Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 23 de febrero de 2015
Susurros Del Alma
Susurros
del alma,
están
en mí,
como
una lluvia de suavidades indefensas,
íntimas
que
claman por sacarme
de mi
rutina diaria y solitaria
para
arrastrar mi sed de verme
en el
silencio de tus miradas grises.
Susurros
del alma,
calmos,
cálidos, íntimos
que como una brizna viva
me
acercan a tu lejano letargo de cariño
para
nacer en tus atardeceres
bajo el
canto de tus besos
en la
danza de tus brazos
en el
ritmo de tu anhelo en flor.
Susurros
del alma,
encienden la leña
de tu
cuerpo de mármol perfumado
para
recibirme
entre
las lenguas encendidas de tus manos,
pero
son sólo sueños,
son
pasados tibios
porque
son futuros limpios.
Pienso
en tus brazos de estatua,
esculpidos
por la pasión fresca
de mis
formas tuyas.
Susurros
del alma,
murmullos
sutiles, dedicados,
que llegan de improviso,
rumoreando frases de amor
entre jacarandaes madurados en la distancia.
Los
siento llegar como mariposas
al
vuelo de fuego y de tormenta
en mi
alma juglaresca,
en mi mente de fantoche apabullada
y me
arrullan en mis horas muertas
esperándolos donde busco
tu
figura desdibujada y deslineada.
Susurros
del alma,
los
quiero junto a mí,
sintiendo
las caricias
no como
un viento indiferente,
sí con
besos ardientes y apasionados,
jugueteando
en mi carne muda de cariño.
Susurros
del alma,
los siento aflorar en todo mi ser,
esperándolos
expectante en mi silencio
colmado
de ti,
como un
juego puro, sencillo.
A veces
se me olvida
que
vivo de milagro el amor fabuloso
que me
inunda ingrávido sobre tu recuerdo
con
corazón de magia
sintiendo
la ilusión de que nada nos cuesta nada.
Que el
hecho más simple,
el
primero y el último del mundo
fue querernos.
Susurros
del alma,
viven
en mí como luces extrañas
que
buscan el amor,
ese, el
anhelado, el verdadero,
el que
busco torpemente
con una
cálida fuerza extrañada.
Los
espero tropezando con el cielo,
entre
papeles que esperan
mi
prosa de amor inspiradas por ti,
mi amado amante.
Susurros
del alma,
los
abrazo tiernamente,
se
acercan con gracia,
con un
querer ansiado,
traen
un sueño, un sueño único
que
siento todo trémulo
por
haberlos esperado siempre.
Susurros
del alma,
entre
tibias memorias, sin contornos,
entre
lirios y verdes valles,
tientan mi recuerdo y mi albedrío
haciendo
nacer en mi suelo
hasta
tu frente
una
hiedra de amor enternecida.
Sinfonía en no
Sinfonía
en no,
romance
trunco, deshilachado
entre
acordes sin fin,
dormitando
en el silencio sin ecos,
como
fuegos en llamear
cabalgando
con los cometas.
Sinfonía
en no,
amor
que se hundió en el mar,
buscando
la obertura perfecta
que lo
hiciera renacer
de
entre pavorosas tristezas,
volviendo
las superficies,
engalanado
de preludios.
Sinfonía
en no,
en
instantes breves,
casi sin darnos cuenta,
bajamos al abismo
donde la luz no penetra
y donde
millones de ojos
nos
sorprenden y contemplan
como en un acorde no alcanzado,
sin
notas afinadas
en
músicas sin armonías.
Sinfonía
en no,
su
punto de encanto se astilló
en mil
cuerdas de liras y laúdes
que se
consumieron en el aire todo
sin que
una frase musical
la
inspirara a escribirla.
La
composición toda
de las
alas de los sueños,
frotó
en cada estrofa
en una
nube de grises partituras
y sólo
con ímpetu alado
al
ideal asciende
en un
concierto de risas y lloros en flor.
Sinfonía
en no,
en
pentagramas sin notas,
vacíos
e ignorados,
se
buscan y no se encuentran,
sus
notas ciertas se reconocen apenas
en el
sonido leve de un viento suave.
Pero
las notas no responden,
ni en
ninguna parte aparecen,
¿en qué lejanía se encuentran?
¿bajo
qué frondas se guarecen?
Sinfonía
en no, encubierta,
no se
encuentra en este mundo
ni está
en claves, ni en signos,
tallados
en visiones
que la
están buscando.
Sinfonía
en no,
no se
escribió aún, inútilmente
noticias
de sus acordes
se
buscan en el viento,
en las
aves, en las flores,
en el agua de las fuentes,
en los
astros del firmamento.
Sinfonía
en no,
aparecerá
improvisada
surgiendo
en un violín entre acordes flotando,
en sus
líricas composiciones.
Las
notas claras, redondas, tibias,
despacio
se van a su destino,
se van
a la nada,
son eso
no más,
su
curso en preludio perdido,
una
huella a lo largo
que se
borra enseguida.
Sinfonía
en no,
maravilla, milagros,
desde
lejos se oye el trepidar de sonidos
y en
los sueños resuenan
graves,
bajas y sin tonos.
Sinfonía
en no,
vuelve
invariablemente,
exacta a ti misma,
deshaciéndose
en tiempo, polvo,
dejando
sólo vagos rastros fugaces,
recuerdos
de armonías escuchadas
en
leves recuerdos
que por
el aire vuelan,
portadoras
de fusas, semifusas, corcheas
que se
entrecruzan
sosteniéndose
solas
en
pentagramas vacíos.
Alma vagabunda
Alma
vagabunda,
levantaste
vuelo hacia horizontes infinitos,
áureas
nubes que te hacían danzar
entre
silbidos de vientos suaves
como
gemidos de un amor lejano.
Alma
vagabunda,
perfumes,
luces, formas y sonidos
desentrañados
de su cautiverio,
azuzan
y apaciguan los sentidos
en
un riesgoso y repetido juego.
Detrás,
la espesa niebla del misterio
y
más allá un Dios mudo, sordo y ciego.
Alma
vagabunda,
vagabunda
que el aire hace
que
hienda en pos
de
las campanas,
averigua
el río de los cristales,
la
dulce redondez de la manzana,
la
cruenta hostilidad de los cardales.
Alma
vagabunda,
¿cuál
es el motivo que no te deja detener
en
ningún lugar?,
¿qué
buscas?,
¿qué
signos y enigmas
vas
señalando como cada minuto el reloj
desgrana
con sus pinzas prolijas y puntuales?
Mi
entendimiento se afana
por
descifrar esa búsqueda inútil
de
recalar tu alma vagabunda.
Alma
vagabunda,
en
tiempo diferido,
en
una odisea sin fin
no
puedo dejar de pensar
por
qué abandonaste la mansión de tu ser.
¿Fue
por desconsuelo de amor?
Te
dejaron sola e incomprendida
y
emprendiste el vuelo eterno.
Alma
vagabunda,
pura,
virgen, desamparada,
te
mueve sí el pensamiento
lo
más sublime e inefable energía universal
creando
palabras, poesías de amor,
volátiles
e inacabadas
para
que nadie las descubra,
son
para ti, sólo para ti
amado
amante.
Alma
vagabunda,
no
vueles tan alto
que
no puedas apreciar
la
hermosura de la senda
que
te conducirá hacia él,
tu
enamorado de siempre,
caminando
en puntas de tiempo.