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Mundo ideal


Es tan sólo con pensarte que yo puedo volar muy lejos conmigo.
Quiero llevarte bien alto, lejos,
para que busquemos un mundo ideal          
donde solo juntos hagamos nuestros sueños realidad.
¿Sabes qué?
Te has convertido en aire que respiro,
en la luz que mi vida ilumina.
En esa canción que quiero cantar contigo.
Eres todo para mí,
mi sueño,
mi ilusión.
Un mundo ideal contigo es donde haya siempre
un romance cada vez que estemos juntos.
¡Cómo decirte que te quiero mío y me quiero tuya!
aún para eso que se llama eternidad.
En el mundo ideal ven conmigo,
tiende tus manos,
tiende tu cuerpo hacia el mío.
Los dos buscamos un color,
una fecha,
un pecho,
un sol.
Descansaremos juntos,
seremos una sola alma,
un solo cuerpo.
El mundo ideal hace latir mi corazón
con vivencias armónicas y emocionantes
 ya que en él estás junto a mí,
amándome con sólo mirarme.
Es un modo sagaz,
de agradecer ofrendas soterradas.
Alquimia secular de los jardines del alma,
que trueca los signos del eco
Y del silencio turbio y apagado
donde la luz poco a poco nos inunda en alturas infinitas.
En el mundo ideal nos dormiremos al fin en nuestro sueño,
ávidamente entre nuestros cuerpos se encontrarán
el reposo,
la paz,
el gozo,
la felicidad plena.
Y afanosamente en nuestro lecho tibio de amor
otra vez será la corporeidad plena
donde el amor inventa sus encantos fortuitos,
gratificantes,
plenos de nostalgia,
de soliloquios,
de mágicos y tiernos encuentros.

“Ayer acaricié
el pétalo de tu sombra.
¡Qué extraño fue!”

Amor y ruidos


La ciudad nos tira sus ruidos
y en la penumbra de nuestro nido de amor
de mariposas tiernas
tú y yo…
y las caricias desbocadas.
Amor y ruidos,
un bramido rompe la calle,
vieja y de piedras.
Nuestro amor como pájaro sin alas
se acurruca en nuestras bocas desarmadas.
Canta el río sinuoso,
mojado de tipas y empedrados.
En la sed del silencio
y el anhelo
como lenguas de fuego,
 se consumen nuestras formas,
fundidas en un tiempo inagotable.
Amor y ruidos.
Frenadas, humo, arranques,
voces, placer.
Caricias que desgarran,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es la ciudad que vive,
mientras va muriendo.
Es el amor que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.

“Fue allí donde comenzaron
los secretos,
lo prohibido,
el declive de la vida.
¿Cómo hacer para deshacerme de ti?
Sí por entregarme desaforadamente
¿me perdí y te perdí?”

Llueven mis ojos


Llueven mis ojos,
la lluvia desgrana
el gris celeste de mi mirada.
Mi angustia se prende
en cada gota pordiosera
que me regala el recuerdo
de tus ojos plomizos y aleteantes
sin lluvia que los apague.
Tú eres para mí,
el fino aliento de la aurora
y un abrazo de sentimientos mansos.
Llueven mis ojos,
eres en mis días de tormenta
la claridad ladina que perfora nubes,
la placidez del agua que en mi piel revolotea.
Y toda esa cosquilla
que se mueve por mi sangre
te llama
y te siente mío
para siempre.
Llueven mis ojos,
tú no estás conmigo.
No somos del aire que perdura.
Somos tiempo,
raíces ocultas, encanto ajeno.
Bosques poblados de pinos y eucaliptus,
entre cuyas hojas
mi mano se despide,
extendiendo las palmas al horizonte.
Estoy triste, llueven mis ojos,
estoy en una sombra apesadumbrada y oscura.
Formas efímeras de hierba
con las que mi mano convoca
las alas del otoño
te busco,
te deseo,
con todo mi cuerpo atormentado y sin luz.

“Frente al papel en blanco
armo un rompecabezas de palabras
por colores y formas
separo las piezas
y acerco sus bordes
ya el poema reposa
quieto y en silencio.
La poesía está en todas partes
y no se deja ver”