Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 5 de junio de 2015
Me dijiste adiós
Me
dijiste adiós,
Sin
una lagrima en tus ojos, Ni tristeza en tu corazón,
Me
sentí acongojada, lastimada,
Herida
en lo más profundo de mi alma,
No
pretendí nunca que me amaras por siempre,
Pero
si cuando ya no te animara el sentimieto hacia mi,
Me
lo dijeras sin causarme este profundo dolor.
Me
dijiste adiós
Al
cabo de un segundo después que me dijiste adiós,
Me
estaba muriendo,
Seres
inanimados robaron mi vida,
La
incertidumbre golpeaba en mi pecho,
Al
cabo de un segundo, la fuerza de mi amor hacia ti,
Me
sacudió profundamente y logre el espacio del silencio.
Me
dijiste adiós
¿Cómo
podré iniciar el principio de mi vida sin ti a mi lado?
Entre
las leyes de lo negro y blanco,
Entre
el conocimiento que me abarca el próximo instante de la luz,
Del
sí o no, en la circunstancia,
Si
tu adiós escurre mi espíritu en un gélido invierno.
Me
dijiste adiós
Si
al paso encuentro las cadenas,
Desde
mi cierta inocencia envuelta en sangre
Y
telas de arena bajo la gris sabana
De
mi lecho sin ti.
Me
dijiste adiós
¿Cómo
podré andar?
En
esta noche de lastima,
Sacúdete
bajo las sombras de mis manos,
Que
me esculpen entre la humedad y el polvo.
Me
dijiste adiós
Miro
pasar la sombra,
Un
reverso de luz donde nunca he sido nada,
Noches
¡Oh prodigio!
Tus
manos dejan las mías sin prisa pensativas,
Aplacando
alabanzas,
Sin
arpa ni música,
Bajo
esta ceremonia de dolor.
Me
dijiste adiós
Miro
mi vida,
Y me
dejas escribiendo estos versos,
Donde
no vuelvo a reír,
Donde
la roca profundiza en mis raíces,
Silencio,
culpa,
Mis
ojos tristes y este amor que llora a tus pies.
Silencio en tu recuerdo
Silencio
en tu recuerdo,
a
veces pienso en ti en forma callada,
y me
miro en el espejo que me ínsita a soñar,
y
aún siento tus manos entrelazadas con las mías.
¡cómo
te siento en mi pensamiento!
pero
son tan solo recuerdos de un pasado muy lejano,
cuando
tú me diste del día… el sol
de
la claridad… la luz
de
la noche… su calor.
Silencio
en tu recuerdo,
como
un día me diste lo mejor de tu amor,
con
intención solemne y segura,
te
fuiste para siempre y olvidada me dejaste.
inútil
héroe blanco, con venas sin estrenar,
dejaste
de lado mi amor puro y total
que
se rompió en mil cristales,
pequeños
espejos del ayer.
tú
ingrávido, leve, eres tú solo para vivir en el cielo monosílabo
del
puro arraigo de la chispa que con nada se prende.
Silencio
en tu recuerdo,
así
vivirás sin mí, yo en cambio en mi silencio
siento
tu presencia en mis sueños y te añoro y
como
un tierno gorrión te abrazo
y te
tengo junto a mí.
¡qué
lejos de lo acabado.
A
veces en la quietud de la noche
pienso
y recuerdo cada instante vivido contigo,
siento
las caricias del viento en mi piel
y
simplemente vuelvo a creer que aún en silencio estamos juntos.
Silencio
en tu recuerdo,
a
veces en mi mente se renuevan tus recuerdos,
aquellos
que gozamos plenamente al amarnos,
los
que nunca vendrán a separarnos,
yo
errante y solitaria por el mundo,
tú
en tu sendero hacia el descanso de un amor
desquiciante
y frustrante para ti.
Silencio
en tu recuerdo
llevo
a cuestas un amor herido en la espalda,
por
un fracaso que ha sido la desilusión de los dos,
no
teniendo valor para mirarnos de frente
ni
un solo instante fijamente a los ojos.
Silencio
en tu recuerdo,
solo
te pido que un instante más,
tus
pasos vuelvan a mí,
un
instante más que nos una,
un
instante más que nos separe,
un
instante más y su término declara,
aún
en un silencio absoluto sus límites agudos.
¡que
bien nos hace la ausencia
Cuando
no estorba el cuerpo!
no
quiero encontrarte nunca
Y no
quiero que desplace tu vida lo que imagina mi sueño.
Tropiezos Del Corazón
Tropiezos
del corazón,
¡cuántos pesares causan!,
vacilo en mis sentimientos,
detenida
en el grave concierto del otoño,
escuchando
como los violines y las arpas
agitan
un mar de hojas rojizas, amarillentas.
Tropiezos
del corazón,
por primera vez lloré
al
haber arrebatado tu rostro
al
deseo creciente de mi alma
por
querer mirarme en tus ojos
y no
encontrarte.
Después
del letargo imprevisto
que
arrastró en sus alas minutos y horas,
ahora lejanas y frías,
conservo
en mis labios tu nombre
esperando
que nazca de tu rostro
el
verde que refresque mis sentidos
y tú
confundido y ausente
ignorarás mi suplicio que clama por ti.
Tropiezos
del corazón,
caí en
un pozo sin fondo,
te añoro y te extraño,
no has venido a despertar
mi alma sumergida
en
sombras sin luces, ni rumbos.
Si
pudiera gritar mil palabras
serían testamento
para repetir libres de mentiras y falsedades
el amor
que por ti siento.
Ajusto
sobre un arco mis deseos
y del
puente que tiendo con mis flechas
bajan lamentos de amor a nuestro suelo.
Tropiezo
del corazón
que
hacen tambalear
mis
ilusiones y mi alma entera,
apagando
las estrellas de mi cielo
convirtiendo
mis sueños
en
tropeles de fantasmas tétricos
que me
envuelven
con
mantos oscuros de la noche
llevándome por ríos inagotables de tristeza
formados por las lágrimas
que
brotan de lo profundo de mis sentimientos.
Tropiezos
del corazón,
por los mares del silencio
siento
que crece la luna desde adentro
y que
como cisnes de humo
flotan los recuerdos y los pensamientos
en las
redes sutiles de mi sueños.
¡Tu
presencia se diluye a lo largo de mi barca!
¡Tú no
estás!
¡Entre las tranquilas sombras ya no te pienso!
En
duras alamedas de cristales
padece el corazón un miedo tibio
y pasa
lentamente entre mis dedos
la luz quemada de tus ojos negros.
Tropiezos
del corazón,
el
desliz de mi mente cuando duermo
me hace
llegar al valle de tus sueños
y me
mueve la distancia como alas
en las
grietas de mi piel que vence el tiempo.
Y tu
alma y mi alma se pierden
en la
niebla lejana del recuerdo.
Tus
caricias imaginadas
brotan
lentas por el mapa de mi cuerpo.
¿Qué
haces alma,
tropezando en caídas sin regreso,
que no ves las celadas que me aguardan?
Tú y yo
somos agua pasada
que
moja las veredas de mi vida.