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Aquí estoy


Aquí estoy

Bajo la desgarradora soledad de tu recuerdo consumiendo mis temblores,
devorándome mis gritos.
Bajo tu piel fantasmal y traicionera,
que me ahoga desde esa distancia tan presente.
Te siento.
Estás en mí como una mariposa de fuego y de tormenta.
Me ahogas.
Me arrancas la carne en cada abrazo.
Me desarmas el alma en cada beso.
Ya no se definir en la distancia si estás presente
y me matas con tu ausencia.
O
si en tu ausencia tan fuerte y arrogante,
que vives presente en mil formas afiebradas.
Aquí estoy.
Amor es el retraso milagroso,
de su término mismo,
es prolongar el hecho mágico,
de que uno y uno sean dos,
en contra de la primer condena de la vida.


“La soledad,
 enferma de silencio,
goza de salud”

Tus ojos


Tus ojos

Ay, tus ojos que me queman… Que me queman…
ay, tus ojos que me matan…
con su gris ausente,
con su piel de vientos,
con pasión de loca…
ay, tus ojos… que me queman…
que me queman,
ay tus ojos que me matan,
con sus fuegos,
con su hambre de mis ojos,
con su mirar de cálido verano.
Ay los ojos que me queman... que me queman…
ay tus ojos que me matan,
con sus alas asfixiantes,
con sus besos de amante desbocado,
con su amor que me ata y  me desata,
en cada lujuria de su mirada errante.
¿Por qué me encuentra ahora tu mirada?
¿Dónde te habías ido?
Tus ojos ya no me miran y atónita me pregunto uno, dos , mil veces.
¿Dónde están tus ojos?
Y en mi pecho ardiente por ti, te busco son cesar, con una voz silenciosa y
atónita, ya que al encontrarnos al fin podré llamarte mi amante.


“Música blanca,
de mirada solitaria,
es plenilunio”

Miedo


Miedo

El sol enredaba sus hilos con el viento, orillando el vuelo de mariposas tibias.
La siesta se hamacaba bajo los sauces,
mientras río arrullaba el sueño enamorado,
de las sombras frescas y los paso otoñales.
Dos. Eran dos con miedo de ser uno.
Miedo a amar y dejarse amar.
Miedo a pasión desbocada.
Miedo y besos furtivos.
Miedo a hacer ramas entrecruzadas bajo las ramas confundidas de los ligustros anhelantes.
Miedo a ser naturaleza viva, en la naturaleza.
Los otros… los otros… siempre los otros.
¿Y nosotros? … ¿Cuándo? …
Miedo de que con el viento cañero, con los lapachos, con las flores sin nombre,
con los naranjos, por jardines y plazas te vayas filtrando al campo,
para llegar al más allá y no te vea más.




“Cupido tiene una espada
 por flecha, no hiere,
mata”