Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 5 de marzo de 2015
La dicha de ser
Siempre se tiene que esperar
la dicha
con los ojos terriblemente
abiertos.
Escogida estoy ya para la
hazaña
del gran gozo del mundo:
de soportar la dicha,
entregar todo,
carne, vida, muerte,
resurrección;
de acostumbrarme a su caricia
indómita,
a su rostro dulce, a sus
cabellos desmelenados,
a la quemante lumbre, beso,
abrazo,
entrega total de mi cuerpo.
Dicha es lo fácil del alma,
es lo que se tiembla al
sentirla venir.
Para que llegue la dicha
Hay que irse separando uno
por uno,
de costumbre, capricho hasta
quedaros vacantes, sueltos.
Quedarse bien desnudos de
nuestros sueños,
tensas las fuerzas vírgenes
dormidas en el ser.
La dicha solo es el anuncio
de su ardiente inminencia
galopante.
convoca y pone en pie,
porque la dicha quiere también
la dicha.
Desgarrada en dos,
llega con el miedo de su
virginidad
inconquistable anhelante de
verse conquistada.
Me necesita para ser dichosa
lo mismo que a ella yo.
Lucha entre darse y no,
partida alma
su lidiar, lo sufrimos
nosotros al tenerla.
Los elegidos para ser felices
somos tan solo carne
donde la dicha libra su
combate.
Prefiere quedarse a irse,
se desgarra por sus heridas,
nuestra sangre brota, ella,
es inmortal.
Dicha que despierta mis
poemas
escondidos en el más allá,
los que busco en mi causada
fantasía.
Muchas veces misteriosa
poesía, para hallarte,
vuelo y vuelo bajo el cielo y
el mar.
Te vi llegar
en cada ola que golpea las
rocas.
Dicha cual caricia eres mí
espuma,
formas parte de mi vida.
Mi dicha con audacia
inquieta,
sin cesar, te has buscado la
poesía
en el rojo esplendor del
mediodía
y en la nocturna soledad
secreta.
Te estoy amando
Te estoy amando,
día a día un poco más
y quiero estar contigo
en cada amanecer,
esperando la luz de la
mañana,
besando tu piel
para que me sientas.
Siénteme para sentirte,
amor de mis amores.
Te estoy amando
en la entrega de este
inmenso amor
que en las manos asustadas
y deseo no más oscuridad
sólo una hermosa noche
que nos abrigue con su manto,
no se nos va a quedar.
.
Te estoy amando,
casi sin darme cuenta,
te preciso en cada instante
y tus energías y deseos
me invaden del más allá.
Quiero beber de tus labios
el rocío del cielo,
el néctar de las flores
frescas,
deseadas,
para perderme en tu cuerpo
entre amapolas,
azucenas y rosas.
Hazme sentir
que la vida empieza Hoy
para nosotros,
lejos de traiciones y envidias.
Ya no abrigo esperanzas,
sólo realidades,
tengo aromas de jazmín,
de parra y de trigo
en tus amantes brazos
y en tu pecho…
las aureolas de la luna
de color rosa bordadas.
Quiéreme
como yo te estoy queriendo,
haciendo de este amor
un Paraíso,
que nuestros momentos
sean una eternidad
y tú el único arquitecto
de mi felicidad.
Te estoy amando,
los colores del amor
han asomado a tus mejillas,
porque reímos y cantamos
juntos
apretados como en un
capullo.
Refúgiate en mi pecho
y yo sentiré tu calor
y tus besos embriagándome
de aromas
que dejas en mis senos.
¡Te estoy amando tanto,
mira de qué manera!
Será porque mis miedos
todos los ahuyentas,
llenas los espacios vacíos
de mis años,
compartes añoranzas
y tiempos que se han ido,
escucha la llovizna que
acompaña mis días
con tus dulces besos
en la llegada de mi estío.
Te sumerges en mis oasis
de aguas cristalinas,
para bañar tus sueños
y que allí se cristalicen.
Te estoy amando
¡siente cuánto te amo!
¡Ardiendo estoy
por sentir tus labios en los
míos,
estremecida mi alma!
Ven a mí,
¡te daré todo el amor
de nuestro existir!
Tu huella que mi mar se llevó
Tu huella que mi mar se llevó,
lejos, lejísimo,
ni se verán más tus pasos firmes y seguros,
ni sentiré tu húmeda piel sobre mi cuerpo,
desnuda está mi carne,
colando entre mis dedos mansa arena
aunque a veces hacia adentro
el deseo reverdece puliendo
artesonados por tu ausencia.
Tu huella que mi mar se llevó,
otras aguas se mueren en tu pecho
que son mar a mis sueños y mi olvido,
mas tus naves combaten y naufragan
en un abismo de geográfico equilibrio.
Iré a vivir el mañana sin que tú cerques mis huellas,
temblando de futuro,
a sentir la vida de prisa,
segundos, siglos,
siempres,
nada.
Alfabetos de mi espuma
un día te alejaron de mi mar
y yo por perdido te di,
quizás por un instante tan sólo.
Tu huella que mi mar se llevó,
porque ya no sentía las alegrías altas de tu querer
y las angustias de estar aún queriendo
poco me inundaron con lagrimones que anegaron mi pecho.
Sólo quedaron en mi alma los poemas,
las frases,
los monosílabos de amor
que se escondieron dentro,
muy dentro,
para que tu huella no se lo llevara a la nada.
Desde la tarde aquella que mi mar te llevó
aún andan por mis venas mis versos despacito
y muchas cosas he visto que pasaron traídas
y llevadas por el tiempo.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos,
sobre mí tú seguiste como el sol en los pétalos.
Y tu huella mi mar se llevó en la brisa de mi dolor caído,
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto,
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.
Tu huella que mi mar se llevó,
te llevaste mis caricias en el gesto de tu abrazo
y en tus palabras quedaron rumores
parecidos al lenguaje que llevabas en tu boca de agua
desde el más quieto charco al más agreste risco.
Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado una espada de espumas blancas.
Ha sonado la lucha y me siento intocada,
mi mar te llevó,
estoy sobre los siglos con fiereza de olas…
¡Nadie palpe la sombra
que mi impulso ahuyentara!
¡A veces la vida me quiere estallar
en canciones de angustia inesperada!
Yo quisiera quedarme en el secreto
de mis penas punzantes como estrellas,
pero mi alma no puede alcanzar
el silencio del poema sin palabras.