Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 1 de marzo de 2016
Una luz encendida
Una luz encendida,
un deseo infinito de encontrar
ese amor verdadero y pleno.
Cuando un rumor ambiguo y exigente
se me estanca en las venas
y mi voz se resquebraja,
se reseca como un erial de cuero,
acudo al largo camino iluminado
y le entrego el impulso circular
que pudo ser un verso,
un poema,
una prosa poética de amor.
Una luz encendida, hacia ti voy,
a encontrarme con mi amado amante
en los jardines en donde nos acogen
y sus duendes nos inventan matices
singulares,
dejándonos gotas de sueño
hasta el más allá,
donde el temblor pluvial nos hace
falta.
Una luz encendida,
íntima,
nuestra,
que emerge del vegetal periplo
con un guiño punzante
trasmutando en estrella el cielo
circundante.
Alquimia secular de los jardines
donde se trueca la sigilos
a confidencia en altos aires tallados,
esclarecidos.
Una luz encendida
entre nuestros cuerpos de mármol y
perfume
y el amor se desliza en nuestras manos
acariciando la piel desnuda ungida
hasta nuestros dedos,
en brazos de estatua
esculpidos por la pasión fresca.
Te siento junto a mí,
estás como una mariposa de fuego y de
tormenta.
Una luz encendida entre tú y yo,
quiero que aturdas todos mis sentidos,
quiero sentir un cerco
que confunda mi cuerpo con tu carne,
mi aliento con tu boca,
mi piel con tus ojos ardientes
acariciándome toda,
casi sin tocarme.
Apaga el viento que delira,
desboca los temores indefensos.
Quiero al fin la comunión total,
la unión que será lo sumo del amor.
El abrazo de tu piel de nave
humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me lleva.
Mi vida es un cielo trivial de
jovialidades
que llenas con tu aliento
de argonauta errante y taciturno.
Una luz encendida aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes con tu pasión de
viento.
El sol será mañana una fuente de
lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas de rocío
serán tu placer máximo.
Cual hambrientas sensitivas,
con suavidad de jazmines,
tus manos cuajan mis senos doloridos
de deseo que se entregan
agitándose a la soledad que se beben.
Una luz encendida,
mis formas inanimadas viven,
tiemblan,
se hace carne,
bajo el cincel embebido
de tu pasión noble y pura.
¡Qué sensación tan profunda arranca de
mi alma!
¡Qué grito de amor desgarras
de mis poros y mi sangre!
Una luz encendida
nos envuelve como capullo en flor,
otra vez mis ojos
en el fuego de la tarde y todo
perdurará…
hasta tu ausencia…
Me pregunto
Me pregunto
en cada instante dónde estás,
si te has ido,
si no te volveré a ver ni sentirme
amada por ti.
En mi mente flamígeras ideas corren,
se cruzan,
se enlazan,
se entreveran,
se mezclan,
en una confusión de falsos errores,
dudas no claras,
buscando la causa del caos
que no me deja pensar en paz ni
sosiego.
Me pregunto
si todo el amor que volcaste en mí fue
cierto,
si tus caricias,
abrazos,
besos,
lo sentías al dármelo
con todo tu corazón y tu alma abierta.
¿Cómo es posible que lo intensamente
vivido
fue tan sólo un sueño?
¿Cuál es la razón de la dualidad del
ser
y no ser verdadero el amor que nos
unía?
Me pregunto si entre llegadas y
ausencias
presencias irreales,
tú el único y verdadero numen de mi
vida
me olvidaste por completo.
Mi amor fue frente a tu amor
como el mar frente al cielo
pasarán entre ellos vientos
huracanados,
tormentas desgarradoras,
lluvias imprevistas.
Me pregunto,
¿qué hago con este amor tan necio,
tan arraigado a mi corazón?
¿Qué hago con este amor
que necesita de tu existencia para
vivir,
de tu pasión para sentir?
Cierro los ojos
y como un milagro te siento a mi lado,
acariciada y besada.
Yo me pregunto por qué te echo de
menos,
por qué en mis noches ni brilla ni una
estrella,
por qué sin tu sol es triste mi amanecer.
Al no estar tú a mi lado me siento
perdida,
no sé qué hacer,
pienso en tu sonrisa, en tu boca,
en tus palabras,
pienso demasiado en ti
y por quererte tanto mi corazón
cabalga desbocado y sin riendas,
me has embrujado.
Soy como una luna triste
esperando el sol en su eclipse
como una canción de amor esperando su
bailada,
como esa guitarra arrumbada
deseando que alguien de nuevo la
acaricie.
Me pregunto mientras oigo el silbido
del viento
y las ramas del viento castaño
producen extraños chirridos
al rozarse si tú aparecieras otra vez
en mi vida
dibujando sombras ciertas
hacia mi alma triste y adolorida sin
ti.
Abriré causes nuevos,
derribaré murallas para que un alud
de mis palabras de amor desciendan
hacia ti.
Me pregunto en un torrente de lágrimas
como diluvio sin fin,
si te encontraré por aquella ancha
puerta
donde te esperaré siempre.
Y con un dejo de gozo y otro dejo de
lástima
por lo que tengo y por quien soy,
mis sueños se presentan sólo ante ti,
absorbiendo mis tormentas,
compartiendo mis pensamientos
que colman mi corazón.
Quebranto tu voz
Quebranto tu voz,
la que se quebró en mil pedazos
de cristales angulosos,
ante el muro que,
infranqueable,
puse entre tú y yo
por la pena insondable que dejaste en mí
al irte sin siquiera un adiós.
No muy lejos… de frente…
viene un cuerpo sin vida,
es el mío,
desvitalizada el alma
que de pena lo contiene.
Quebranto tu voz,
para siempre no quiero
más rocío cristalino,
la ventana de mi alma exhala,
bajando en rapel por mi mejilla
que tú dejaste de acariciar.
Me heriste al desaparecer
y yo sola,
ante un alma vacía
que sufre y pena,
sin pudor se muestra.
Noche tormentosa,
madrugada solitaria,
recuerdo triste,
¿cuál fue el motivo de este alejamiento?
Quebranto tu voz,
no quiero ni de lejos que me llegue su eco.
Te vi
te amé
callé
sufrí
¡desesperación inmemorial!
lloré
sentí
morí
recé
pero por fin con fe
el dolor se fue.
Tú eres como el viento huracanado
quebrando las ramas de los árboles
buscando debilitar mi fuerza,
mi alma pura y noble.
Vivo ahora un sin rumbo ni distancia,
en un esperar callado y dolorido,
en una ansiedad de amor sin ilusión
al contemplar lo triste de tu olvido.
Este terrible dolor
que me atormenta,
esta angustia de saber
que no me quieres,
las horas de mi vivir
pasan muy lentas
sangrando mi corazón doliente.
¡Este tedio,
esta ruina de vivir sin esperar ya que tú regreses,
este miedo de tener que morir
esperando en vano que me beses!
Convertí sufrimiento en pena
y dolor en poesía,
olvido que espero para cantar poesía,
pido a Dios, Señor,
dé amor de nuevo
brótame a veces pidiendo que regreses.
Aquel amor
sin dolor
sin heridas
sin olvido
¡un amor tan sólo yo quería
y convertí mi ruego en poesía!