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Quimera


Quimera

Cuando la tarde apaga sus colores y los astros encienden sus lumbreras
y se duermen las aves y las flores, surgen llena de encantos las quimeras.
Surgen en luminoso arrobamiento.
Parece que flotan…
Es tan suave de su rítmico andar en movimiento que sus pies no son pies.
¡Son alas de aves!
Llegan en grupo hermoso y una a una me miran y prosiguen su camino.
Bajo el fanal errante de la luna confidente del bardo peregrino.
Entonces cariñosas me miraron, un laurel a mis sienes prometieron,
con vino de ilusión me convidaron y al irse,
“hasta la vuelta”, me dijeron.

“Entonces te diré  como flor sangrando desde mi hoja
 venciendo el papel que voy llenando
 poesía es soledad”

Renacer


Renacer

Había perdido para siempre la fragancia del sueño
y me voy al mar a medida que mi cuerpo ágil corta la corriente salada,
las manos de las ondas nos arranca, hábilmente de la piel, del cansancio de los días,
las cruces de la tierra amarga.
Y envuelta en la túnica del agua, doy muerte al hombre que me dejo,
recuperando la azucena jubilosa de este otoño de mi vida que era solo gris.
Tras las calandrias y las rosas de primavera lejanas.
Una dichosa arquitectura de música y de formas consciente mente creo y destruyo,
en cada rítmica brazada y me siento casta,
transparente, luminosa y serena,
como la inmensidad verde y azul que amorosa me abraza.
Ando libre, como Eva en la primera hora del mundo sin que las sombras y las piedras pesen sobre las espaldas.
Siento que ángeles de coral vigilan mi seguro cuerpo convertido en puente,
que al infinito por las olas salta.

“Cae la lluvia
donde tu sombra vive
 de eternidad”

Soledad


Soledad

Estoy sola bajo la opaca multitud soterrada.
Todos pasan de prisa a mis cuatro costados, como un naufraga que desde
la perdida playa llama en  vano.
Estoy, sola, angustia, por el polvo rencoroso, pisoteada.
Estoy sola, olvidada.
¿ A dónde se alargan las manos?
¿A quién abrir el corazón desolado?
Todos llevan las tristezas de la vida, sin recibir las señales de los astros.
Estoy sola, acosada.
Por los rostros repetidos, renovados en quienes inultamente busco el rostro,
de un hermano.
¡Ay! si pudiera huir lejos por el campo.
Y sin relojes echarme sobre el pasto.
Estoy sola, encerrada, quisiera correr descalza a las orillas de los ríos
y las manos de los aires subir en pájaros o en nubes.
Y abrir la ventana a las golondrinas del aire.
Para entregarles el secreto de mi alma acongojada,
porque mi alma alucinada hace lluvia en mis ojos siempre azules,
dulcemente despierta a las glicinas.

“El silencio
 me trae tus ojos
 de perla temblorosa”