Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 6 de noviembre de 2015
Te tuve un instante
Te tuve un instante
que no se perderá
en el olvido oscuro y profundo
de los vivires de segundos.
Mi ángel quedó llorando
su inocencia perdida
en el abismo de tu ira,
sin retorno de la nada
a la que te fuiste.
Te tuve un instante,
fui verano después
de un florido vergel de primavera
que duró la brevedad
de una rosa en flor.
Las hadas y los duendes del amor
me siguieron y nos hicieron
encontrarnos
en ese breve instante
en el que me brindaste delicias
de ternuras,
sentimentales besos
que me llevaron al cielo,
después me diste
mieles de extraña seducción.
¿Por qué te enviaron a mí
por tan solo un instante
en esta vida carente de amor?
¿Es que acaso
en un acontecer de amor
impregnado de estío
tan sólo una noche
nos deja ese recuerdo
para toda la vida?
Se enlazaron nuestros ritmos,
nuestros sueños de amor
con el lírico trino de la alondra
y el rumor del arroyo,
se sintió el suspiro levísimo
que dio el corazón
y plenos de amor los ojos,
nos besamos el alma
y un invisible abrazo
rubricó nuestra unión.
Te tuve un instante tan sólo,
pero será eterno en mí.
Mi cuerpo fue virginal
reflejo de una nívea albura
de juventud colmada de ternura
que volcaste en mí.
Envuelta en esta red de amor y
ensueño,
necesito que no me alcance el
engaño,
ni la vileza,
ni un corazón sin calidez,
frío y con mentiras.
Sí quiero que me aprisiones,
tú, el alma amante
que me brindó dulzuras y calor.
Que apartó por un instante de mi
vida
el goce que destruye,
haciendo daño con trampas y
falsas
palabras como filosas dagas
lacerantes que se burlan
despiadadas del amor verdadero y
amante.
El amor sincero,
el hondo,
el que me hace sentir amada
y al que esperaré por siempre.
Amor en vuelo
Golondrinas,
se las ve llegar,
en un
vuelo perfecto, seguro,
surcando
el aire como arcos de luz.
Vienen
ahora,
en
primavera,
de
lugares lejanos
y
rodean mi paisaje
con
suaves aleteos,
bajando
secretos divinos de otros mundos
a donde
huyeron para salvar su vida.
Amor en
vuelo,
mi alma
se abre para recibir
el gozo
y la alegría
de
verlas rondando
en
suaves caídas
mis
retamas en flor
y mi
techo rojo
y
ventanas abiertas al todo.
Anuncian
lo tan largamente esperado,
el
calor tenue y cálido
de los
aires marinos.
Flotan
en el aire,
en la
luz clara del día,
en
aleteos rápidos y raudos.
Golondrinas,
símbolos
del amor esperado,
nos
traen la felicidad anhelada
con su
perfección de formas.
Su
plumaje corto y liso,
su
oscuro color
algunas
como azogue negro,
otras
azules con tenues blancos y rojos,
destacan
la diafanidad del cielo azul.
Su
silueta y forma inconfundible,
vienen
de lejos ágiles y veloces
buscando
el ansiado calor.
Amor en
vuelo,
su
danza elegante describe en el aire
luces
de goces y alegrías de vida.
Sus
corazones en latidos intensos
me
inundan de felicidades y alborozos,
han
llegado a mí por fin,
trayéndome
a mi alma
sus
voces de amor.
¡Cuánta
alegría nos brindan
en sus
raudos vuelos!
Buscan
sus nidos,
los del
ayer y los cubren
con sus
caricias breves e intensas.
Amor en
vuelo,
venido
de la inmensidad del mar
para
dar calor a mi alma
y
agitar las fuentes de mi ser.
Golondrina,
en tus
alas llevas todo el tiempo
la
eternidad del amor
y con
tu aura tenue llevas mis letras,
mis
palabras,
mis poemas
al compás de tu corazón
a
lugares remotos y lejanos
para
que en susurros
acaricien
el alma del que espero…
Ni un movimiento
Ni un movimiento,
la inmovilidad absoluta,
seré como estatua de sal,
alta y enhiesta,
en medio de la nada
y haré que mi mundo gire
a mi alrededor y sin
movimientos.
En la quietud absoluta,
veré alargarse hasta el
infinito
mi vida rota en mil
cristales
puros y límpidos.
Ni un movimiento,
emanando de mí el más puro
amor
que está esperando darse
con total y absoluta
entrega.
Porque no sólo debemos vivir
sino honrar la vida.
Sola, muy sola,
pero sin soledad interna,
en mi alma las letras,
los abecedarios,
siempre quieren lanzarse al
espacio
para llegar allí lentamente,
sutilmente,
sin apenas unirse sin
palabras
de este amor sentido,
a las hojas en blanco
que las atraen como imanes
brillantes y anhelosos.
Ni un movimiento,
llegó el momento,
debe pasar la vida ésta,
la del hoy,
en quietud como un remanso
de aguas
que vienen corriendo,
danzando hasta la orilla,
a mis pies,
para reconfortarme el alma,
esta alma dolorida y triste
que con total desapego
hirieron sin culpas ni
razones.
La vida nos presenta a cada
instante,
en lapsos impredecibles,
situaciones no esperadas
que revolotean a nuestro
alrededor
dándonos fríos helados
de inviernos crueles
o estíos venturosos y
cálidos
como tentadoras sensaciones
de amor puro.
La felicidad es un instante mágico
que debemos gozar
plenamente,
nos invade de improviso,
en el momento no esperado,
el que nos atraía sin saber
el porqué.
Ni un movimiento,
no esperen de mí, nada,
seré invisible para los que
me rodean,
no seré nada,
no seré nadie,
seré sólo yo,
con mi interior colmado de
amor
y ansias de ser amada.
Mi espíritu,
aún dentro de un ser
inamovible vibra,
ríe, llora,
canta y ama.
Ni un movimiento hacia el
exterior,
ni un murmullo,
mi voz queda y callada,
pero movilidad intensa,
impetuosa,
en torrentes caudalosos
espera al que me hará
estremecer
y romperá en mil pedazos
el mármol que me envuelve
y los azogues que me ahogan,
llevándome hacia lo
esperado,
al mundo de amor
que inundará mi alma
regocijada del haber
esperado.