Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 8 de mayo de 2015
Aún hoy
Aún hoy,
desde la lejanía,
muy distante,
te recuerdo extrañamente,
con ansias de volver a verte,
de sentirte,
de apoyarme en ti.
Aún hoy eres mi amado,
amor de misterio que me
suspendes,
dejándome sin saber
dónde estoy y quién soy.
Si escuchas aún hoy,
oirás la melodía de la vida
con su ritmo y su compás afinada,
entonada, en sintonía con el
amor.
Aún hoy,
quiero vivir pensando
que no te has ido,
pensar que sigues aquí,
junto a mí
y nuestros estrés es estar
juntos.
Aún hoy,
expreso lo verdadero,
lo que siento,
esos cotilleos del corazón
que dicen ¡te quiero!.
Aún hoy,
quiero sentir decirte que
estamos,
por fin, compenetrados,
así por azar fuera a romperme
quedarían en tu alma mis
fragmentos
que como cristales rotos
se irían con el tiempo
a lugares muy escondidos dentro
de tí.
Aún hoy,
las esperanzas y las ilusiones
afloran en mi alma
y en malaventurados sueños
te veo a mi lado
y no sé si soñar inútilmente
o adormecerme en corazón y mente.
Aún hoy,
tengo ansias de ti,
que explores como antaño
mi campo interior
y lo ilumines con tus palabras
tiernas y subyugantes,
Aún hoy te pido
que tejas un sueño
con tus propias manos,
manos que nadie ve,
que exploran el fondo de mi
mente.
Aún hoy,
ante tu lejanía,
sufro y suspiro y me deshago en
llanto,
queriendo aprisionar tu alma
en un poema escrito
para que viviera por siempre.
Déjame a solas
Déjame a solas
con mi alma triste y taciturna,
buscando en mi interior
la paz y el amor dormido.
Déjame llorar la pena de no verte,
exhalar un suspiro de amargura,
refugiarme en los brazos de la muerte
para no sufrir ya tanta tortura.
Déjame a solas
para acariciar sólo el recuerdo
de los besos que me dabas con pasión,
déjame para ver
si es que me pierdo
en un profundo mar
de oscuras aguas.
Déjame recordar
que una mañana me brindaste
el rosal de tu
ternura
y que bebimos del azul fontana
la excelencia del sol y de la luna.
Déjame enloquecer,
pues eso quiero,
hundirme en el rincón del desconsuelo.
Déjame navegar como velero
que no tiene timón ni timonero.
Déjame a solas
en un desierto,
acompañada tan sólo de mi pena,
para pensar que vives
y que no has muerto,
porque no mueren las personas buenas.
Déjame trasladar a otros lugares,
quiero tomar la senda que cogiste
para ver si te encuentro en otros lares,
y me quieres como antes me quisiste.
Déjame a solas,
más breve flota la esencia de la carne,
más breve el viento devorando el llanto,
nada se agolpa y todo es un rastro
nada es inédito dentro del aire.
Tú debes saber
que mi edad invisible rueda triste,
emergen los recuerdos
de nuestras noches de amor
como el aire que respiro.
Entonces te diré,
como flor sangrando desde mi hoja,
venciendo el papel que voy llenando
Poesía es Soledad,
solamente una palabra contra el mundo.
Déjame a solas
para pensar eternamente en ti,
mi amado ausente,
decir que el vacío sopla la razón
aquí en los huesos donde existo
no habría nada que el alma despierte,
solo tú lo podrías hacer,
solo tú, el amor que hace que las palabras ardan.
El camino del silencio
El camino del
silencio,
Tú,
en el alto
balcón de tu silencio,
Yo,
en la barca,
sin rumbo de
mi vida,
Los dos
perdidos
por igual
camino,
tú esperando
mi voz
y yo,
esperando…
Esclavo tú
del horizonte
inútil,
encadenada yo
de mi pasado,
mi silueta de
nave en tu pupila,
no eres más
mi brújula
y timón para
mis brazos.
En pie en el
alto barandal marino
tú aguardarías
mi llegada en
vano,
yo habría de
llegar
sobre la espuma
en el
amanecer
de un día
blanco.
El camino del
silencio,
me perdí
en la niebla
de tu encuentro,
por el alto
balcón
de tu
silencio.
Olvidé la
señal para mi barco.
El camino del
silencio,
me perdí
buscándote
como un pájaro
ciego por los
años.
La voz
precisa
quedó bajo el
silencio sepultado.
No lo puedo
decir,
el eco se fue
se fue lejos,
repitiendo
mis palabras
y acaso es
largo el camino
que el daño me asegura.
No lo puedo
decir,
y sin embargo
sé que está cerca
la total
negrura.
No lo puedo
decir,
mis labios
están sellados,
mi búsqueda
se perdió
en la nada.
No lo puedo
decir,
todas las
penas
se van
volviendo ya
como serenas
soledades
que aquí
no tienen
signo.
El camino del
silencio,
y aunque la
muerte
simplemente
abra,
aunque al fin
me arrebaten la palabra,
no me voy a
callar
ni me resigno.
Mi camino
buscará la luz
y las mágicas
palabras
que me den alegría
y no pesares.