Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 23 de diciembre de 2015
Mis dotes dormidas
Mis dotes dormidas,
ayúdenme a expresar la verdad con mis palabras,
cada frase, verso por verso,
transmitidas en pensamientos con belleza.
Mis cualidades dormidas,
las que se esconden en el fondo de mi ser,
sutileza, claridad,
plenitud, capacidad de creación…
¡Despierten!
¡Vengan a la luz para iluminar todo mi interior
y mi entorno entregando su energía por doquier!
Mis dotes dormidas
en una sucesión de comienzos,
afloren, no se aferren al sueño eterno
y suban hasta las nubes
porque cada nube en su movimiento,
está concluida y comienza de nuevo.
Mis dotes dormidas
surgirán en un instante en plenitud
como en un lamento vacío de una flauta,
en todos sus tiempos.
Están muy dentro de mí,
en mi espíritu que aparecerá
en el momento de la luz naciente.
Las ofrezco a los cielos
para que surjan sin pasados,
que despierten al Hoy.
Dotes dormidas,
dejen volar mi alma,
no me dejen aferrada a lo terrestre,
pesado y oscuro,
muévanme mi todo en todo.
Dotes dormidas,
tan profundas están,
semejante a un manantial
de donde brotan todas las cosas,
déjenme seguir el canto de mi corazón
y actuar como si fuera la primera vez,
sin actuar el todo,
así, será nueva y plena.
Dotes dormidas
siento tus llegadas hacia el cielo,
desde el inicio
tocando el palpitar dulce de la venida,
saboreando el sonido de la salida
y así hundirme en el silencio.
Dotes dormidas,
déjenme escuchar las melodías del atrás
para saborear lo futuro,
como una consecuencia
de los sonidos de mi pasado
y permítanme ir despacio
a encontrar el amor
que las hará despertar de su largo letargo,
porque alma y espíritu son uno
ya que la espiritualidad es la del alma.
La mitad de mi alma
Yo,
que morí mil veces
y soy capaz de
sentirme todo espíritu
y que conocí la
ausencia de la materia,
yo vuelvo hoy en otro
ser,
te canto a ti alma
gemela
que eres la mitad de
mi misma alma.
Tal vez
nos encontremos en el
espacio
y en el tiempo de una
dimensión de vida
en la que
compartiremos
expresiones de amor
intenso
y profundo.
La mitad de mi alma
la que tiene en
secreto
la lumbre que me
ilumina
y me lleva a las blancuras
de los astros
y me da los carismas
divinos
de la luz y del canto.
La mitad de mi alma,
la que apareces
en las luces de mis
sueños
entre los surcos sagrados
que en mi pecho
anidan,
entre mis nostalgias
y recuerdos vividos.
La mitad de mi alma,
eres mi cielo,
mi cielo nativo,
eres mi infancia,
mi juventud toda,
eres mi otoño
y en mi boca cantas
y por ti mis letras,
mis palabras fluyen
en poemas de amor
que van hacia ti.
La mitad de mi alma,
tienes olor de
azahares de novia,
de mi pecho derramas
espejos del recuerdo
de cielos
de campanillas y manantiales
de dicha que suave
manan por aquí,
más allá, más lejos,
hacia ti.
La mitad de mi alma,
¡qué alegría que
existas
tú tan cerca olas,
mío!
y todo brilla a nuestro
alrededor,
olas, reflejos,
ondas,
seres de luz sobre el
agua quieta,
para que tú y yo
gocemos el momento
de ser almas de
gemelas
haciéndose la luz
despacio de las noches
tras las auroras.
La mitad de mi alma,
es ahora,
mi alma entera
como un pliego dorado
que llega al texto
mágico
donde se encuentran
las ideas,
los sentimientos,
las inspiraciones
como revelación del
fulgor nuevo
de ser uno y no
mitad.
¡Triunfo!
¡revelación!
en impolutas páginas
tú y yo estamos
juntos
y el pensamiento nacido
de la nada
es elevado al todo
traduciendo
incógnitas lejanías
a gozos inmediatos…
Ancla
Soy como el ancla,
inamovible,
fondeada en el tesoro del
amor postrimero,
que hizo llamear su luz,
la cegadora luz que me
rodea.
Soy el ancla,
sin fondo de arena,
que dibuja frases, rimas,
letras,
como trazando huellas en el
mar.
Tú, mi amante,
tienes las llaves y el timón
de mi vida,
el ancla de todo mi destino.
Tú, mi luz,
eres tripulación total de
mis espigas,
tesoro de mi vida que por ti
es un ancla inamovible,
entre puertas de llegar y de
partir.
Y me hallaste con tus manos,
buscándome a tientas,
con tus palabras llamándome,
con tu boca que el vacío
besaba
y en un prodigioso pacto,
ésta,
tu ancla se convirtió en tu
refugio,
victoria gozosa de los dos.
Yo estaba detenida, inmóvil,
aferrada al borde de la vida
en el grave concierto del
otoño,
escuchando cómo los violines
agitaban las olas en el mar
y tú llegaste
y me llevaste contigo a tu
mundo,
disipando para siempre
las neblinas que me
envolvían
como en un áncora de bronce
y cristal.
Ancla inamovible fui,
ya que ahora
en el rojo silencio de mis ríos
interiores,
duerme la esencia de tu ser.
El amor retenido,
cercado de tinieblas,
al infinito se alarga porque
tú,
mi amado, lo hiciste surgir,
como una luz que se
encuentra con otra luz,
quedando iluminado
el mundo como por un milagro
que no puede ser recuerdo
porque el recuerdo
es la pena de sí mismo.
Sólo vale vivir queriéndose,
buscándose en este tiempo,
en toda una eternidad.