Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 15 de enero de 2015
Aromas de vergeles
Aromas
de vergeles,
en
prados florecidos
de
multicolores flores
y de
fragancias exquisitas,
allí
quiero estar.
Ir en
busca
del
edén divino de belleza,
para no
volver nada
o para
volver
inhibida
de fragancias
de
alelíes, rosas, azahares,
azaleas,
jazmines.
Tenderme
en los jardines
y unida
a las abejas
oír y
aprender el dúo
que en
la flor recién abierta,
el
perfume y el color
misteriosamente
elevan.
Pasar
por rosaledas,
contigo
abrazada
y que
su aroma nos inunde
en una
nube de esencia
como
emanaciones de amor recién florecido.
Aromas
de vergeles, de bosques umbríos
que
beben luz de las estrellas,
dormitamos
en el silencio blanco
de la
luna llena
o como
en potros de llamas
cabalgamos
en los cometas.
Pensativa
y calma
en el
vergel sumergida,
surgen
de mi corazón de poeta
los
versos de amor para ti
que un
rojo sol prisionero
encerrado,
encuentra.
Quiero
volar contigo
por
todo el universo
y
regresar con las flores inmortales
del
pénsil de la belleza.
Aromas
de vergeles
que
hacen nacer el ideal del poeta,
el que
está en el mundo interior
pleno
de encanto.
Suelta
la flor su perfume,
mas si
una frase lo aspira,
se
evapora o se consume
en las
cuerdas del violín.
Efluvios
de suspiros de amor
en un
intangible ensueño,
donde
lejana, la flor se esconde.
Aromas
de vergeles,
donde
la mujer poeta
escribe
lo que es en su fantasía,
ave y
flor, mirlo y lavanda,
pues
viven sólo en la bruma
que en
la ilusión se levanta
ese
canto que perfuma
y ese
perfume que canta.
Aromas
de vergeles,
bálsamo
de colores que nos inundan,
los
verdes más verdes,
los
tornasolados ocres,
los
lacres de hojas marchitas
nos
inundan de amor placentero,
pleno
de paz y belleza.
Tendida
en ese campo infinito
entre
amapolas y margaritas
el
aroma de la tierra húmeda
hiende
mi alma necesitada
de tu
intenso amor.
¿Bajo
qué fronda te escondes?
Ven y
tiéndete a mi lado,
el
cielo nos acaricia,
el
viento nos mece
y las
hierbas frescas
nos
acunan en su mullido lecho.
Aromas
de vergeles,
en esta
aurora placentera,
entre
mil estupendos follajes,
temblorosos
de primavera,
nuestro
amor crece, se agiganta,
entre
sones de música celestial
y canto
de pájaros.
El camino del silencio
El
camino del silencio,
nos
llega hasta el alma,
sin
saber de qué ausencias
de
ruidos está hecho.
¿Son
letras, son sonidos?
Es la
lengua antigua del paraíso,
sones
primeros, vírgenes,
tanteos de los labios
cuando
en el aire del mundo
se
estrenaban los nombres
de los
gozos primeros.
El
camino del silencio,
que los
dos unidas nuestras almas
recorremos
íntimamente
en una
realidad que no deja huella,
en
memoria ni en signo en la paz
de
intactos cristales
que nos
libera del ruido, de la sombra.
El
camino del silencio,
nos
remonta juntos, muy juntos
a las
nubes altas como manantial de dicha
que
suave emana entre libros,
flores,
pájaros y sueños.
Nuestros
pasos ni resuenan
en la
acera solitaria
y se
pierden en la cinta del eco
enredada
en la cabellera de los árboles.
El
silencio nos rodea entre luces y sombras
uniéndonos
en la salud luminosa de las sonrisas.
Nuestras
manos se tenderán
para
recibir las rosas de las caricias.
El
camino del silencio,
nos
lleva a senderos
entre
montañas y estrellas rutilantes.
Nuestro
amor, silencioso y profundo
es como
un árbol florecido, río de música,
llovizna
de jazmines
que nos abraza con total intensidad.
El
camino del silencio,
nos
conduce a lo hondo de nuestra alma,
nos
ampara, nos salva,
con su flor de cielo
envolviéndonos
con guirnaldas y collares
sin
sonidos ni sones.
Iremos
juntos como tordos de niebla,
recorriendo el verde campo
de
amapolas florecidas.
El
camino del silencio,
iluminado por los rayos áureos de la luna
nos une
cada instante más,
no son
necesarias las palabras,
el amor
nos rodea
y en un
abrazo profundo
bajo el
sauce lánguido de la noche nos envuelve.
Sólo el
silencio nos rodea
y
nuestras manos estremecidas
se unen
en el mar de mi regazo
tras
los sueños liberadores del tedio.
A
través de nuestro silencio compartido
llegaremos a las islas
que
jamás cruzan
las crueles aves del tiempo
y vamos
tras la azucena jubilosa
del amor límpido y puro.
Vamos
juntos abriendo
el
tupido follaje de misteriosas selvas
tras las calandrias y las rosas
de
primaveras lejanas.
El
camino del silencio,
con una
inmensidad amorosa
convertido
en puente al infinito
nos
conduce,
castos,
transparentes, serenos.
Lo que soy y lo que fuí
Soy un
alma peregrina
iluminada
por el amor,
entre
arrullos y cantos,
entre
claridades de luna
y
brisas de jardín
con el
corazón infinito
en el
cáliz naciente.
Boca
que busca
el
nuevo verbo de besar.
Fui un
mundo en sombras,
sin fuentes
para beber
ni
refugio de dulzura
en el
vago adormecer.
Lo que
soy y lo que fui,
ser
transformado con el cuerpo
llevando
el alma,
siempre
vanamente
a
pensar en ti
para
que te vuelva a olvidar.
Hoy soy
aire
que me
llena de espacio
y
equilibrio con calma
voy al
cóncavo delirio
con mi
mirada ininterrumpida
en el
vasto universo.
Lo que
soy y lo que fui,
cuerpo
íntegro,
alma no
más adolorida,
en el
mañana iré a lugares lejanos
sin
querer ni un resquicio de sombra,
apresando
siempre
el
resplandor supremo de un verso.
Fui en
el ayer, ayer de ayeres,
los
cantos del dolor entre sollozos roncos,
el amor
me había abandonado
y mi
corazón sufriente,
casi
temblando
se
hundía en el mar de llantos
entre
gritos y clamores
en la
cavidad negra de las olas
y en el
abismo del viento
donde
va lo que muere.
Lo vi
descender
al pozo
de las tormentas,
abrirse
como un loto
en las
aguas tranquilas,
bailando
en las olas,
rebotando
en las crestas.
Soy
ahora en este Hoy
un alma
inagotable
que
mana de una fuente
refulgente:
amor.
Amo la
vida,
abro
los brazos, me regocijo
y me
yergo embelesada
ante el
milagro del existir.
Antes,
mi espíritu vagaba
por la
extensión de la nada,
insensible
a las señales del viento melodioso,
ahora
río, canto, danzo
y los
versos, las ideas, las palabras de amor,
revolotean
a mi alrededor,
girando
bailes sin traspiés,
volando
en el viento
hasta
las hojas amarillentas
que las
esperaban con inquietud.
Mi
mundo interior
ni se
disuelve ni vacila,
se
desatan por dentro
los
miedos sin morir
y como
el canto de un violonchelo
se
evade y se extiende
en el
aire amortiguado
y se
derrama entre olas de caricias
y
ternuras frescas.
Lo que
soy y lo que fui,
antes
no tenía el caudal del amor
que
como río desbordante
inunda
tierras y campos,
ahora
tengo un corazón
pleno
de esperanzas
y de
deseos de paz y de felicidad,
yendo
al claro manantial
donde
la sed termina
y
comienza mi mundo de azul dulzura
resplandeciendo
en la transparencia
de un
nuevo amanecer.