Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 23 de abril de 2014
Ecos de besos no dados
Ecos de besos no dados,
resuenan en mi alma
como alas rotas de aflicción
y deseos reprimidos,
esos instantes que no se olvidan,
tan vacíos,
devueltos por las sombras,
tan vacíos,
rechazados por el tiempo.
Ecos de besos no dados,
ese instante que pudo ser tierno
y pleno de gozo,
pasó despacio por mi lado
y mi cuerpo desnudo,
desnudo de sangre de alas,
sin ojos para recordarte,
sin labios para recoger
el zumo de tus mieles,
se perdió en el canto
de los helados campanarios.
Los suspiros del mar
me humedecieron las únicas palabras
y los besos no dados
por los que vale vivir.
Ecos de besos no dados,
fue tan solo un instante breve
de la nada
acurrucado en una eterna espera
en la cueva del destino,
sin manos para decir nunca,
sin labios para besar los tuyos.
Ecos de besos no dados,
como dueños del silencio,
son como una tribu
de palabras mutiladas
y de tibiezas no recibidas,
se elevan entre montañas
hacia las nubes,
lejos, muy lejos,
en una partición de sol
en pequeños soles negros.
Hay en la espera del beso
un rumor a lilas
rompiéndose en la lluvia gris del alba.
Ecos de besos no dados,
soy como una viajera,
mujer poeta,
que ha dejado su cuerpo
junto a la luz
y ha cantado la tristeza
de lo que nace.
Mi alma sin tus besos
se estremece toda,
volcándose en la madre de las tinieblas.
Entre hilo e hilo de su tejido
de espera encierra
el anhelo del beso no dado,
guardado como tesoro
en el mundo para mí
perdido entero sin ti.
Ecos de besos no dados
que pasarán entre el frío,
el viento, la lluvia, el trueno,
resonando por un minuto de vida
breve
en los confines del mundo,
danzando como palabras de amor
en paraísos no encontrados,
que saltan de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Voy por galerías
donde vagan los besos
que no encuentran mis labios,
esperándolos,
sabiendo que no llegarán a mí.
Todo sonido en eco tuyo
me lo convierte el alma que te espera
y ahora en esta hora inocente
me siento en el umbral de mi mirada
como sonámbula
en una cornisa de niebla
esperando despertar como flor
que se abre al viento
en un camino de espejos
donde los besos son dados
como encantamiento creciendo
solos en la noche pálida,
enlazando fuegos de silencio,
ingenios en espejos.
Compréndeme
Compréndeme,
tú, el esquivo,
el que
hace piruetas danzarinas en el aire,
soy en tu existir ya una nada
ya que
dentro de mi corazón
surgen
las palabras tan plenas de significado
que
desaparecen sin ser comprendidas
porque
es muy difícil recibir un poema con letras
de
néctar y miel
y
construir el amor con la mente.
Compréndeme,
soy una
mujer poeta
que
necesita ser amada,
no me
juzgues
y sólo
trata de escucharme
porque
si hoy muero dentro de mis letras,
me voy
con ellas.
Estoy
pasando por un diferente sendero
sin estar junto a ti,
pero si
me amas
y estás
a mi lado
mis
poemas tendrán dueño.
Seguiré
escribiendo para ti
porque
te tengo encerrado
dentro
de mi mente.
Compréndeme,
la tristeza de que tú te alejaste
es como
una agonía del no existir
y no
quiero hacerte daño
diciéndote
¡vete ya de mi vida!
o trata
como el aire con su brisa nueva
sentirme
en mi tonada de vida.
Compréndeme,
con el
tiempo no me olvidarás, tócame…
yo soy
la zarza
que en
tiempos de lluvia, quema, llámame…
Al
escuchar tu voz
mi alma reconocerás vencida en esta guerra,
mírame.
Eres tú
mi agua quieta,
la turbulencia, calma y tempestad
que al mismo tiempo me doblega,
fórjame.
Compréndeme,
siente
en las palmas de tus manos,
en los
labios,
mi cálida
huella aún del tibio abrazo
en el
que dejamos de ser uno en dos.
Estamos
al otro lado
de los sueños que soñamos,
a ese lado
que se
llama la vida que se cumplió.
Y
ahora,
de
tanto haber realizado nuestro soñar,
nuestro
sueño está en dos cuerpos.
Compréndeme,
la
vida, si estamos juntos
se
siente como un sueño trémulo,
recién nacido.
Compréndeme,
mi silencio torvo y gris,
nace de
sentir que estamos separados
por
rejas punzantes y dagas afiladas
y por
el viento,
ahogándonos
de luz
el anverso
de nuestro cielo.
Respóndeme
a la armonía absorta
que
hallarás en mi alma
antes
de que el sol caiga,
ayudándome
a sobrevivir
sin tu
mirada encantada,
ésa la
que alivia mi espíritu
cuando
se aleja de ti.
Enséñame
a escribir
entre
penumbras de amor
al
recorrer los misterios respirados
juntos
en quebradas y curvas.
Compréndeme,
mi
fragilidad de mujer
que
como cristal suave
se
quebranta en ritmos
al
escuchar los latidos de la luna,
cuando
el viento se calma
y solo
se escucha mi voz,
rogando
que el deseo de tenerte,
de
acariciarte
para ir
de prisa en momentos de segundos
a enredarme con el calor de tu luz
en la
aurora,
en el
fuego,
en el
verso.
Inquietud
Inquietud
porque el temor,
la duda me acechan,
de que los
poemas de mi mundo mágico
desaparezcan insólitamente,
sin saber por qué.
Ellos
emergen
en un
momento perfecto
como el
principio de mi vida,
en
tropeles avanzan,
se
entrecruzan, se deshilvanan,
caen al
vacío del papel en blanco
con su
destino: que lleguen a tus manos.
Inquietud,
mis
lágrimas errantes
entre
mis versos peregrinos
que
abren la puerta del amor
entre
la afanosa y perdurable angustia
que
como ala es canción
y me
estremece el alma
al
temer ser herida y lastimada.
Inquietud,
por tus desdenes,
la
guardo clavada en mi espíritu
como
cruel espina perfumada,
amante
de la rosa.
La
guardo cual amado tesoro,
en mis
desvelos
cuando
para mis líricos consuelos
irradian
desde lejos mis versos,
tu
alborada
para
llenar de palabras de amor,
tu memoria.
Inquietud
de amar
que con versos y cantos
será
notoria por hacerlas
nosotros la sublimación de nuestros anhelos.
No
importa que se alargue nuestra espera,
sin
prisas viviremos en la gloria.
Inquietud
fugaz y pasajera,
quiero
mirarte cara a cara,
viéndonos en lo que somos,
brotando
desde las dichas cumplidas ayer,
la
dicha futura llamándonos
y otra
vez la vida se siente
como un
sueño trémulo
entre
pimpollos florecidos de alelíes,
campanillas
azules, rosas, amapolas,
enredaderas de vida de un existir pleno.
Siente
vibrar el amor dentro de mí,
¿Dónde
se habrá guardado la estrella mía,
mi
cristal ambarino de centelleante color?
Inquietud
de que tú, amor,
no existas
en mi vida
y esta
ternura que ciñe mis hombros,
que
entolda el oro de mi corazón
me colme de pena.
¿Adónde
buscaré el agua
si sólo
conozco el eco de la fuente?
La
noche me niega su torso de aurora
y voy
extrañada, perdida, anonadada
al mundo en que tú estás
trocando
el aire azul
en
búsqueda por el cielo
donde
estás tú, mi amado.
No
queda mucho tiempo, todo cambia.
¿No
sientes inmensas huestes de besos,
de
resistencias, de porvenir en las manos,
de
arrebatos y de calmas?
Inquietud
de que perdamos el segundo fugaz
de
encontrarnos,
porque
allí, detrás de los besos,
de las
miradas, del gozo sin forma,
están y
seguros,
nuestros
mutuos sentimientos esperados,
esperando,
defendiendo
en penumbra
lo felizmente encontrado.