Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 15 de mayo de 2016
Sólo tú
Sólo
tú, mi amor ausente,
me
instas a que mi cuerpo y mi alma
se
abran como un gran abanico
de
sentimientos, risas, deseos,
gozos,
alegrías sin fin.
Quiero
estar contigo donde estuve.
Contigo,
volver
¡Qué
novedad tan inmensa ésa,
volver
otra vez y repetir
lo
nunca igual de aquel asombro infinito!
Sólo
tú, en cualquier instante,
segundos,
años,
puedes golpear mi corazón
porque
sé que donde estuve
sólo se
va contigo, por ti.
Tus
besos los beso yo por ti,
saben, tienen sabor a los zumos del mundo.
¡Qué
gusto negro y denso
a
tierra, a sol, a mar!
Se
quedan un momento en mis labios,
indecisos,
imprevistos
y sin percatarme
no se si son para mi,
por ser algo irreal y mágico,
¡Son
estelas, son signos,
son
condenas o auroras!
Sólo
tú, creas en mi rostro un velo de lágrimas.
Si tú
supieras que ese gran sollozo
que
estrechas en tus brazos,
que
esas lágrimas que tú secas besándolas,
vienen
de ti,
son tú
dolor hecho lágrimas
más
sollozos míos.
Sólo
tú, el único,
traído
por el viento crepuscular
y el
silencio boreal,
hizo latir aprisa,
acompasado
mi corazón enamorado.
Dime
el porqué de nuestro encuentro
en la
sintonía del existir
en este
Universo que nos rodea
y nos
envuelve en redes invisibles,
diáfanas,
entrelazadas
con
hilos de mil hojas verdes
y capullos sin abrir de flores multicolores.
Sólo
tú, es al que espero,
a nadie
más esperaré nunca,
como
Penélope tejiendo mil telares
frente
al mar mirando
casi
sin ver el horizonte
fruncido
por la pena de la distancia.
Cuando tú
me elegiste, el amor eligió,
salí
del gran anónimo de todos, de la nada
y mi
tristeza se trocó en alegría
más
alta que las estrellas o nubes,
me
elevaste.
Y mi
gozo se echó a rodar,
prendido a tu ser, en tu pulso.
Posesión
tú me dabas de mí, al dárteme tú.
Viví,
vivo, ¿hasta cuando?
Sé que
volverás atrás,
cuando
te vayas retornaré
a ese
sordo mundo sin diferencias
de la
gota en el agua,
del
gramo en el peso.
Una más
seré yo
al
tenerte de menos
y
perder hasta mi nombre.
Mi viento eres tú
Mi viento eres tú,
el que me hace temblar,
estremecer entre tus brazos.
Me llevas flotando a la orilla
del nacer,
al lecho virginal y pleno de
candor.
Y lo que ha sido ya,
los años,
las memorias llamadas nuestra
vida,
tú, mi viento,
las alzas y las llevas
en vuelos ingrávidos
a lugares remotos como sombras,
dudas de existencia.
Mi viento eres tú,
tú me meces con amor,
me acunas y ante mi sorpresa
no me sueltas y suavemente me
izas
entre brisas inocentes
como en un mar inmenso.
Mi viento eres tú,
me llevas a lugares lejanos,
tembloroso de que la vida nos
separe,
retrasando desesperadamente
con abrazos apretados
la caída al borde del existir.
Mi viento eres tú,
el hacedor del milagro
de buscarme entre alharacas y
estrépitos,
hurgando entre los bosques
tupidos,
entre los campos florecidos,
entre las lianas de las selvas
tupidas.
Me encuentras y esa noche,
gran madre de nosotros
vamos hacia el nacer del amor.
Mi viento eres tú,
me envuelves,
me haces ir contigo
por encima del cielo y del suelo,
buscando el lugar exacto
en el fondo escondido del
horizonte,
en esa grieta exacta
donde sólo los dos,
alma contra alma nos amaremos
con pasión desbordante
que hará temblar al mundo
como estrellas puras y
rutilantes.
Mi viento eres tú,
escóndeme,
cubre mi vida con tu amor,
desbordante de huracanes de besos,
ciclones de ternura,
brisas de cálidos abrazos
y caricias sin fin.
Te tuve un instante
Te tuve un instante
que no se perderá
en el olvido oscuro y profundo
de los vivires de segundos.
Mi ángel quedó llorando
su inocencia perdida
en el abismo de tu ira,
sin retorno de la nada
a la que te fuiste.
Te tuve un instante,
fui verano después
de un florido vergel de primavera
que duró la brevedad
de una rosa en flor.
Las hadas y los duendes del amor
me siguieron y nos hicieron
encontrarnos
en ese breve instante
en el que me brindaste delicias
de ternuras,
sentimentales besos
que me llevaron al cielo,
después me diste
mieles de extraña seducción.
¿Por qué te enviaron a mí
por tan solo un instante
en esta vida carente de amor?
¿Es que acaso
en un acontecer de amor
impregnado de estío
tan sólo una noche
nos deja ese recuerdo
para toda la vida?
Se enlazaron nuestros ritmos,
nuestros sueños de amor
con el lírico trino de la alondra
y el rumor del arroyo,
se sintió el suspiro levísimo
que dio el corazón
y plenos de amor los ojos,
nos besamos el alma
y un invisible abrazo
rubricó nuestra unión.
Te tuve un instante tan sólo,
pero será eterno en mí.
Mi cuerpo fue virginal
reflejo de una nívea albura
de juventud colmada de ternura
que volcaste en mí.
Envuelta en esta red de amor y
ensueño,
necesito que no me alcance el
engaño,
ni la vileza,
ni un corazón sin calidez,
frío y con mentiras.
Sí quiero que me aprisiones,
tú, el alma amante
que me brindó dulzuras y calor.
Que apartó por un instante de mi
vida
el goce que destruye,
haciendo daño con trampas y
falsas
palabras como filosas dagas
lacerantes que se burlan
despiadadas del amor verdadero y
amante.
El amor sincero,
el hondo,
el que me hace sentir amada
y al que esperaré por siempre.