Páginas

Nació nuestro romance


Nació nuestro romance
como una ráfaga,
violenta, como un huracán vertiginoso,
desde lugares distantes.

Fue como una nube,
tal vez una corriente renovada,
fue como estrella,
como lucero que brilla,
que titila y parpadea.

¡Ah, nuestro amor!
Fue un viento pasajero,
fue como el mar,
más bien como marea.

Nació nuestro romance
y se clavó como una espina o dardo
sin dolor en la hondura de nuestros corazones,
es como el bello canto de la alondra,
es como un sol que en el ocaso se desliza.

Hoy nuestro amor
se torna transparente y es nuestro presente.
Nació como un manantial puro
y virgen de la montaña,
recorriendo caminos diferentes y pendientes
hasta llegar al remanso de paz.

Nació nuestro romance desde lontananza,
más allá del cosmos
y se fue acercando para unirnos cada vez
en forma más entera y profunda.

Nos buscamos hasta en la penumbra,
donde nuestras almas
en dicha total se encuentran
y nos vamos lejos, juntos,
a estar en completa comunidad de espíritus.

Entre ríos de música
y lluvia de pétalos de flores,
serenamente, nos abrazamos,
somos uno en dos.
Somos árbol que va floreciendo
de a poco y hoguera sin humo,
sólo con luces multicolores.
Y nos envuelve el olor de las glicinas
y de las madreselvas,
derramándose por doquier.

No dejemos que este romance termine
en espejos de recuerdos
del áureo paraíso logrado.

Busquemos esa perfecta unión
que acerca más que abrazo
o beso de nuestra vida
y de su gran proyecto de dichas de futuro,
acercándonos al presente
para darnos largas dulzuras del minuto,
del tiempo que estamos viviendo.

Espíritu triste


Espíritu triste,
en la profundidad de mi alma,
se anidó oculta la tristeza, esa,
la de las penas desconocidas,
la que lleva ilusiones a las sombras.

Sin quererlo,
la suerte se mezcló en mi vida,
entre recuerdos perdidos,
angustias y desengaños,
la tristeza que cruza aleteando
por el espacio sombrío,
va derramando ilusiones,
y dejando tan solo
sueños de angustia,
de soledad y de frio.

Espíritu triste
que de a poco va derramando su tristeza
para que llegue
de algún lejano pensamiento consolador
una lumbre de aurora,
una voz de ternura,
que me reclama con amor mi triste ausencia,
implorando que la luz de nuestro amor
nos alumbre a los dos.

Tristeza aciaga, déjame,
vete de mi mundo interior,
para lograr una vida dentro de mi querer
como vuelve hacia adentro,
amando intensamente,
sin aflicciones ni congojas
que los desconsuelos vuelen
lejos al cosmos infinito.

Abatida mi alma,
nunca más,
quiere lograr una vida
que por puro milagro
surja nueva, pura, irrefutable,
entre auroras seguras colmadas de amor
y entonces de mi espíritu
libre de tristeza
brotarán cual suaves caricias
letras estremecidas,
palabras de pasión,
pensamientos puros,
rimas de éxtasis de amor,
para ti mi amado.

Y como campanas distantes
en noches oscuras
tus palabras con tus miradas
hondas como de un ensueño
me estremecerán entre tibias luces
donde no hay mas tristezas,
solo silencio creciente,
susurros temblorosos,
murmurando que el amor detuvo el vuelo
y acogió bajo su manto
a la plateada luz de la luna
a dos seres temblorosos
que vibran al calor de sus besos.

Te espero


Te espero en el umbral
de mi pasional abrazo
en la profunda noche,
desprendiéndose tizones
y luminosas chispas,
vertiendo los amantes volcánicos
deseos de eclosión de amar.

Te espero en mi vida,
crepitaste ardiente
las brisas en el silencio inmenso
de la oscura noche.

Ardió en mi delirio tu abrazo creador,
intensa llamarada
de dos cuerpos pletóricos,
inmersos en el amor.

Te espero con ansias de gozos,
con mi ternura ardiente,
abrevarás delicias
que de mi ser anhelante
van hacia ti.

Te espero,
soy tuya,
tómame, abrázame,
vierte en silencio
tus ánforas de fuego
que aceleran el latido de mi corazón.

Te espero,
estoy cerca,
muy cerca de ti,
te quiero a mi lado,
se acelera el latido de mi corazón amante
con tu abrazo leve y tu aliento excitante,
donde enciende la llamarada
que me abraza el pecho.

Te espero
¿vienes amor?,
intensa llama mora en mi pecho
que se inflama
despertando mi ardiente fantasía
y transforma toda la faz de mi destino.

No sé si espero,
amor,
ni si te espero,
pero de pronto estás,
inesperado y me envuelves
en un abrazo cálido de estío.

Reconozco tus ojos de viajero,
tu inseguro silencio,
tu llamado,
tus labios sin mañana
y sin pasado.

Te espero
porque eres un milagro de ternura,
triste y feliz,
eterno y pasajero,
inquieto y firme.

Te espero,
amor ¡Cómo irme!
¡Cómo estar sin estar!
Te espero porque puedo
entristecerme tanto por tu ausencia
que en fantasma de mí misma me torno
y sentirme tan feliz por tu presencia
que los cálices del regocijo colmo.

Pletóricos de dicha,
con dulces sones de músicas
seremos astros del alba,
en la más alta estrella.

Ven…
te espero…
hasta la eternidad.