Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 1 de octubre de 2015
Aquí estoy
Aquí estoy
Bajo la desgarradora
soledad de tu recuerdo consumiendo mis temblores,
devorándome mis gritos.
Bajo tu piel fantasmal y
traicionera,
que me ahoga desde esa
distancia tan presente.
Te siento.
Estás en mí como una
mariposa de fuego y de tormenta.
Me ahogas.
Me arrancas la carne en
cada abrazo.
Me desarmas el alma en
cada beso.
Ya no se definir en la
distancia si estás presente
y me matas con tu
ausencia.
O
si en tu ausencia tan
fuerte y arrogante,
que vives presente en mil
formas afiebradas.
Aquí estoy.
Amor es el retraso
milagroso,
de su término mismo,
es prolongar el hecho
mágico,
de que uno y uno sean dos,
en contra de la primer
condena de la vida.
“La
soledad,
enferma de silencio,
goza
de salud”
Tus ojos
Tus
ojos
Ay, tus ojos que me
queman… Que me queman…
ay, tus ojos que me matan…
con su gris ausente,
con su piel de vientos,
con pasión de loca…
ay, tus ojos… que me
queman…
que me queman,
ay tus ojos que me matan,
con sus fuegos,
con su hambre de mis ojos,
con su mirar de cálido
verano.
Ay los ojos que me
queman... que me queman…
ay tus ojos que me matan,
con sus alas asfixiantes,
con sus besos de amante
desbocado,
con su amor que me ata
y me desata,
en cada lujuria de su
mirada errante.
¿Por qué me encuentra
ahora tu mirada?
¿Dónde te habías ido?
Tus ojos ya no me miran y
atónita me pregunto uno, dos , mil veces.
¿Dónde están tus ojos?
Y en mi pecho ardiente por
ti, te busco son cesar, con una voz silenciosa y
atónita, ya que al
encontrarnos al fin podré llamarte mi amante.
“Música
blanca,
de
mirada solitaria,
es
plenilunio”
Miedo
Miedo
El sol enredaba sus hilos
con el viento, orillando el vuelo de mariposas tibias.
La siesta se hamacaba bajo
los sauces,
mientras río arrullaba el
sueño enamorado,
de las sombras frescas y
los paso otoñales.
Dos. Eran dos con miedo de
ser uno.
Miedo a amar y dejarse
amar.
Miedo a pasión desbocada.
Miedo y besos furtivos.
Miedo a hacer ramas
entrecruzadas bajo las ramas confundidas de los ligustros anhelantes.
Miedo a ser naturaleza
viva, en la naturaleza.
Los otros… los otros…
siempre los otros.
¿Y nosotros? … ¿Cuándo? …
Miedo de que con el viento
cañero, con los lapachos, con las flores sin nombre,
con los naranjos, por
jardines y plazas te vayas filtrando al campo,
para llegar al más allá y
no te vea más.
“Cupido
tiene una espada
por flecha, no hiere,
mata”