Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
lunes, 26 de septiembre de 2016
Vivencias
Fluye el rio del tiempo, se empapa uno en sus aguas,
se le encoge la voz, la mirada se amansa.
Se achica el corazón, las piernas se acalambran.
Se entumecen los brazos y se arrumbara la espada
y la flauta se vuelve reticente y opaca.
Piernas y corazón apuraban su marcha hora explorando amores, hora
andando comarcas,
a todos algún seño prometía mi
flauta no el sueño que se sueña, sí el sueño que se arranca,
de la tierra renuente y el corazón desbordado.
Que pronto un diluvio como un
torrente de lágrimas ahogo las penas del mundo y puedo ir,
cantando bajito sin ahondar las pisadas, no sé si por costumbre o
por cautela con un dejo de gozo y otro dejo de lástima.
Gozo por lo que tengo y por lo que soy.
Me basta.
Pena por tantos sueños muertos a mis espaldas.
“Me
niego a despertar
no quiero ver la soledad de tras
de tu perfume que se negó a partir”
La vida sin ti
La
vida sin ti,
mi
vida sin ti ya no es lo mismo,
te
extraño tanto que mis entrañas crujen de dolor y de pena.
Eras
el abrazo enternecido,
aventando
arrepíos solapados,
en
mi corazón estremecido por designios de mí,
sino
infausto.
Eras
mi amor cada día.
Aliciente
a mi sinuosa vida,
mi
socaire eras acrisolado en dulzura.
La
vida sin ti,
no
tiene más sentido,
tú
eras la constante alegría,
acrecentando
cada día mi incipiente ilusión.
Rutilabas
en mi corazón con total ímpetu.
Ahora
eres insondable suspiro
y
sólo te vislumbró tu figura entre las nubes grises y lejanas.
No
he podido hablar contigo,
en
realidad no importa que tenga que callar mi boca,
pero
mi alma quiere hablarte,
no
te deja un momento en el olvido.
La
vida sin ti,
no
he podido ver tus ojos,
no
caminar a la par de tus andares,
no
he ido solitaria, a amargarme a nuestros lugares.
No
he podido escuchar tu voz que siempre es preludio,
de
un mar de amor incontenible.
No
he podido hablar contigo,
estás
envuelto en tu capullo volando por el cielo
y
por ti mi alma rota y quebrada muere por el suelo.
no
he podido hablar contigo,
dime
que de ti solo recibiré tu olvido,
pero
no guardes silencio.
Ese
… ¡sí es castigo!
La
vida sin ti no tiene sentido,
vivir
sin ti es vivir sufriendo.
La
vida sin ti,
y
perdidas las nubes que yo quise sujetar en el cielo,
clavadoras
con miradas más alto se fueron.
Y
las alegrías del querer y las angustias del estar aun queriendo poco
y
las ansias de querer, quererte, más.
Todo
por perdido,
todo
en el haber sido antes,
el
no ser nunca ya.
Mi
vida sin ti,
es
un mundo vacío,
sin
tus miradas, tus besos, tus caricias
y
vivo asustada con miedo desde que me dijiste te amo,
pero
todo era falso ,apariencias, retrasos, cortezas inocentes
y
estaba detrás , despacio, madurándose,
al
compás de esta ansia que lo pedía en vano,
la
gran delicia: el sí.
Amor
vivir sin amor,
¡qué
gran catástrofe!
Todo
hacia atrás la vida se va quitando siglos,
frenética
de encima,
desteje
los minutos galopando su curso lento antes,
se
desvive de ansia de borrarse la historia,
de
no ser más del puro anhelo de empezarse otra vez.
La
vida sin ti no es vida,
es
vida que poco a poco se va apagando.
Culpa
Culpa, ¿toda mía es la
culpa de tu ausencia?
No supe retenerte a mi
lado.
¿Será mi culpa?
¿O tu miedo a amarme y ser
amado?
Yo soy por siempre tu
amante hasta que deje este mundo.
Mi culpa es amarte con
toda intensidad, con mi cuerpo y mi mente,
con todo mi ser.
No estás.
Y estás en mí como una
lluvia de suavidades indefensas,
que braman por sacarme de
la rutina muerta,
para arrastrar mi sed en
el silencio de tus miradas grises.
Quisiera estar contigo sin
culpa alguna,
en un bosque de pinos para
seguir la travesía del aire,
telegramas de resina y de
esperanza.
¡Cuántas flautas
prodigiosas envolverán la culpa acumulada,
entre redes de hojas
perfumadas!
“¡Qué
feliz me siento con mi culpa!
¿Podrás
decir lo mismo de la tuya?”