Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
martes, 2 de agosto de 2016
Dones de la felicidad
Dones de la felicidad,
ofrenda pura y casta
que puedo hacerte llegar
con todo mi amor.
Dones de dulzura,
dádivas para el ser bueno
que merece que me apegue a ese algo
que fluye de manera natural y libre.
Dones de esperanza,
regalo que te entrego con paciencia y valor,
sin cadenas que nos aten,
sin frustraciones ni pena.
Dones de ilusiones,
que vuelan muy alto sin obstáculos
hacia el fondo tierno del horizonte,
donde caben las alas que se elevan al más allá.
Dones de alegría,
gracia que el destino te ofrece
con arrebatadas fuerzas,
vendavales del mundo
para que nuestras almas estén
eternamente unidas.
Dones de dicha,
regalo de una vida gozosa y plena de luz,
viviendo juntos,
sin sombras alargadas,
ni besos no recibidos.
Dones de gratitud para agradecer
el amor que nos lleva a vivir amando entre risas,
belleza e imaginación.
Dones de visiones de otros mundos,
que entre estrellas de lo ignorado
y de lo inmenso podamos asomarnos al vacío
en jirones pálidos de incienso.
Dones de la inocencia,
pura, crédula, casta,
que nos envuelve cuál capullo trasparente
y traslúcido para que los males,
dolores,
quejas de este mundo
no nos hieran nunca.
Don de la paz,
que nos rodee,
nos inunde nuestro mundo interior,
nos lleve por caminos abiertos y brillantes
sumergiéndonos en la inmensidad de tú y yo.
Don de la claridad,
que inunde nuestros corazones
rebosantes de amor,
del verdadero,
con luces cálidas,
sin tinieblas en el espacio
de nuestro existir.
Don de la lealtad,
carisma de un carácter puro
y de una sensibilidad para nosotros mismos
y para los demás que nos rodean.
Don de la fidelidad,
merced que nos otorga la vida
para sentirnos en un espacio de existir,
medido por la luz del alba,
hasta el crepúsculo.
Dones de la vida,
no abandonen nuestros corazones
bajo el gran cielo azul,
tiemblan y viven
latiendo con sus encantos de brisas tiernas
que se cubren con vergeles tupidos
dibujando en nuestro yo bellezas
que abren nuestros caminos en el existir.
Vuelo del alma
Vuelo del alma,
frágil y etérea que se eleva vagando
inmersa y callada en el suave viento
dejando que vuele sin contar las horas.
Cómo céfiro suave duerme mi aura nívea
y en la luz del primer día
tanto tiempo esperado y tanto tiempo olvidado
mi alma voló como hálito fresco
entre sueños y risas,
danzando sorprendidas,
trenzando pasos leves.
Vuelo del alma,
en busca de la esperanza,
entre ardores de pasión y abrazos de amor.
La buscan los sauces temblorosos
llorando contra mi piel
y los rizados nenúfares suspiran a mi lado.
Vuelo del alma,
libre y solitaria,
que se va lejos,
muy lejos,
a los confines del mundo
buscando trasmutar la tristeza en felicidad
y encontrar los júbilos del mañana.
Y llegó de pronto entre su vuelo raudo,
un rayo con luz de fronda
que revoloteaba
con su alegría.
Mi alma toda estalló en risas,
tan suaves,
risas tan hermosas de cristales
desgranados que en claros trinos,
trémulos mis besos volando
fueron en la búsqueda del amor sin límites.
Vuelo del alma,
vuela alto,
muy alto,
no te quedes en el medio del camino,
porque allá,
adelante…
¡algo te espera!.
Vuelo del alma,
que me lleva entre fragancias místicas
de sueños a crear versos
que nacen de mis manos
en noches donde dibujaba en el cielo
mis alondras con alas y juegos,
mis ríos con sabor a secretos.
Vuelo del alma,
buscando en calma la luz de tu mirada,
enrejadas sombras en mis noches,
durmiéndose la luna en el silencio
del firmamento azul del recuerdo.
Vuelo del alma que se esconde en el infinito,
se alarga como el mar cuando se esconde,
sin barcas ancladas en ningún puerto
y sin poemas guardados
con desvelos ni extraviados entre letras.
Esas donde encontré
por vez primera nitidez de las auroras,
extasiando la ausencia
para que el olvido no duela.
Vuelo del alma,
ve y busca el libro de añoranzas
y en odas de almanaques despiertos
guarda en el santuario los versos olvidados.
Caminos olvidados
Caminos olvidados,
senderos transitados en el ayer,
no están entre los recuerdos
que dieron calor a mi corazón.
La vida,
vivida a pleno,
nos lleva por lugares y momentos
sorpresivos,
penosos, pesarosos,
inquietos y de amores falsos
y verdaderos.
Caminos olvidados,
sin cercas ni trancas,
sin puertas con llaves ni
candados,
abiertos a la vida para sentir,
amar y sufrir en momentos que se
proyectan
al hoy y al mañana
si no los dejamos en el olvido.
Caminos olvidados,
trillados,
con huellas hondas y barrancos
profundos
que dejaron marcas en nuestro
corazón
pero que sensibilizaron nuestra
alma
para que en el hoy sea
transparente y diáfana
y dé todo su amor por todos los
rincones
de este cercano mundo en el que
vivimos
con fe y esperanza.
Caminos olvidados,
los vislumbro lejanos,
distantes,
entre curvas y vueltas
perdiéndose en la nada,
me han dejado experiencia
y ganas de vivir a pleno.
Desde estos caminos olvidados
nacieron
de a poco mis primeros poemas de
amor,
senderos con palabras etéreas,
frases dulces,
letras que comenzaron a inundar
mi mente
para enlazarse y caer,
sin darme cuenta,
en papeles traídos por el tiempo.
Caminos olvidados,
espejos del recuerdo,
mis pasos resonaron
en las aceras solitarias de la
vida
y se perdieron en la cinta del
eco enredados
entre el follaje entretejido de
dolores,
alegrías, amores,
apurando la vida en la breve
llama
de la inmensidad del tiempo.
Caminos olvidados,
me llevan en instantes a
recuperar
la azucena jubilosa de la
infancia,
a sentir el goce del primer beso
de amor.
El ayer no fue sólo momentos de
tristeza
ni de cansancio de los días,
ni de miedos con temores,
también fue un dichoso sendero
de música y de formas, de cantos
y risas,
de amores vividos sin sombras ni
pesares.