Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 5 de febrero de 2015
Mi corazón te llama
Mi
corazón te llama,
escúchalo
palpitar sólo en pensar en ti.
Tristeza
es que mi corazón
te
llama a gritos y tú no estás aquí
para
compartir su soledad.
No te
escribo poesías,
te
entrego poemas de amor,
no te
oculto que te amo,
te lo digo
en silencio con mi corazón
clamando
por tu presencia a mi lado.
En el
remanso de agua mansa
estoy
contigo bajo la verde cabellera
de un
sauce que se mueve a ratos.
Al río
la imagen del cielo
viste
su hermoso terciopelo,
en el
centro fulgura
el agua
con cristales de fraguas.
Mi
corazón te llama,
respiran
gozos mis anhelos,
cantos
en la lira y en el alma vuelos,
sólo en
pensar que estarás a mi lado
susurrándome
palabras de amor.
¿Qué
bien a tu bien se puede igualar?
Clamo
por ti,
vibro
tan sólo en pensar en ti.
En la
amable brisa que besa mi frente,
oigo tu
sonrisa fugaz y clemente.
Mi
corazón te llama,
porque
en ti todo es suave,
la luz
del rocío,
el
cantar del ave,
el reír
del río.
El
cielo tan azul que amas tú
en
nuestro fragante edén
nos
espera siempre.
Mi
corazón te llama
al
despertar la aurora
su
mirada de alegre claridad,
de los
campos brota un perfume de paz
y mi
cuerpo ansía estar entre tus brazos,
sintiendo
tus dulces caricias
sobre
mi piel ansiosa
y
deseosa de ellas.
Un
alegre cantar de frescas notas
van
despertando el campo
en la
mañana de mi alma,
surgen
palabras de amor
con
inocente ritmo.
Mi
corazón te llama,
clama
por ti con desesperación,
late
con cadencia inspirada
es un
millar de notas que me subyugan
y un
millón de arpegios que me elevan hacia ti
cuando
al brillar la aurora
todo el
paisaje canta.
En
fantásticos pentagramas,
plenos
de dicha y luz te espero
en
nuestro lecho de amor.
Mi
corazón te llama
y como
ardiente orquesta palpita,
late,
en un
alado idioma sin palabras
surgiendo
estrofas en torrentes
que en
sones se precipitan.
Redoblan
los vibrantes tambores
en mi
pecho con tan sólo pensar en ti,
son
orquestas con música de mares
y como
estruendosas cataratas
de
alegres notas van a la lira
que los
espera ansiosa.
Mi
corazón te llama,
con
amoroso sentimiento,
como
cuando los pájaros cantan en coro
y el
río ajusta a la sonata
las
liras de cristal sonoro
que
tañen las ondas de plata.
Contigo
a mi lado amado amante,
vuelan
los ritmos
entre
aromas de amor y los poemas,
las
prosas,
interpretan
raudos y veloces
todo lo
que por ti siente y arde mi alma
de
poeta todo el trémulo esplendor
de
estar junto a ti.
El camino del silencio
El camino del
silencio,
Tú,
en el alto
balcón de tu silencio,
Yo,
en la barca,
sin rumbo de
mi vida,
Los dos
perdidos
por igual
camino,
tú esperando
mi voz
y yo,
esperando…
Esclavo tú
del horizonte
inútil,
encadenada yo
de mi pasado,
mi silueta de
nave en tu pupila,
no eres más
mi brújula
y timón para
mis brazos.
En pie en el
alto barandal marino
tú aguardarías
mi llegada en
vano,
yo habría de
llegar
sobre la espuma
en el
amanecer
de un día
blanco.
El camino del
silencio,
me perdí
en la niebla
de tu encuentro,
por el alto
balcón
de tu
silencio.
Olvidé la
señal para mi barco.
El camino del
silencio,
me perdí
buscándote
como un pájaro
ciego por los
años.
La voz
precisa
quedó bajo el
silencio sepultado.
No lo puedo
decir,
el eco se fue
se fue lejos,
repitiendo
mis palabras
y acaso es
largo el camino
que el daño me asegura.
No lo puedo
decir,
y sin embargo
sé que está cerca
la total
negrura.
No lo puedo
decir,
mis labios
están sellados,
mi búsqueda
se perdió
en la nada.
No lo puedo
decir,
todas las
penas
se van
volviendo ya
como serenas
soledades
que aquí
no tienen
signo.
El camino del
silencio,
y aunque la
muerte
simplemente
abra,
aunque al fin
me arrebaten la palabra,
no me voy a
callar
ni me resigno.
Mi camino
buscará la luz
y las mágicas
palabras
que me den alegría
y no pesares.
Nadie
Nadie,
no fue nadie ni nada,
la Muerte me llevó
por vericuetos misteriosos
atravesando murallas,
abismos, cuevas,
llevándose con ella mis amores,
mis alegrías, mis
risas,
mis poemas, mis
danzas.
¿Por qué hizo esto?
¿Cuál es la razón de este secuestro no tan furtivo?
Me llevó lejos de ti,
mi amante, mi amado.
Nadie,
voy en busca de la clave
o algún poema en alguna flor
para descifrar el tiempo que nos queda,
mírame sin los ojos
para fraguar en el confín del infinito
y sobreviviré en la memoria de un beso.
Esto sería posible,
caer en el abismo
sin fondo
a inaugurar la memoria vacía
frente al silencio eterno de la Muerte.
Nadie,
sólo nos queda reptar
en los polvos de los huesos de nadie
y esperar en ese
sitio la luz
que borre mi nombre y mi sombra
de la historia de todos.
Tendré que escribirlo todo para no olvidar,
o morir con una granada de palabras
y miles de preguntas como esquirlas.
Danzan en el viento
las hojas amarillas del otoño
presagiando la arritmia
del pulso de la Muerte.
Cargo mi equipaje de rosas marchitadas,
el herrumbre de la sombra
y un nombre como tantos.
Arde y cruje la madera,
esparciendo las cenizas
de este crematorio de esperanza.
El tiempo acalla voces,
el recuerdo horada surcos de dolor,
todo conspira la herencia de los muertos,
el frio del invierno,
el silencio de los pájaros.
Nadie,
sin ti soy nadie,
te necesito muy junto a mí
en la vida y en la muerte,
acá y más allá,
cerca y lejos.
En el paisaje celestial se posa la mirada
del ojo que no existe,
bajo el pie del caminante,
el hueco interminable del abismo.
La memoria juega el juego del olvido
sin nombre que me nombre,
se agrieta esta montaña de silencio
y hace cumbre la última palabra
¡Adiós!