Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 26 de abril de 2015
Destello Azul
Destello
azul,
fulgor
del alma,
nace de
una fuerza extraña
de
asustar al miedo,
un agua
no pausada, sí cantada,
se
allega por tus manos a mi pecho.
Los
signos de tu voz que me reclaman,
despiertan
mis ternuras y mis requiebros.
Destello
azul,
luz que centellea en mi pecho,
te
siento y descubro
tu
resplandor en mis pupilas,
subiendo
a energizar nuestros deseos.
Pasa un
color alzado de laureles
desde tu mano ungida hasta mis dedos.
Destello
azul,
tus ojos que se abren en cielo infinitos
anegan
de esperanza mis deseos
mientras recorre un sol enamorado
las largas avenidas de tu cuerpo.
Me
enriqueces con tus estrellas
que me
guían por caminos de esplendor,
difundiendo
tu figura alta y enhiesta.
Destello
azul,
trasiego
la ternura de tus campos
por
acequias de celo a mi esperanza,
rocío amedrentado y puerta firma,
prados de libertad, hondos silencios.
Te
reflejas fiel con brillo propio,
dulce
boca que me transporta
a las
cumbres rojas del lucero
y a la
inmensidad verde y azul
de las
aguas mansas y tibias
que nos
guían por sueños nuevos.
Destello
azul,
que
vislumbra la sonrisa del amor
siempre sincero,
en las tardes pausadas
donde
las lluvias guían la barca de los cuentos.
Tú
iluminas mi claridad,
el
llamear de mis anhelos
y
percibo el perfume de tu ágil cuerpo.
Destello
azul,
esperan
procelosas las auroras,
las lumbres cenitales,
los
crepúsculos,
todo
ese mundo que se llama amor.
Crece
libre en las ramas perfumadas
y en mi
pecho
reflejan
mi pulso y mi deseo.
Destello
azul,
chispazos
de colores
que me
desnudan por dentro
llevándome a la inmensidad
de un
cosmos perfecto
donde
tú y yo vivimos los días, las horas,
en un hábitat escondido y sólo nuestro
donde
los astros con su luz fosforescente
marcan
el contorno de nuestros cuerpos.
Vivo en
el milagro del querernos
que
vigoriza con gracia,
con
corazón de magia, la dicha nuestra.
Destello
azul,
dame tu
luz,
para
seguir la travesía en la nave de mi sueño
y
llevarnos por las aguas sin cadenas,
cara al
viento
y que
la coraza de la inseguridad y del miedo
se rompa en mil cristales iridiscentes
y se
tornen radiantes los encuentros entre besos.
Te necesito
Te
necesito,
abro
mis ventanas con flores
de
múltiples colores
para
darte una señal,
un
signo
por
donde puedas encontrarme.
En mi
jardín envuelta
en un
manto de esperanza
mi
cálida voz te llama
para
encontrar tu sonrisa
cálida y sonora
detrás
de un heliotropo,
de un
alelí,
de una
rosa.
Te
necesito,
hablaré
con las mariposas,
les
mencionaré mis deseos
alumbrando
mis movimientos,
buscándote con el pulso agitado
de la
sangre
sobre
el plato frío de mi silencio,
poblado
de ecos y de sombras
como un
ave de marfil en primer vuelo.
Te
necesito,
recorre
mis sentidos sin orillas,
un
viento adolescente en primavera,
la
estirpe de mis cantos se levanta
y mi
sangre convoca tu presencia
y ahora
que te nombro y te reclamo
floto
con movimientos lentos
en el
aire,
en un
rítmico volar de dulces sueños.
Te
necesito, amor,
te
necesito más aún
cuando
los astros encienden sus lumbreras,
mientras
hallan trasluces en las tinieblas,
claridades
en secreto,
noches
que lo son apenas.
Te
necesito,
ven a
mis brazos que ansiosos te esperan,
que
cuidan su misión de fuego puro,
un
caliente perfume de cipreses
tienden
un arco de paz sobre el camino,
las nubes que sustentaban a los cielos,
sueltan
al aire pájaros al vuelo.
Te
necesito,
eres mi
ancla de oro
y
cadena de mi anhelo,
piel
que adivina el pulso de mis ojos,
cruz
que aprieta las nubes contra el cielo.
Quiero
que bajen sombras de amor
a
nuestro cielos,
circundando
nuestro mundo,
sólo
nuestro.
Te
necesito,
estoy
en tus islas encallada,
hambrienta
de amor,
soy una
llama que tu cuerpo reclama.
Es el
capricho que risueño rompe
la cerradura del secreto
que
padece mi corazón.
Ese
miedo tibio que revuela
entre
alegrías e ilusiones hacia tí,
como
alas batientes en el aire,
que
sigue y canta.
Te
necesito,
los
signos de tu voz me reclaman,
despiertan
mi ternura,
desparraman
mi alma enternecida
toda
por tus dulces palabras.
¡Te
necesito!
¡Búscame!
¡Atrápame!
¡Conquístame!
Y dame
algo que sea nuevo.
El
tiempo ya no existe,
aunque
exista la templanza
y la
experiencia de nuestras vidas,
pues
nuestro amor nos llevará
a nuestra auténtica realidad y destino.
Traición Inesperada
Traición
inesperada,
que
raya el silencio del espacio,
confié
y amé
con
alegría y felicidad
pero un
viento huracanado,
violento,
azotó
mi alma,
era la
mentira,
el
engaño
de tus
palabras.
Como en
una inmensa alfombra
de
esmeralda,
el mar
se ensanchó del espeso espacio
que
cubría mi cuerpo
rodeando
con caricias falsas
las que creí verdaderas.
Inútil
te busqué
y te
perseguí
debajo
de la piel
de mis
sentidos,
te
entregué mi espíritu
abierto
a esperanzas
que tú
hipócritamente
despertaste
en mí.
Traición
inesperada,
te fuiste sin decir palabra,
moviendo
la distancia
como
las alas
batiendo
por detrás de mis oídos,
fatigando
mi corazón
y mi
respiro
entre
tus cantos de notas aterciopeladas
y
poemas de amor
que me entregaste
con
mentiras
ciertas
y dolorosas.
Traición
inesperada,
parecías
un guerrero
de
indomable valentía
pero al
falso golpe
de tu
lanza
al
polvo rodaste
detrás
de mi camino.
Fuiste
para mí,
en un primer momento
un
bizarro caballero
pero atacaste
de frente,
a la
perfidia a la traición.
¿Dónde,
dónde
se han escondido,
en que lugares secretísimos
la
sinceridad,
la
bondad,
la solidaridad,
la ayuda mutua,
el frescor de las almas?
Busco
y
vuelvo a buscar
y sólo
se asoman
entre
ramas oscuras
las
mentiras,
las
falsedades,
los
malos
que
acosan
a los
seres buenos.
Traición
inesperada,
lentamente
me
sumerge en la nostalgia
de tu
ausencia,
me
ahogo en tu silencio,
respiro esa presencia
esquiva
que me
niegan
tus
manos
y tus ojos.
Extraño
tus palabras,
tus
canciones
y veo
en el recuerdo
tu imagen juguetona
recorriendo mis cabellos
con tus
dedos
y haciéndome promesas
vanas de ilusiones
que no
ocurrirán nunca.
Traición
inesperada,
traición al fin,
desapareciste
ocultándote
en la nada,
ya no
eres nadie,
ya no
eres nada.
El
verso ahora
me hace
resurgir
de las
heridas
que tú
causaste
y mis pensamientos puros
afloran
y bullen
como
hirvientes imágenes
con
esperanzas nuevas
y
continúo
luchando
en este mundo frío
que tú
dejaste.
Renazco
del orbe
donde
me sumergió
la
nostalgia de tu ausencia,
respiro
en un nuevo aire
perfumado
seduciéndome
en un arco iris
de
sueños ocultos,
renovados,
donde
hay mil caminos
para
recorrer con pasos firmes
y
agigantados,
sacudiéndome
con el
aliento de su brisa azul
y ágil,
naciendo
amaneceres
con
canto de besos
en
brazos,
danzando
un ritmo anhelado,
sin
culpas ni desasosiegos,
sin
rutinas,
sin
miedo a amar
y ser
amada.