillas
con situaciones
penosas y adoloridas.
¿Cuál es la razón de
esta maraña
de iras ajenas en las
que estoy sumergida?
Es un ahogo en el
alma,
la maldad, la mezquindad,
buscan la inocencia,
la credulidad, la ingenuidad,
para anidarse
energías puras y positivas
y así se sostienen en
soledades interminables
de las oscuras noches.
Desilusión
desgarradora,
¡qué de pesos inmensos, orbitales, celestiales
se apoyan en la nada
de hondos abismos,
buscando por doquier la luz
que los ilumine y les
de fuerzas
para continuar su
labor
de socavar el bien y
el amor.
Me engañan con
ficciones,
falsos paraísos
flotantes sobre el agua
que me ahogan de
pesares infinitos.
Busco lo verdadero,
el amor único y total
y no lo puedo hallar,
sólo encuentro signos
y simulacros
trazados en papeles
blancos, verdes, azules
que vuelan con el
viento lejos de mí.
Desilusión
desgarradora,
me persiguen esas
almas atormentadas
que vuelven del
osario inmenso
de los que no se han
muerto
porque ya no tienen
nada
que morirse en la vida.
El dolor me acompaña
como símbolo
irrefutable
de que existías tú en
ese lapso de instantes
de creíble amor
pero mientras yo te
sienta,
tú eras la prueba de
dolor
de otros momentos en
que no me dolías.
Desilusión
desgarradora,
has dejado tan sólo
polvo,
vagos rastros
fugaces,
recuerdos ínfimos en
mi alma,
rasgada por
hendiduras sin sostenes algunos.
Mi alma, como alas,
sosteniéndose sola a
fuerza
de aleteos
desesperados,
pesarosos, a fuerza de no posarse nunca,
de tratar de volar
llevando por doquier
la esperanza de que existe el amor,
ése, el verdadero, el
creíble,
no en leves mundos
frágiles,
sí en únicos y donde
se albergan
las verdades más
profundas.
Desilusión
desgarradora,
no quiero pedir apoyo
para superarla,
ni a los barcos ni al
tiempo.
Quiero internarme
sola en galerías enormes,
abriendo en los
granos de arena
las minas de llamas o
azahares,
para hilvanar
entretejiendo
ese amor dulce
que no desgarra ni
hiere.
Y en ese desliz, en
estelas,
pisando nubes sin
huellas,
no mirar más el
recuerdo
de esas sombras mezquinas y oscuras
que ya no existen
más.
Mis manos están
vacías de ellas
igual que mi corazón y mi alma.
Sed de lo inefable
Sed de
lo inefable,
de lo
sublime,
del
amor único y verdadero,
el que
nos conmueve el alma,
del
afán y anhelo de estar contigo,
junto a
ti.
Sed de
sentir tus besos en mis labios,
con el
dulzor de una caricia,
de un
frescor de agua límpida y pura.
Sed de
lo inefable,
de lo
indecible,
de lo
impronunciable,
sed de
secretos compartidos,
de
abrazos íntimos,
apretados,
de diálogos tiernos,
como de
estrellas que vienen de otra vida.
Sed de
lo inefable,
de lo
inenarrable,
sin
poemas de amor,
ya que
cuando te marchas solamente
quedan
sombras que dejaste,
de
palabras invisibles,
sin
labios,
escritas
en papeles.
Sed de
amor,
del que
me vela con un tul de luna
y me
transforma en un cisne que soñando vuela,
contigo
muy lejos
para
vagar por los caminos de luces y de sombras,
de
estelas estrelladas.
Sed del
sueño mío,
de
estar en los brazos aquellos
a
quienes entrego mi alma.
Sed de
lo inefable,
de
buscar donde saciar mi ansia
de
sentirme amada,
sin
dudas del mundo
y de tu
amor como milagro insólito e inesperado
que
colma ansias y deseos ocultos
como
prodigios perdidos
de
siempre y encontrados al fin.
Sed de
ti,
de tu
piel,
de tu
mirada,
de las
auroras compartidas
en un
gran mundo de luces,
sin
oscuridades y miedos.
Sed de
lo inefable,
de lo
perfecto,
del
lugar al que tú me llevas
desde
el vasto azul sobre la tierra
donde a
mi alma virgen perfumas
y
viertes en ella luces,
flores
y un aroma vago
que la
inunda de amor.
Sed de
lo inefable,
de la
placidez,
de la
pureza,
de la
tierna espera,
solamente
de ti,
porque
se que me voy contigo
al
mundo nuestro,
pleno
de signos y de señales
para
que no nos perdamos
nunca
más.
Ser
lo
esperado,
el
amparo en tus momentos de tristezas,
la paz
en el umbral de tu vida.
Ser
fiel reflejo en la claridad
del
alto espejo donde nos miremos juntos,
llenando
tus ojos con el cielo infinito
del
sentir el mutuo amor
que
siembra en nuestros corazones
llamas
de rosas entregadas al viento.
Ser
tuya,
toda
tuya,
entregarme
en tus brazos cálidos,
perfumados
de espigas
y que
tus manos me guíen
a las
cumbres del lucero.
Ser el
reflejo de tu sonrisa,
flotando
en el devenir continuo de la vida,
tu paz
de intactos cristales
liberados
de ruidos y de sombras.
¡Ah!
¡Si
pudiera ser el manantial de tu dicha,
que
suavemente mane
para
sentirme amada y protegida!
Ser tu
espera y tu cercanía
para
que mis palabras
te
lleven a mi silencio
y entre
suspiros entrecortados
hacerte
sentir el amor que me inspiras.
Ser en
ti todo sentido,
todo un
pensar
y
grabarme en tu mente,
estar
en tu corazón,
en cada
latido y convertirme en tu presente.
Quiero
ser parte de ti
en todo
momento,
dejando
tus espacios libres
pero sí
podernos fundir en un mismo fuego,
ser un
solo cuerpo
en una
misma esencia.
Ser en
tu vida
algo
más que un instante,
algo
más que una sombra
y algo
más que un afán,
sí ser
en ti mismo
una
huella imborrable,
un
recuerdo constante
y una
sola verdad.
Ser en
tu vida
una
pena de ausencia
y un
dolor de distancia,
algo
más que una imagen
y algo
más que el ensueño
que
venciendo caminos llega,
pasa y
se va…
Ser en
tus labios la risa,
ser el
fin y principio,
la
tiniebla y la luz,
la
tierra y el cielo.
El abrazo de la Luna
El abrazo de la luna en el cielo,
ya clareando,
se dibuja finita,
la luna que ilumina
todo mi amor por ti.
Claro de luna,
me haces tuya
en las praderas vírgenes
de tu armonioso amparo.
Con tu abrazo cierro
la poesía de mis ojos,
te revelas en mis sedas blancas,
sonata de primavera,
bálsamo de fineza.
El abrazo de la luna que se refleja
en las quietas aguas del mar
con plateados brillos
llevándonos al mundo del amor.
Desde el vacío
tú y yo
flotamos en una nube mágica,
en un apretado abrazo
cobijándonos bajo las estrellas.
La luna,
amante del mar,
nos lleva con su serenidad y armonía
a amarnos más cada instante
y nos hace ver en el espejo
eterno de la felicidad
y el cielo nos cubre
con su manto regocijante
de luz amanecida.
El abrazo de la luna,
imprevisto e inesperado,
sin saber por dónde asomará
para llevarnos de improviso
al día del amor,
ilusión antiquísima,
pero lúcida y transparente
de todos los amantes.
El abrazo de la luna
tan sabio e inocente
como en un cerco de aire
nos absorbe en una red
para ser cómplices de las promesas
que nos hicimos
en inmensos momentos de afecto.
El abrazo de la luna,
nos lleva a vivir completamente
en un idilio que el tiempo no ha de olvidar,
ni ha de borrar
las huellas del amor.
La luna,
en la playa,
cubre la arena que ha de ser nuestro
lecho de pasión
y de no vanas esperanzas.
¡Cantemos alborozados
nuestro himno al amor,
con nuestros cuerpos amando
en noches de impulsos
y de secretos!.
El abrazo de la luna,
tímido y a la vez audaz,
nos lleva a conocer
los más escondidos secretos
que habitan en nuestro interior.