Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 25 de abril de 2014
Lujuria de amor
Lujuria
de amor
entre
dos seres que viven amándose,
entre
dos cuerpos desnudos
en
uno sólo,
enlazados
por enredaderas del amor.
se
buscan,
se
inundan de caricias aterciopeladas,
sensuales,
sus
bocas como aledaños de amor
no
dejan de buscarse.
Lujuria
de amor
éxtasis,
pasión, gozo, placer,
instantes
que se viven
como
almas encendidas
y
cuerpos en llamas.
Mi
sed de tí
me
ahoga,
reclamándote
a cada instante.
Te
necesito
junto
a mí.
Nuestra
pasión de locura,
nos
lleva al frenesí
del
placer procaz y ardiente.
Nos
enroscamos
entre
sábanas sedientas de amor
y tu
cuerpo,
viril
y fuerte
aprisiona
mis muslos
y
descubren el suelo
por
mi pie desnudo.
La
sangre corre veloz por las venas
en
una recorrida total
por
nuestros cuerpos
donde
los orgasmos
se
suceden unos tras otros.
Tu
lengua inquieta y veloz
va a
dejar su aliento
en
mi monte puro y virgen
que
lo espera ansioso.
Mis
pezones se excitan,
mi
cuerpo se balancea,
baila
al compás del amor sensual,
mis
senos son tuyos,
¡ámalos!
como
si fueran fuente de placer intenso.
Quiero
mi nombre recogido en tu boca
para
calmar la sed
de
mis labios que ansían tus besos.
Murmullos en la noche
Murmullos
en la noche,
colmada
de cálidas palabras
encendiendo
velas donde el viento
sacude
negra soledad.
Ayer en
la noche,
entre
los silbidos del viento
acaricié
el pétalo de tu sombra.
¡Qué
extraño fue!
Murmullos
en la noche,
los dos
quietos,
abrazados
en un solo cuerpo,
sentimos
en oleadas
de
viento y agua
que la
esperanza viene a nosotros.
Murmullos
en la noche,
somos
dos,
sólo
dos,
con
miedo a ser uno.
Miedo a
amar y a dejarse amar
miedo a
pasión desbocada,
miedos a besos furtivos y deseados,
miedo a
vivir entrelazados
bajo
las ramas confundidas y anhelantes
de los
ligustros.
Miedo
de ser naturaleza,
viva,
en la
naturaleza.
Murmullos
en la noche,
delirios
alucinantes
de
saborear la paz
serena
de tu amor
y cada
mañana tu aliento
de
cigarra anida
mis
ojos abiertos
en la
penumbra quieta.
Murmullos
en la noche,
que mi
alma juglaresca escucha
como
fondo apabullado,
son
murmullos que
como
arrullos de horas muertas
nos
nombran,
para
unirnos con mil ojos
confundidos
de caricias
en un
viento indiferente
que
juguetea con nuestros cuerpos
plenos
de amor.
Murmullos
en la noche,
quiero
que tú
con tus palabras y gemidos de amor
aturdas
todos mis sentidos.
Comúlgate
conmigo,
apagan
los murmullos que deliran
desboca
los temores indefensos
y sólo
¡ámame!
y será,
entonces, el mundo nuestro.
¡Ámame!
Seré la
sal de tu camino
y el
verde de tu sombra acogedora,
seré tu
cuerpo de perfumes
y
aromas dulces,
brazos
de estatuas,
esculpidas
por la pasión fresca
de mis
formas tuyas.
Anhelo frustrado
Anhelo
frustrado,
creí en
tus falsas palabras,
melodiosas,
seductoras
que acariciaban mi alma,
pero
eran tan sólo
palabras
vacías de amor.
Y llegó
el fin,
donde
no quiero ni nombrarte,
ni
pensar en ti.
Sólo,
ser humo en tus ojos
y del
mundo sin ti,
el
final.
Anhelo
frustrado,
no veré
más tus ojos
que me
quemaban hondo,
que me
mataban con su gris ausente
con tu
piel de vientos
y tu
pasión de locos.
Anhelo
frustrado,
tu amor
me ató
y me
desató
en cada
lujuria de tu mirada errante.
¡Basta
de seducción!
procaz
y sin verdades ardientes
y yo
quedo con el desgarrador recuerdo
de tus
ansiados besos.
Creaste
música blanca,
para
conquistarme en plenilunio,
consumiendo
mis temblores,
devorando
mis gritos
bajo tu
piel fantasmal
y
traicionera
que aún
me ahoga desde esta distancia
tan
presente.
Y aún
estás
rezagando
mi camino
con
cadenas y cerrojos en mi vida
para
que nadie pueda entrar.
¡Basta!
vete ya
de mis recuerdos
tu
nombre ya está guardado en mis joyeles.
No
leeré ni una letra tuya,
no me
escribas para que yo desborde
y me
consuma en fuego.
¡Déjame
en paz!
con mi
silencio flotando sobre el agua
que
mana de mis recónditos adentros,
Balanceándose
en mi frente una corona
por
donde el aire se escapa de mis dedos
y no
saben ya mis labios
la palabra
que una
tus
oídos a mi verso.
Anhelo
frustrado,
fueron
por momentos
anhelos
amados,
ilusionados,
vibrantes,
ahora
sacúdanse
de las
bases de mi sangre
y que
tu nombre desaparezca
contra
el cielo
y
desnudándote camina sobre el muro
que
cerca mi silencio.
Tú ya
no estás más en el verde
levantado
del árbol
donde
perdí mi albedrío,
ni en
el viento caliente del estío
ni en
la orilla del mar enamorado.
Amor
frustrado,
perdido
por siempre
sin
sentir ya más el cercado de tus ramas
amaneciendo,
ya renovada y sin fe en tí.