Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 18 de marzo de 2015
Me entrego a ti mi amor
Me entrego a ti mi amor,
te busco y anhelo
tu presencia a mi lado.
Mi piel tiene el sabor de miel
de tus besos y mi cuerpo
clama excitante
que vengas a mí y me amas.
Me entro a ti,
con mi alma deseosa de amor,
ahora, en este instante, ya,
sin esperar en vano al vacío
absoluto
sin el encuentro de nuestros
cuerpos unidos
como uno solo,
entre besos,
caricias, ternuras,
mimos de ansiedad compartida
de llegar juntos a culminar
como si estuviéramos
en nuestro Paraíso terrenal.
Me entrego a ti,
mi amor,
con toda mi pasión,
mi ardor otoñal,
con mi cuerpo aún deseoso
de ser poseído por ti.
Cuando estamos juntos
volamos hacia la inmensidad del
horizonte
bajo la luz de las estrellas
que iluminan cada momento del
amor
que nos une, nos estruja,
nos hace explotar con dulzuras,
con besos profundos,
casi sin ruido algunos,
otros melodiosos que piden más,
mucho más.
Me entrego a ti,
mi amor,
avivas mis deseos de ser tuya,
enteramente tuya y mi virginidad
te entrego en cuerpo y alma.
En nuestro lecho de amor,
entre azahares,
rosas, amapolas,
verdes lotos recién nacidos
hicimos el amor con pujanza,
entre impulsos tanto esperados,
con vaivenes de entrelazos,
como con abrazos y suspiros
levemente
respirados entre besos
que nos llevan a nuestro mundo,
sólo nuestro.
Me entrego a ti,
somos dos en un cuerpo y dos
almas,
entregados al amor con
intensidad,
plenitud, alborozo, alegrías y
risas sin fin.
Bailo entre tus brazos,
mis caderas sin quererlo se
mueven solas,
bailando como si estuvieran
en las mil y una noches.
¡Qué felicidad!
¡Soy toda tuya!,
sólo tuya,
bajo el arco iridiscente
de la bóveda celeste que nos
acoge
secretamente en nuestra íntima
soledad.
Me entrego a ti con regocijo,
sin pudores, ni tabúes,
con toda mi ternura,
mi amor, mi dulzura,
enamorada de ti como de la vida.
¡Te amo!
Te esperé durante mucho tiempo
pero por fin me encontraste
con todo el arte de tu seducción,
tus palabras fueron sin saber
la caricia al interior de mi
mundo
haciendo remover en mi cuerpo lo
dormido,
lo que se había detenido en un
lapso de la nada.
Vivamos tan sólo el Hoy,
es el que no unirá por siempre.
Vendavales de dolor
Vendavales de dolor,
el viento se arremolina
a mi alrededor,
con densos movimientos
por el pesar que me envuelve
al darme cuenta de que te fuiste
para siempre,
me abandonaste aún
con palabras de pasión
diciéndome que me amabas
que me querías con toda tu alma.
Vendavales de dolor,
con mis manos temblorosas y a tientas
en la penumbra de la luz
de las velas encendidas
para que iluminaran
nuestro gozo y placer,
te busco inútilmente,
te fuiste sin un adiós.
La música que nos unía a los dos
ya no se siente,
se fue con el viento a horcajadas de las nubes
e incontrolada fantasía de amor.
Mis suaves y dulces poesías se escondieron
en lugares secretos de mi alma,
ya no son mas para ti.
¿Es que en unas horas
encontraste otros ojos en los cuales mirarte,
y otros labios para besar?
¿Cómo es posible que te hayas ido
despidiéndote con palabras tiernas de amor?
¿Eran fingidas?
¿Eran traicioneras?
¿Eran hipócritas?
No lo sé,
yo te sentí mío, igual que siempre,
amándote hasta el infinito,
sintiendo tu cuerpo junto al mío,
con el calor del deseo y del placer.
Vendavales de dolor,
sí, siento ira,
enojo, dolor,
pena, llanto,
desilusión,
desolación,
desespero.
Creaste en mí un vacío inconmensurable
en el que el amor se hundió en el abismo
del miedo y del terror,
de que todo esto sucedido sea verdad
y no fruto de mi portentosa imaginación.
Te sigo amando,
te esperaré hasta el final de mis días,
hasta que me alce en volandas de vuelos de aves
hasta el infinito.
No puedo olvidarte
y te pienso a cada instante
recordando tus palabras de amor.
La vida cambiará,
lo lograré con tesón y anhelos,
buscando un verdadero amor
que no sea falso ni traicionero,
que sea verdadero y único,
llevándome a sendas de una nueva felicidad,
no en vendavales de dolor.
Melancolía
Melancolía,
hoy estoy en el mundo de la melancolía,
en un espejo gótico
con pluma y papel,
dispuestos para dejar en frases de locura,
descubriendo el mundo
con mis palabras delirantes,
tratando de llenar el vacío con mis versos
y mi corazón puesto en cada letra,
puntos y rimas mortificantes.
Melancolía,
pesadumbre por no estar tú a mi lado,
luna reina de la oscuridad,
compañera de la noche,
inspiración de espíritus insatisfechos
que vagan bajo las sombras
queriendo pasar desapercibidos
como fantasmas
oscuros
cubriéndose de mantos de tul
enmarañados y
negrísimos.
Melancolía,
entre languideces de añoranzas
te quiero a ti,
no lo dudes,
no creas que no te amo,
sí, te amo hasta el más allá.
Era el frío del sepulcro,
era el filo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra
por los rayos de la luna
se proyectaba, iba sola,
por la estepa solitaria,
y tu sombra esbelta y ágil
de la muerte primavera
como en esa noche llena de perfumes
y de música de alas
nos acercamos y marchamos
con ¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, la sombra de los cuerpos que se juntan
con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en noches
de tristezas y de lágrimas!
Melancolía,
nuestros labios nunca se tocaron,
y vagando por la noche
recuerdo tu nombre,
mientras me alimento del dolor
y me refresco con mis propias lágrimas,
el silencio aturde nuestros sentidos
y mi voz repite constantemente:
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Ilusión creada, ilusión amagada,
en una morriña de amor.
Ser razonable
me consume en mi dolor,
anhelo la noche para que juntos saciemos
la sed de la oscuridad
entrelazados, apretados
en brazos mórbidos y únicos.
Quiero contigo momentos de silencio
como almas vagantes nocturnas.
Nos amamos sin dejar la aflicción de lado
ni la pesadumbre a
nuestro paso.