Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 23 de mayo de 2015
Sinfonía en no
Sinfonía
en no,
romance
trunco, deshilachado
entre
acordes sin fin,
dormitando
en el silencio sin ecos,
como
fuegos en llamear
cabalgando
con los cometas.
Sinfonía
en no,
amor
que se hundió en el mar,
buscando
la obertura perfecta
que lo
hiciera renacer
de
entre pavorosas tristezas,
volviendo
las superficies,
engalanado
de preludios.
Sinfonía
en no,
en
instantes breves,
casi sin darnos cuenta,
bajamos al abismo
donde la luz no penetra
y donde
millones de ojos
nos
sorprenden y contemplan
como en un acorde no alcanzado,
sin
notas afinadas
en
músicas sin armonías.
Sinfonía
en no,
su
punto de encanto se astilló
en mil
cuerdas de liras y laúdes
que se
consumieron en el aire todo
sin que
una frase musical
la
inspirara a escribirla.
La
composición toda
de las
alas de los sueños,
frotó
en cada estrofa
en una
nube de grises partituras
y sólo
con ímpetu alado
al
ideal asciende
en un
concierto de risas y lloros en flor.
Sinfonía
en no,
en
pentagramas sin notas,
vacíos
e ignorados,
se
buscan y no se encuentran,
sus
notas ciertas se reconocen apenas
en el
sonido leve de un viento suave.
Pero
las notas no responden,
ni en
ninguna parte aparecen,
¿en qué lejanía se encuentran?
¿bajo
qué frondas se guarecen?
Sinfonía
en no, encubierta,
no se
encuentra en este mundo
ni está
en claves, ni en signos,
tallados
en visiones
que la
están buscando.
Sinfonía
en no,
no se
escribió aún, inútilmente
noticias
de sus acordes
se
buscan en el viento,
en las
aves, en las flores,
en el agua de las fuentes,
en los
astros del firmamento.
Sinfonía
en no,
aparecerá
improvisada
surgiendo
en un violín entre acordes flotando,
en sus
líricas composiciones.
Las
notas claras, redondas, tibias,
despacio
se van a su destino,
se van
a la nada,
son eso
no más,
su
curso en preludio perdido,
una
huella a lo largo
que se
borra enseguida.
Sinfonía
en no,
maravilla, milagros,
desde
lejos se oye el trepidar de sonidos
y en
los sueños resuenan
graves,
bajas y sin tonos.
Sinfonía
en no,
vuelve
invariablemente,
exacta a ti misma,
deshaciéndose
en tiempo, polvo,
dejando
sólo vagos rastros fugaces,
recuerdos
de armonías escuchadas
en
leves recuerdos
que por
el aire vuelan,
portadoras
de fusas, semifusas, corcheas
que se
entrecruzan
sosteniéndose
solas
en
pentagramas vacíos.
Juego de besos
Juego
de besos,
entre
luces opacas y brillantes,
rondan entre nosotros,
danzando,
buscando la piel
que los
espera anhelosa.
Nuestros
labios se rozan,
se tocan, palpitan,
prendidos
a veces
a restos de silencios.
El
mundo seducido
por el
canto del gran proyecto
en el alma se nos ofrece,
nos da
rosas, brisas, cielos, mares,
con esperanza de que tú y yo
labremos
nuestro gran amor.
Juego
de besos, rápidos, leves,
a veces
sin ruido,
a veces
esquivos, otros profundos,
sumergiéndonos
en hondas caricias
en un
abismo de placer y gozo.
La
dicha nos escoge,
nos declara capaces
de
creaciones alegres y felices,
nuestro
proyecto de amor cantante,
irresistible,
da
embriaguez al alma,
no se
labrará en los mármoles
ni con
pétalos o sueños,
se hará carne en nuestra carne.
Juego
de besos,
nos
zumban en nuestro mundo interior
como
zumban las colmenas
en la
estación de las flores,
al sol de oro de la siesta.
El
silencio azul del goce
nos
inunda
y como
etéreas alas descendemos
por diáfanas escalas
a vivir
a pleno este lenguaje
de placer armonioso y sin fin.
Juego
de besos,
son mimos flotantes en el viento
y en la
hora de recogimiento
como brasas se encienden
entre
arrumacos y abrazos cálidos
que con
lentitud el placer despiertan.
Juego
de besos, sorpresas y descubrimientos
de este
amor nuevo,
llegan
despacio,
sorteando
lugares íntimos y secretos
en los
que no llegan las palabras,
sólo
las caricias,
llevándonos a la sintonía de lo Divino.
Nutren
nuestra sensibilidad
y nos
conduce por senderos
claros y puros
donde
festejamos con júbilo
este querer tan nuestro.
Juego
de besos,
nos entregamos,
nos
damos mutuamente
calidez, empatía, ternura, comprensión.
Cuando
clarea, nuestro amor inquieto
se
llena de gozos
y los besos revolotean
como las hojas amarillentas,
doradas, del otoño cercano.
¡Vivimos
amando!
Como
ama cada gota de lluvia
en la tierra seca
que aguarda el suspiro,
en la
danza incomparable
de un
ensueño que sueña despierto.
Juego
de besos,
como
canto de pájaros,
revolotean
sin cesar
al
estar juntos, tú y yo,
como
toque divino
suspendidos
en el aire
como un
bálsamo que calma.
¿Oyes
al amor que se nos está ofreciendo
en
flores, lluvias, aires cálidos y serenos?
Nos
entregamos como dos seres unidos,
viviendo abrazados entre nubes lejanas,
sintiendo
en las palmas de nuestras manos,
en los
labios,
la
cálida huella del beso
entre nuestros sueños
que nos
empujan a la vida
desde
dichas cumplidas ayer
a dichas futuras
que nos
llaman entre sueños trémulos,
derrochando
alegrías,
agitando
como trigales,
grandes
campos de esperanza.
Cálidos crepúsculos
Cálidos
crepúsculos,
junto a
tu lado, frente al mar,
el
horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos
envuelve en su magia de espejismo,
de
visiones
que nos
transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos
lentamente
en la inmensidad
del cielo.
Cálidos
crepúsculos,
admirable
naturaleza,
siempre
la misma y diferente,
maravillosa de belleza,
renovada
constantemente
que nos
sumerge en oleadas de pasión
frente al sol
anunciando
su poniente
bajo la
celeste amplitud.
Estos
momentos imborrables
son
fuente de inspiración de poemas de amor
y
manantial de ritmos y cantos
para
que los versos como tesoros escondidos
surjan
en estas tardes de escarlata.
Cálidos
crepúsculos,
denme a
beber la poesía
en el
raudal de meditaciones sin fin
como salmos que desbordan cielos y tierras.
El
himno al amor todo lo ennoblece,
todo se agranda a sus clamores,
el
firmamento resplandece,
la
tierra se cuaja de flores.
Cálidos
crepúsculos,
hay en
su grandeza,
ternura
que fulgura,
armonía
que se potencia
en
segundos apenas
y los
versos vuelan con las aves,
con los
rumores de los ríos.
Es la
hora del amor,
retornan
a los nidos, las leves golondrinas,
sus
alas son dos mimos flotantes en el viento,
los
bosques se adormecen
y velan
las colinas,
es el
momento del recogimiento
y del
silencio profundo
surcado
por suspiros apasionados.
Poco a
poco,
puéblense de sombras el ambiente
y
levántanse del fondo de nuestras almas
los
sagrados sones de nuestro amor
descendiendo
por diáfanas escalas
a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.
Cálidos
crepúsculos,
como
música con ritmos sin fin,
son
instantes que la ilusión guía,
la
tarde apaga sus colores
y los
astros encienden sus lumbreras,
nuestros
corazones palpitan
y
vibran al unísono
en un
total arrobamiento de confidencias
y
secretos íntimos.
Parece
que flotamos
en una
suave cadencia
entre
el cielo y el mar,
nuestros
pies no son pies,
son
alas de aves,
bajo el
fanal errante de la luna
que
despacio asciende
con su áurea
luz, espectral y hermosa,
dilatando
el paisaje que nos protege,
nos
cobija como un temblor de encaje.
Luna
que comienza
a alumbrar nuestro camino,
vago y
blanquecino
hacia
nuestro nido cálido
y
embriagador de dichas supremas.
Cálidos
crepúsculos,
luces que el cielo envía
como
poesía ardiente
en el
atardecer nostálgico,
conduciéndonos
entre bellezas de luces
al
encuentro de nuestros cuerpos
que se
buscan con ardor
y
entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando
absortos
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.