Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 4 de febrero de 2017
La noche triste
La noche triste,
quejumbrosa,
galopa entre las oscuras nubes
tras un rayo,
un
trueno,
dejando en el horizonte
cenizas de penas.
La noche galopa dando brincos,
luces de estrellas
en sus cascos negros.
Me interno en ella,
el miedo me rodea,
busco entre luces
alguna luz que me guíe
hacia el sendero,
ese, el que vi en sueños,
que entre árboles ralos
me llevaba hacia la luz.
La noche triste,
entre
golpes de resplandores rojos,
crepusculares,
da vida, sin quererlo,
a pequeños brotes de bambú,
de caléndulas,
de siempre hermosas amapolas,
dando a mi alma
resquicios de calma,
de serenidad,
de fe.
La noche triste
sigue en su galope sin fin,
levanta al cruzar mares,
cielos,
horizontes,
un sinfín de sueños truncos,
rotos, resquebrajados
por brujas malvadas
y duendes traviesos.
Es un potro salvaje y negro
con crines al viento,
con cascos de plata
y arneses de estrellas.
Galopa en extensa llanura
donde en los confines del tiempo
su trotar eterno descansa
cuando aparece la esclarecida aurora
con sus haces dorados
de atrapante misterio.
Entonces, ese potro
hondo y negro
se desvanece poco a poco
para seguir renaciendo.
La noche triste
envuelta en niebla
da sinsabores a mi corazón.
Una sutil muselina rodea
la luna.
La suave luz de opalina
esmerila la laguna.
La noche de negra esclavina
se desgarra en espinas de tunas.
Una luz peregrina reina
en alba bruma.
Lo que soy y lo que fuí
Soy un
alma peregrina
iluminada
por el amor,
entre
arrullos y cantos,
entre
claridades de luna
y
brisas de jardín
con el
corazón infinito
en el
cáliz naciente.
Boca
que busca
el
nuevo verbo de besar.
Fui un
mundo en sombras,
sin fuentes
para beber
ni
refugio de dulzura
en el
vago adormecer.
Lo que
soy y lo que fui,
ser
transformado con el cuerpo
llevando
el alma,
siempre
vanamente
a
pensar en ti
para
que te vuelva a olvidar.
Hoy soy
aire
que me
llena de espacio
y
equilibrio con calma
voy al
cóncavo delirio
con mi
mirada ininterrumpida
en el
vasto universo.
Lo que
soy y lo que fui,
cuerpo
íntegro,
alma no
más adolorida,
en el
mañana iré a lugares lejanos
sin
querer ni un resquicio de sombra,
apresando
siempre
el
resplandor supremo de un verso.
Fui en
el ayer, ayer de ayeres,
los
cantos del dolor entre sollozos roncos,
el amor
me había abandonado
y mi
corazón sufriente,
casi
temblando
se
hundía en el mar de llantos
entre
gritos y clamores
en la
cavidad negra de las olas
y en el
abismo del viento
donde
va lo que muere.
Lo vi
descender
al pozo
de las tormentas,
abrirse
como un loto
en las
aguas tranquilas,
bailando
en las olas,
rebotando
en las crestas.
Soy
ahora en este Hoy
un alma
inagotable
que
mana de una fuente
refulgente:
amor.
Amo la
vida,
abro
los brazos, me regocijo
y me
yergo embelesada
ante el
milagro del existir.
Antes,
mi espíritu vagaba
por la
extensión de la nada,
insensible
a las señales del viento melodioso,
ahora
río, canto, danzo
y los
versos, las ideas, las palabras de amor,
revolotean
a mi alrededor,
girando
bailes sin traspiés,
volando
en el viento
hasta
las hojas amarillentas
que las
esperaban con inquietud.
Mi
mundo interior
ni se
disuelve ni vacila,
se
desatan por dentro
los
miedos sin morir
y como
el canto de un violonchelo
se
evade y se extiende
en el
aire amortiguado
y se
derrama entre olas de caricias
y
ternuras frescas.
Lo que
soy y lo que fui,
antes
no tenía el caudal del amor
que
como río desbordante
inunda
tierras y campos,
ahora
tengo un corazón
pleno
de esperanzas
y de
deseos de paz y de felicidad,
yendo
al claro manantial
donde
la sed termina
y
comienza mi mundo de azul dulzura
resplandeciendo
en la transparencia
de un
nuevo amanecer.
Desencuentros Casuales
Desencuentros
casuales,
el destino nos llevó a encontrarnos
y
unirnos con intenso amor
pero
luego, poco a poco,
nos fuimos separando.
¿Cuál
fue el motivo?
¿Dime
un por qué?
Desencuentros
fríos y duros
que
alejaron el amor,
aquel
que era ritmo en una canción,
voz en
sentimientos,
sin que
interviniera
el
pensamiento y la razón.
Están
muy cerca los signos
que a
veces ignoramos,
la suerte, los imprevistos
que nos
dejan entrever
el
desencuentro inesperado.
¿Por
qué el alejamiento?
el
darse en el ir coloca al ser
en un ser desprendido, ligero
y sin
raíces pero su corazón
vibra y
palpita al sentir
que a
su lado no está el amor
que
hasta ese momento
vivía
junto a él.
Eres
una luz que se va de mi vida.
¿Será
para siempre?
¿O por
un desencuentro casual?
En
infinitos árboles del mundo,
cada
hoja vence al follaje anónimo
por un
imperceptible modo
de no
ser otra.
Desencuentros
casuales,
como náufragos tristísimos
en el
alba de aquel callar
en
donde se abolía lo que no era,
nosotros
en nosotros,
quedamos
solos,
prendidos
a los restos del silencio,
tú y
yo, los escapados por mirar.
Desencuentros
casuales,
¡dejen
de existir!
¡tarden
en aparecer, grita mi alma!
¡Tardar
nos grita el ser entero!
Nuestro
anhelo es estar juntos,
rechazando el separarnos
por tan
siquiera un instante.
Y los
dos semidespiertos
en la
porfiada penumbra,
nos
preguntamos la causa
del no
estar unidos, inmóviles, quietos
en la alta noche
queriendo saber los porqué
de este
desencuentro casual
y con
un ansia loca de soñar
con el
afán de tardarnos en vivir alejados.
Desencuentros
casuales,
en
lenguaje de dolor el alma sufre
y con
luctuosos llantos
se anegan las heridas de la separación.
La
noche solitaria,
serenamente
triste,
su manto
de tinieblas
de
misterio viste.
Después
compilaré mis versos,
mis
prosas poéticas
para
entregártelos a ti
cuando
te encuentre otra vez
y el
amor nos reúna
llevándote
todas mis desilusiones,
volando
como insectos de luz en canciones.
Desencuentros
casuales,
que
sólo sean vuelo de un día,
que nos
rocen sin tocarnos,
que
apenas desaparezcan
de
nuestras vidas.
¡Cuánta
esperanza anida en mi corazón
irradiando luces en las sombras
que aún
nos circundan
siguiendo
un ideal
todavía no alcanzado!