Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 10 de julio de 2016
Prefiero la noche
Prefiero
la noche,
son las
horas en las que amustian
las
nubes vespertinas,
sobre
la azul altura
del
vasto firmamento.
Asómanse
los astros,
cuyas
luces divinas como miradas
pesan
sobre mi pensamiento.
Y es mi
hora,
en las
que entre la voz lejana
de la
campana
que con
lentitud las notas
del
Ángelus desgrana,
a mis
hojas en blanco
los versos de amor anidados
en mi corazón
se vuelcan sin cesar, con prisa
para
que no sean olvidados.
Prefiero
la noche,
porque
mi fantasía con audacia inquieta
sin
cesar te busca.
¡Oh,
poesía!,
en la nocturna soledad secreta.
Muchas
veces,
misteriosa
poesía,
frases de amor dolido,
manchan
mis páginas albas
en el
tedio de las noches acíbaras
y
vuelan por todas mis visiones de armonía
que se ocultan cuando el cielo aclara.
Prefiero
la noche,
en ella
te busca mi cansada fantasía
y mis
sueños se tienden como aves raras
cuyas
alas exploran
hasta
horizontes lejanos y oscuros
tanteando
tu imagen,
la
única imborrable,
para mí por siempre.
Como
solitaria misteriosa,
vago
volando bajo el cielo
y sobre
el mar
en la
noche profunda y estrellada,
tratando
de percibir tu figura
que
añoro
y tu
dulcísimo firmamento
y en
instantes como un sueño
que se
esfuma,
creo entreverla en un revuelo de la espuma
o en
los astros del Universo.
Prefiero
la noche,
porque
la Luna me acompaña
con su
fulgor, blanco y brillante.
Mi
corazón puede correr
a
regiones ignotas
apareciendo
en el pentagrama
vacío
de mi alma
las notas que buscaba
y no
encontraba y que inútilmente
yo
clamaba para inundarla de amor
como en
un agitado río
entre
tupido follaje.
Prefiero
la noche,
con la
Luna como nota errante
que
parece que extravió su cantar
pero aún así con su luz agonizante sigo,
en mi
perenne búsqueda
de
aquel a quien no puedo hallar,
mi
ideal no encontrado.
Prefiero
la noche,
porque mis versos me aroman el alma
y los
busco en los sones de liras
que van
brotando
entre
pasos de visiones
que
conmigo los van buscando.
En
algunos momentos
no
responden,
no
aparecen en ningún lugar
de mi
mundo interno
y
entonces me inquieto.
¿En qué
lejanías mi númen se esconde?
¿Bajo
qué estrella se guarece?
Vuelve
a mí, en esta noche mía,
nuestra,
ven con
el viento,
las
brisas,
los
astros del firmamento.
Prefiero
la noche,
quedarme un instante suspendida en lo Eterno
e ir
como el viento,
nómade
del existir
transitando por la expansión del Universo.
Entre dos luces
Entre
dos luces
nos
reflejamos tú y yo
en
espejos de azogue y de cristal,
nuestras
imágenes fulguran
cual
estrellas
en la
cima de los cielos con la tierra.
Quisiera
estar tendida en tu corazón,
envuelta en tus brazos,
mi
rostro bañado por tu mirada.
¡Cuánta
felicidad nos baña
uniendo
nuestros cuerpos y espíritus
entre
dos luces
que nos
bañan
con sus
fulgor de amor!
Antes
nos encontrábamos torpes,
a oscuras, tanteándonos entre tinieblas,
ahora
entre dos luces,
la tuya
y la mía,
la
dicha nos escoge,
nos
declara capaces
de
creación alegre
y
nuestras dos vidas
viviendo
abrazadas
labran el gran proyecto
de la
pasión del alma.
Entre
dos luces,
diferentes
las dos, bellísimas,
visibles
tan sólo por nosotros,
nos
iluminan nuestras imágenes
misteriosas
de tibiezas.
¡Qué
alegría saber
que en
cada hora
algo
que esta viviendo nos espera!
Cuando
la Tierra se inunda
con la
aurora,
la felicidad se nutre en cada rayo,
la luz
que llega a estrenarle
a la
vida nueva un sinfín de esperanzas.
Entre
dos luces,
nuestras
almas se acarician
y la
del sumo mediodía
nos da
claridad, toda hueca,
de tan
clara nos enseña
a
ceñirnos entre abrazos dulces
que no
son ya más misterios.
¡Qué
sensación tan profunda
arrancas
de mi espíritu
cuando
estás en mí,
con tu
luz que me permite
saborear
la paz de tu amor!
Al
desnudar tu luz en mis pupilas
se
congrega la sangre en los sentidos
y una
tibia memoria sin contornos
se
apacienta en tus valles y entre lirios.
Entre
dos luces,
la tuya
y la mía,
tu nombre y mi nombre
recogidos
en nuestras bocas sin color
en la
música del viento,
tal
leve en extensión
que
sufren nuestros labios
al
amparar su son
tan breve tiempo.
Mantendremos
con aguas encendidas
por las fieles veredas de nuestros pechos
el medido esplendor de nuestras luces
y así desgarraremos sobre la playa
la cifra exacta de nuestros nombres
y el
cuenco sellado
con
gracia
de
nuestro amor eterno.
Entre
dos luces,
sofocados,
hambrientos
de querer vernos más,
de
estar más cerca,
como
firme hiedra de amor
plantada en el suelo
regada
por mil estrellas.
Nos
amamos como somos,
nos ofrecemos amor incondicional,
sin
apremios,
nos
brindamos esperanzas de vida,
somos
como la brisa del mar
reflejada
en el cielo rojizo.
Entre
dos luces,
como espejos de agua
estaremos
juntos,
siempre
juntos
corriendo
la vida sin apremio.
Fuiste tú
Fuiste
tú,
me
dejaste en el mundo irreal de la poesía,
mundo
mágico donde estoy sola,
en otra dimensión,
viviendo
momentos únicos conmigo misma.
Mis poesías
de amor,
son
paradisíacas,
tiernas,
dulces, a veces severas, duras,
despiadadas,
adoloridas
y ¿cuál
es la razón que me insta
a estar jugando con las palabras,
saboreándolas,
deleitándome
con ellas?
¿Es que existe una razón verdadera?
No, es
irreal,
es del otro mundo,
de otros cielos, de otros horizontes
y
vienen despacio, sin apuro,
sin
prisas a buscarme
y a
llevarme a lugares lejanos y secretos.
Fuiste
tú…
mi
inspiración, mi numen,
mi amor consagrado
hasta
el último anhelo de mi alma.
Me
haces vivir
en
nostálgicos y melancólicos suspiros
que
desde mi mundo interior
surgen
aún más allá de la nada,
del no
existir
en esta
realidad sin amor verdadero.
Fuiste
tú…
me
transformaste,
soy y
seré un ser diferente
desde
el instante
en que
apareciste en mi vida,
me enamoré del AMOR,
me
diste el todo
que
siento que soy hoy.
Entre
metáforas,
sílabas, letras, frases, sinónimos,
mi mente se va sola
con
ellas a danzar,
a disfrutar de la música,
a amar la vida con total intensidad.
Sin
saber por qué, las poesías,
con prisas, con prioridades inusitadas
quieren
ir a las páginas en blanco.
Corren, se entrecruzan, se vuelcan
perdidas
sin saber qué expresar,
si es el amor el intenso
o el
tranquilo dulzor
de
caricias no sentidas.
Se van
enhebradas en letras tejidas
con
encajes de fulgores brillantes,
opacos,
refulgentes
a
recorrer el orbe
en
mantos de amor
para
envolver en redes
las almas necesitadas
de
sentimientos puros,
inocentes y vírgenes.
Fuiste
tú…
cambiaste
mi entorno,
mi
sensibilidad más honda, más sentida,
me
elevó a bordes abismales
de
remotos tiempos,
de
ayeres y de presentes inesperados
con
profundos deseos
de amar
y ser amada.
Fuiste
tú…
el que
despertaste mis ansias,
mis
angustias, mis puros deseos
de
volar sin alas, lejos, muy lejos,
a cielos azules entre nubes áureas
como
campos de algodón,
buscando
el don de la esperanza,
el
deseo de vivir
volcando
mi sentir
en
trozos minúsculos de papel
o en
hojas apergaminadas
o en
caminos de arena
donde
se borran con la espuma del amor.
Fuiste
tú…
me
diste la vida, esta vida mía
que me
hace amar por sendas sin fin,
derramando como pétalos de jazmines
sentimientos
hondos, sinceros, únicos,
transferibles
de un alma a otra,
tendiendo
mis anhelados puentes
donde
la vida renace
y el
ser humano se une
entrelazando
dedos, manos, brazos, mentes
para
limpiar nuestro planeta
de
oscuros y misteriosos sentimientos
malvados y mezquinos.