Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 6 de marzo de 2017
Sortilegio
Sortilegio,
Magia de amar
a alguien lejano y distante.
El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí
vuelvo a recogerme.
Comprendo,
en una mano las cosas
y en la otra su sombra.
Sortilegio.
Los que me hirieron
también están desnudos,
nada me arrebataron,
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
quedó un retrato de sus ojos.
Encantamiento,
conjuro de Amor,
mis pasos de alondra
pisaron un otoño húmedo
y te sentí
alejarte volando,
entre la fronda indiferente
y deshojada
de viejos pergaminos.
Como en un embrujo sutil
y misterioso
quise seguir tu cielo solitario,
quise amarrar mis ojos a tus alas,
quise rehacer todo mi cuerpo
con tus plumas blanquecinas.
Sortilegio,
embrujo de un Amor
que se lo iba, despacio,
llevando el viento
a distancias luminosas
entre colores de crepúsculos
rojos,
amarillos,
naranjas,
de un sol que se adormece en el mar
iluminado por sus rayos.
Sortilegio,
como mágica sombra
de mariposa nocturna
voy en tu búsqueda
hacia una unión madura
con sabor a mieles de amor.
Adivinación,
de volver a encontrarte
y allá voy con mis delirios
a saborear la paz serena
de tu amor.
Sortilegio,
tú… amante mío,
en un encantamiento inesperado
no estás en mí,
sólo siento una lluvia
de
suavidades indefensas
que me llevan con mi sed de verte
al silencio de una inútil búsqueda
de tus miradas grises.
Sortilegio,
deseo que una mágica noche
enciendas la leñas de tus brazos
para recibirme entre tus encendidas manos.
te busco desde el abismo a la cumbre
ardida en ardiente lumbre.
Desde la cresta a la breña
ensueño que se desempeña,
desde el confín a la arena,
desvelo que se serena,
en un eterno recomenzar,
en un encantamiento sin fin.
Invadiendo mi silencio
Invadiendo
mi silencio,
tú el
que intentas murmurar,
constantemente,
tus
palabras sentidas de amor
no
dejando que me encuentre
a solas
conmigo misma
para
borrar de mi mundo interior,
antiguas
desolaciones.
Quiero
mi silencio mudo
incluso hasta en el viento que toca mi oído,
o el
eco que se asoma a burlar mi voz.
Hoy
necesito soledad,
el
cielo está oscuro,
la luna
se ha ido,
las flores no tienen la esencia de ayer.
Las
aves volaron dejando su nido,
me
siento sola,
pero sé
que tú vendrás
al
grito desesperado de
¡vuelve
a mí, no me abandones,
necesito
tu amor!
Invadiendo
mi silencio,
estoy
en penumbras con todo mi hastío
y en cada suspiro lloro una oración
que
clamo en silencio
porque
sé que todo fue pasado
y que
tú vendrás a mí,
dejando
en tinieblas, dolores ya idos.
Invade
el silencio todos mis espacios,
mi vida
marchita navega sin ti,
en un
triste andar
se mueren mis pasos,
te buscan sin tregua
para
que me traigas al hoy
donde
tú me esperas.
Invadiendo
mi silencio,
sin
ningún encuentro, sé mi amor,
vigía de esta silenciosa
que
quiere regresar
de su
viaje interminable
en el
desierto de su alma
y que
su corazón,
de la
mano dulce de la brisa,
llegue
hasta ti.
En la
caricia de tu voz,
yo era
el umbral de tu presencia,
yo
estaba en la sombra de tu nombre,
yo
habitaba en ti,
pero en mi mundo de silencio,
no te
encuentro
y un
profundo dolor invade mi corazón.
No me
dejes estar en el completo olvido,
hazme
llegar sólo una caricia leve,
el
recuerdo de una sonrisa,
la mano dulce de la brisa
y
acércate con ternura
a mi
mundo de silencio.
Invadiendo
mi silencio,
tú, sin prisa, despacio, lentamente,
te vas
adentrando en mi mundo
para hacerme beber
la
fuente de la vida,
aquella
que dejé
sin casi
darme cuenta.
¡Ven!
¡Entra en mi alma y hazla renacer!
Que
poco a poco
tu
magia invada mi ser
despertando
sus deseos
de gozar y amar
y así
lograrás detener el tiempo
entrando
al silencio de mi alma
para
vivir contigo
suspiros
leves y caricias cercanas.
No
quiero que seas
en mi
mundo de silencio
un
simple reflejo
en mi
imaginación
y que
al despertar mis ojos no te lloren.
Invadiendo
mi silencio
con tu
presencia en mi cuerpo
para
darme la flor del amor de la vida
que hoy
desvela mis pensamientos
con
silencio de olvido.
Pequeñas promesas
Pequeñas
promesas,
vienen desde muy lejos,
nos
atrapan, nos envuelven,
dándonos
alegrías al escucharlas.
Son
fugaces y tiernas,
nos
despiertan sentimientos
que creímos ocultos,
que ya
nos habían abandonado.
Pequeñas
promesas de amor,
de un
amor que arrastra recuerdos vagos,
ya casi
olvidados,
los
cuales creí inexistentes
pero
cuán profundos
se
arraigaron en nuestras almas.
Nos
hacen crecer poderosas alas
para
cortar como golondrina
el
cielo azul y celeste
de esta
aurora nueva
y me
siento casta, luminosa,
transparente, serena,
andando
libre y sin sombras
en un
camino de estrellas.
Pequeñas
promesas
que
pasan por el aire como ramos verdes,
cercando
mi sosiego,
posando
un viento en mis labios,
guardando tu augurio en cofre de plata.
Mis
manos están prontas
a recibir tu ofrecimiento,
rogando
que se cumplan mi deseo
de
estar junto a ti,
tan sólo instantes, minutos de mí existir,
calmo y
sereno.
Pequeñas
promesas,
te escucho, te nombro y te reclamo
y mi
deseo reverdece hacia adentro,
puliendo artesonados tu ausencia.
Recorre
mis orillas
un
viento adolescente en primavera
y en
este otoño mío
la
estirpe de mis cantos se levanta
y la sangre vibra, palpita,
te
convoca y te necesita a mi lado,
entre suspiros entrecortados y hondos.
Pequeñas
promesas,
el indicio de ti, es como un signo
de
dorada abeja en el aire de alelíes,
la miel de mis labios muda
al
carmín tus besos esperados.
Renuevas
mis anhelos y esperanzas
y
siento crecer en mis solares,
olivos,
laureles y mirtos blandos
y
proclama con todos mis sentidos
¡tuya
soy entre aires de cristal
y oros
perfumados!
Pequeñas
promesas,
tan
sentidas y anheladas
que
temo despertar en tus pupilas
por no
apoyar mis ojos en los tuyos
y por
un breve resquicio de mi frente
se
asoman a mi pecho tus sentidos
y
tiemblan las barandas de mi cuerpo
al
sentir apoyar tus leves
y
deseados brazos
en mi cuerpo estremecido.
Pequeñas
promesas,
siento
promisiones que de tu piel sin nubes
se
levanta un sol joven de rosas circuido
y mi boca en la boca del estío
se
inicia en el secreto de nombrarte.
Te
llamo hasta quebrar mi voz,
no me
defraudes,
prométeme no olvidarme,
sé que
el amor se despertó en los dos
y se
derramó en nuestras almas,
reflejándose
tu imagen en mi cuerpo
como el
frescor de la creación primera.
¡Pequeñas
promesas,
acérquense,
arrumáquenme,
denme
la tibieza primera
de un
amor amanecido y luminoso!