Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 11 de abril de 2017
Hoy te siento
Hoy te siento,
aquí cerca mío.
La ternura de tus caricias
y tu mirada
es una franja azul y verde
entre el cielo y el agua.
Es una estela dejada en la piel.
Tu ternura es energía
transformada en besos.
Es un ave coqueteando con las
olas.
Es una hoja balanceada por el
viento.
Es un rosal floreciendo.
Tu ternura la percibo
en el abrazo cálido y sensual,
en el poder escribirte
a través de ella las poesías,
las palabras que nacen del alma
para ti.
Hoy te siento
en el gesto delicado
que sale del alma,
en la forma en que me llamas.
La ternura es el suspiro del
amor.
Hoy te siento
a través de tu calma
con que has sabido llenar mi alma
y hasta el menor de mis
pensamientos
inspirando hoy cada letra
de cada poema que te escribo.
Es bella y verdadera tu esencia,
le escribo a lo que tu presencia
en todo mi existir genera.
Cuando un día
mis poemas lleguen a ti
entenderás que te amé así,
por no saber amar de otra manera.
Percibo tu ternura
y mi corazón infinito
como el cielo se convierte en
volcán
cuya hirviente lava,
llega hasta el alma,
es como un dulce poema
que alegro mi triste razón,
eres una luz en mi alma
me alumbra
en todos los caminos de mi vida.
Hoy te siento
en una noche muy obscura,
noche de eclipse de luna,
la estrellas a mi alrededor
tiñen el cielo de color.
Tiemblo de amor
cuando se anuncia
la inminente llegada de mi
amante,
a quien espero despacio
igual que un fruto colgado
sobre el fresco de la grana.
Y viene hacia mi
desprendido y risueño,
eterno signo de bondad y ternura
y nos encontramos en el cenit,
yo inocente y pura,
él noble y único.
Hoy te siento.
Desde lejos,
ya en el umbral del encuentro
y mi voz leve como un hilo
que sale de su noche,
trémula lo llama
¡Ven!
¡Te espero!
¿Desde dónde?
Es entre ondas sucesivas
de un querer al otro,
de ternura leve,
luminosa por el sol,
purísima y diáfana,
de blancura total y mi trémula
espera
avanza soñando,
se acerca y las almas
se reconocen radiantes
en el camino que las esperaba
y en el papel amanecen
unas palabras
¡Amor,
hoy te siento!
Hoy Tú No Estás
Hoy tú
no estás,
en mi
presente
no te
veo
y mi
corazón se estruja,
la sangre palpita despacito
y por mis mejillas
caen
las lágrimas
que
nacen
de mi
alma dolorida.
Me paro
en el
recuerdo
para
poder hablarte
y me
descubro
andando
caminos ya recorridos,
momentos
que vivimos,
irrepetibles horas
que no
fueron eternas
y se
llevó la aurora.
Hoy tú
no estás,
es una
espera larga
y el
pasado sin tiempo
se
escurre entre las manos
dejándome
de nuevo
con mi
dolor a solas,
un eco
de palabras
y tus
ojos
que me
acarician el alma
como
vuelo de alondras.
Hoy tú
no estás
con
paciencia,
calma,
con el
viento
te
seguiré buscando
en las
hojas del jazmín,
entre las olas del mar,
en las
canciones,
en las
esquinas,
en los
pliegues de mi piel,
en el
silencio que me mata.
Hoy tú
no estás
y la
espera en mi alma es tuya,
en el
sabor de tu deseo,
en mis
lágrimas
que
ansían encontrarte
en
poemas olvidados.
Hoy
cansada
te seguiré buscando
atenta,
expectante,
anhelante
en mis sueños de hoy,
mañana,
mi amor
de
nuevo esperaré
tu
presencia a mi lado
y
pensaré que susurras en mis oídos
diciéndome
que me
amas.
Te
busco
y
siempre tú apareces,
miradas,
suspiros…
¡ay
amor de mil amores,
amarte
será una profecía!
Y
guardaré este amor
muy
secretamente
porque
buscarte
será
siempre tenerte
muy
cerca de mí.
Hoy tú
no estás custodiando
el
hechizo de mis sueños
y entre
el follaje de tu prado
y en el
fresco temblor
de su
rocío,
creo
verte
y mis
ansias se colman
de
alegría y repaso
la
ciudad,
exploro
el río
e
indago por el mar
por mí
cantado.
Hoy tú
no estás
en el
verde levantado
del
árbol
dónde
pierdo mi albedrío,
ni en
el viento caliente del estío,
ni en
la orilla del mar enamorado.
Hoy tú
no estás
y la
espera es larga
y
sombría
pero
con el ruido de mi aliento
te
seguiré pensando
en mi
silencio,
mis pupilas se encenderán
temblando
y mis
labios
en una
llama angustiante
y
quejumbrosa
te
seguirán llamando.
Iré por
tibios rincones,
abriré mis puertas
para
que el sol te ilumine
y te
indique
el camino
hacia mi querer.
Hoy tú
no estás,
te esperé con ansias
en mi
larga noche,
inmóvil
contemplé las estrellas,
grité
con fuerza tu nombre
y sólo
una luz azul
bañó mi rostro.
Bien lejos
Bien lejos,
desde la distancia imprevisible,
te invoco, a ti,
señor de mis amores
y entre sílabas deslumbrantes
quizás te diga:
¡Ven a mí!
¡Acércate!.
Bien lejos,
por el aire,
sin volar,
sin tocar tierra,
mi vida está suspendida
sin tiempos puros,
equidistante de los dos
crepúsculos,
solamente por buscarte a ti.
Tiempos de gozos ya idos,
horas limpias,
esperando nuevos alfabetos
que se hacen y deshacen
en rapidísimas palabras
como versos tendidos en el cielo.
Bien lejos,
los caminos pueden recorrerse,
sin dar más que un paso,
un paso que se convierte en el
deseo,
en la necesidad de estar con el
ser amado.
Amor lejano,
lejos como una estrella,
tú mi amado te encuentras de mí.
Y aunque no pueda verte
por la distancia mi amor
se expande por toda la tierra
y toda ansia se calma
tan sólo en escribir versos para
ti.
Bien lejos,
distingo los destellos
de tus besos apasionados,
son relumbres,
claridades,
alejándose,
acercándose y en delirantes
titubeos
los siento cerca,
cerca de mí,
a la sangre de mis venas
que van en busca de su centro,
mi corazón enamorado.
Bien lejos,
vienes y vas
y tu canto vive dentro de mí,
alma arriba,
alma abajo,
cantando y recantando.
En la lejanía,
cuando se va tu sol cantas
estrellas,
se va estrellando el alma,
con los ojos cerrados,
de luceros,
en tu cantar nocturno,
me brisas y él me entrega
desde la distancia al mismo río
de tu eterno cántico.
Vienes y vas desde bien lejos,
desde el humo a la nada,
a través de los poemas.
¡Cuántas más luces hay,
más dudas tiemblan y vibran
de pena mi alma toda!
Delicadas,
ardientes,
nuestras almas se buscan
por nuestro diferir,
como por un camino
donde no hay despedidas.
Y al final,
el hallazgo,
el contacto del uno con el otro,
la nueva separación vencida,
la unión pura,
brotando de la lejanía.
Y mirándonos en el triunfo
como de un agua quieta,
tú y yo,
otra vez sólo veremos un rostro.
La noche no es más solitaria,
ni serenamente triste,
sin manto de tinieblas,
nos encontramos desde lejos,
bien lejos,
para encender la pasión
que no estaba dormida.