Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 27 de junio de 2016
Deshojando margaritas
Deshojando
margaritas,
sus
pétalos blancos, amarillos,
van
tenuemente volando hacia ti,
a
tu rostro amado
en
medio del campo floreciente
entre
vergeles frondosos de pastos tiernos.
¿Qué
te dicen sus pétalos de mí?
¿Te
preguntan quién eres?
¿Acarician
tus labios?
Deshojando
margaritas,
entre
te quieros y requiebros,
mi
amor se alza en vuelo
esquivando
temores, dudas, penas,
sólo
voy hacia ti
guiada
por mis margaritas puras y vírgenes.
Con
un te quiero mucho poquito y nada
voy
por la vida enamorada y feliz.
¡Viva
el amor!
La
vida es el verbo vivido del amor.
Las
margaritas tiemblan
en
mis manos cuando te ven.
Entre
mis brazos las acuno y las beso
sintiendo
su perfumado aroma
que
inunda todo mi cuerpo
que
va en tu búsqueda.
¡Vuelen
pétalos de margaritas!
¡Vuelen
lejos!
lleguen
a lugares donde el amor es necesitado
para
que todos nos amemos
y
sintamos el gozo del vivir.
Cubran
como un manto blanco, amarillento,
entre
velos envolventes todo lo que nos rodea
en
el floreciente rocío de los amaneceres
luminosos
de este mundo,
dejándonos
como un eco resonando
por
los rincones como rocío de luna
en
este tiempo que nos atrapa.
Y
aquí estamos en el camino primaveral
donde
se conjuga el tiempo y el beso
donde
la inocencia salpicada de te quieros
susurran
en el aire llevándolo por doquier.
Margaritas
deshojadas,
lleguen
lejos hasta él,
no
se reduzcan
al
estrecho espacio de mi verso
recorran
el paisaje perfecto del amor
donde
todos estamos reunidos
por
la calma primaveral
que
acarician nuestros rostros.
Pétalos
de amor recorran
los
caminitos del mundo,
vuelen
con la brisa de la mañana
llevando
el mensaje de que la vida
merece
vivirse
y
que el amor existe, existió
y
existirá por siempre.
Momentos precisos
Momentos
precisos,
sorpresivos,
no esperados, únicos.
Nos
encontramos sin buscarnos,
nos
miramos hasta el fin
de
nuestros días.
Momentos
precisos,
plenos
de amor, gozo,
placer
de estrecharnos
en
nuestros cuerpos
ávidos
de ser amados.
¿Por
qué ahora, cuando ni lo intuimos,
ni lo
percibimos, nos encontramos
en un
instante vacío de amor
en
nuestras almas?.
Eres la
frescura del aire que respiro,
el
aroma del bosque umbrío,
la
espuma del mar en calma,
el aire
diáfano del día azul.
Momentos
precisos,
surgidos
de la nada,
de lo
profundo de nuestras vidas,
cual
mágicos momentos irreales y misteriosos.
Momentos
precisos,
plenos
de dichas, de emociones intensas
que
hacen que la sangre corra por mi cuerpo más aprisa,
entre
arpegios y bemoles,
música
sincopada de cuentos inventados.
Momentos
precisos,
necesarios,
anhelados, con todo el amor
que se
puede esperar en tan sólo un beso apasionado
entre
suspiros de gozos y placer.
Te
quiero junto a mí, quiero sentir tu latir,
tus
emociones, tu calor cerca de mi cuerpo.
Momentos
precisos,
el oído
pegado sobre el ángel que custodia
el
hechizo de tus sueños
mi mano
angustiándose en el aire
por el
largo alumbrar del movimiento
con el
pulso agitado de la sangre
sobre
el somnoliento silencio
se quema
las llamas del placer y el gozo
como un
ave de marfil en primer vuelo.
Momentos
precisos,
aquellos
los preciados, los queridos, los anhelados
con
frescura de amapolas y espigas
brotando
verdes en la hierba.
Ahoga
en desazón al pensamiento,
se
detienen las horas de la espera
en el
momento inolvidable de este instante
donde
yo espero que nazca en tus ojos
el
verde que refresque mis sentidos.
Invisibles en el Paraíso
Invisibles en el Paraíso.
Nuestro lugar secretísimo
donde nadie nunca nos
encontrará, nadie
y es allí donde te siento cada
día
rozándome sutilmente con todo
tu amor
que es como una mariposa
que vuela en el aire de la
mañana,
como el viento suave que roza
mis cabellos.
Nos amamos sin prejuicios ni
condiciones,
sin esperas ni reservas,
sin egoísmos ni sombras,
sin cadenas ni sumisiones,
el mundo real para nosotros no
existe.
Invisibles en el Paraíso.
Nos amamos con la profundidad insondable
del océano,
con la claridad del Sol en las
montañas
con la fuerza suprema de
vientos huracanados.
Nuestras almas se buscan tras
toda emoción.
Invisibles en el Paraíso.
Frente a nosotros enmudece el
mar,
la arena,
el cielo y la mirada
y desde la lejanía se sienten
ecos,
palabras,
voces que suenan clamando por
la claridad y el amor.
¡Paz!
¡Vida!
Nacidos para la vida
y el amor fuimos creados.
Invisibles en el Paraíso.
Cogidos de la mano,
con pasos errabundos y lentos,
emprendemos nuestro camino solitario
y hemos subido al cielo,
a las estrellas luminosas,
en la inmensa noche azul llena
de temblorosos ojos.
Lengua del Paraíso,
sones primeros,
vírgenes,
entre tanteo de los labios en
el aire del mundo
para que estrenemos los besos,
los abrazos,
los nombres de los gozos
primigenios
que nuevos son para el júbilo
nuestro.
Invisibles en el Paraíso.
Que en los tiempos del alma,
allí,
en el más antiguo nos
encontremos sin buscarnos,
sin seguir huellas ni en
nuestra memoria,
ni en ningún signo nos guiaremos,
nos veremos percibiéndonos
nítidamente
entre la niebla gris que poco a
poco se fue abriendo
para que nos viéramos y nos
amáramos por siempre.
Invisibles en el Paraíso.
Y así,
lo que tú eres cuando yo te lo
digo
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Nuestras almas están juntas,
tú me sientes en la tuya,
yo te siento en la mía sin
poder entenderlo,
sin saberlo nosotros mismos.
Invisibles en el Paraíso.
Nuestro aire está lleno de
esperanzas en vuelo,
las encontramos y las
traspasamos
con nuestras alas tiernas
y con un soplo imperceptible
nos decimos
¡Te amo!
Aunque estén contra nosotros,
el aire y la soledad,
nos seguiremos queriendo
sobre todo en la alta noche
cuando el sueño,
ese retorno al ser desnudo y
primero rompe desde las estrellas,
nos queremos sin querer a
fuerza de estar queriendo.