Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 19 de abril de 2017
Tormenta de Amor
Tormenta de amor,
llega una noche sin astros
y entre las sombras la lluvia avanza,
rodeada de misteriosos nubarrones.
De pronto,
el viento silba más agudo
y todo se llena de visiones
misteriosas.
Tú y yo,
estamos viviendo una tormenta de amor
y yo busco un salvador escudo
que me permita acurrucarme en tus
brazos.
Ya los truenos errantes
retumban con salvajes estampidos,
en tropel se suceden los relámpagos
a cuyo parpadeo te busco y te abrazo
y así me siento protegida, amparada,
contemplando a hurtadillas
el elástico jadeo de fiera de las
nubes
que nos rondan como buscándonos.
Tormenta de amor,
nos protegemos en nuestro nido cálido,
la tormenta arrecia,
chocan los truenos entre sí
y estallan y nos amamos con gozo
y placer unido por besos húmedos,
profundos y apasionados.
Hay minutos de horror en que parece
que el firmamento cruje,
se desquicia
y en bloques gigantescos se desploma
pero nosotros en nuestra barrera de
amor
nos protegemos amándonos intensamente.
Tormenta de amor,
la tempestad en sus furores crece,
es más viva la lumbre del relámpago
y es el tronar más bronco
y más nutrido
pero no sentimos temores ni dudas,
nuestro amor es más fuerte que la
tormenta.
Tormenta de amor
que con su rugir hace que las campanas
repiquen por todo el horizonte
conmovidas
y en sus voces publican la dicha,
el placer, el gozo que inundan
nuestros cuerpos y almas.
Cuando se apaga la lumbre de un
relámpago,
se puebla la noche de una sombra tan
oscura
que se pega a nuestros ojos la
tiniebla
y nuestras manos, nuestros brazos,
se buscan y se acarician.
Una onda de fuego arde en mi espíritu,
es el amor que por ti siento.
Mi corazón se agita,
siente la tormenta de amor
en sus espacios ocultos
llenando los espacios infinitos de mi alma
sedienta de ti.
Tormenta de amor,
se desata la lluvia,
bajo el soplo de un viento huracanado
que sacude los árboles,
diluvia y sordamente crujen bajo el agua
los truenos y los vientos,
nos cobijamos bajo nuestro manto,
cálido de amor,
temblorosos y apasionados.
De nuevo el rayo
entre las nubes vibra,
su fiera luz,
los truenos corren de nuevo
y en tumulto braman y tú y yo ocultos
en nuestro nido celebramos el amor
que reina en nuestros corazones.
¡Por fin, desde la altura,
de un cielo profundo,
las estrellas con compasión y ternura,
dejan caer sus luces sobre el mundo!
Tormenta de amor,
¡qué felicidad inolvidable
vivimos tú y yo, juntos, muy juntos!
Tuya soy
Tuya soy,
tiéndeme tu abrazo,
¡ay!,
¡cómo te necesito,
apóyame,
respírame,
grita que me amas!
Cascarón de hojas,
vahos de campo,
de vida,
de viento,
de lluvia.
Hueles a cuerpo
húmedo,
mi pasajero fugaz,
necesito tus besos
apasionados
con sentimientos
profundos y tiernos.
¿Cómo puedo pensar o
decir esto?
¿Casi sin respirar o
atontada?
Cada día quiero más
de ti.
Tuya soy,
hoy y siempre,
no te pierdas en lo
venidero,
a ti me acerco en tu
presente.
Ser es estar siendo.
Prisa, apetito de las
lejanías,
torpe atropello de
las largas dulzuras del minuto,
da tiempo al tiempo.
¿A qué darle palabras
de amor
al poema si lo estoy
siendo?
Tuya soy,
mi amor es lento.
El caudal de mi dicha
eres tú
y como el del agua
fluyen parejos,
lo que ellos hablan
y la espuma dice
suenan de acuerdo.
Tuya soy,
tan sencillo es
quererte
que a veces se me
olvida
que vivo de milagro
el amor fabuloso
que al cargar sobre
ti ingrávido se torna
y como lo redimes de
sangre o de tormento,
por fuerza de tu
pecho,
con corazón de magia,
siento la ilusión de
que estás conmigo,
muy cerca,
a mi lado.
Tuya soy encuentro
la ternura en que se
injerta
el color de tu piel
que me soborna
y adoro tu palabra
que trastorna
y apura mis sentidos
buscándote siempre.
Pienso en acariciar
tu pecho al descubierto
y todo lo invisible
que te rodea,
me complazco en la
luz que te contorna,
muerta de amor en
lecho enfebrecido,
pasto de celo en
huerto clausurado,
corazón por tus
flechas percutido.
Tuya soy,
hambrienta de amor
soy una llama que por
ti clama.
Un agua no pausada sí
cantada,
se allega por tus
manos a mi pecho,
¡oh ríos sin espuma,
tan alzado,
que moja las puertas
de mi cielo!
Tuya soy,
los signos de tu
grave y dulce voz
me reclaman a cada
instante
y despiertas mi
ternura y mis requiebros.
¡Qué umbría en verde
valle,
qué collados!,
¡qué rama sumergida
en niebla y cielo!
Tuya soy,
tú eres la música de
mi vida
en todo mi tiempo.
¡Te ansío ya!
Un poema sin final
Un poema sin final,
sí un comienzo pleno,
augusto,
soberano,
un himno total al amor.
Surgen mágicos alfabetos
en hojas sin tacha,
vírgenes,
puras,
esperaban los monosílabos brillantes,
rasgos de cristal, puntas de agua.
Un poema sin final,
que dejó frases de verdades nobles,
cláusulas marmóreas,
casi totalmente blancas
que lentas pasan al papel.
Sin una gran retórica,
humildes, con pausas,
sin notas especiales,
el vapor del amor
hace componer odas lejanas
como las frases dulces
de celestes temas del eterno amor.
Un poema sin final,
con una escritura extraña,
la que llega y ya se fue,
la indescifrable,
la rápida,
la que con plumas veloces
sobre otras precipitadas
borran apenas las escribo.
Parecen escritas por otras alas,
las invisibles,
las misteriosas,
esbozadas a la ligera
pero con deseos e ímpetus
de ser leídas.
Pluma tras pluma
el poema se vislumbra
dando paz y calma al alma,
gozos al corazón
y cantos maravillosos al espíritu.
Pero cuando quiero que se vuelque
en el papel se rompe de pronto el encanto,
suelta la flor su perfume
mas si una frase lo aspira
entonces se evapora o se consume
en las cuerdas de la lira.
Un poema sin final,
sus estrofas son altas nubes
que llegan a horizontes lejanos,
no podemos escribir desde tan lejos
sus versos casi invisibles,
porque para poder hacerlos
hay que tener luz de estrellas.
¡Versos!
¡Poemas!
Con ímpetu alado al ideal,
ascended y en las estrofas
verted el tesoro conquistado.
Un poema sin final,
entre risas y lloros
en flor se congrega al rumor
de las alas de mis sueños.
Nunca pude saber
cual estrofa fue la última,
la que anunció el amor esperado,
la que en un fulgor de alborada
comenzó en mi duermevela matinal
pero que no llegó a escribir el final,
todo lo que habita en mi interior
lo guardo en un secretísimo lugar
donde habitan los ideales de mi prosa.
Un poema sin final,
en el que se rompió al punto de terminar
su encanto escondiéndose
la flor de la inspiración en un intangible ensueño.
Y busco en mi interior
ese final esperado que es imposible,
no está en mis estrofas
los sones que desde mi laúd van brotando,
son los pasos de las visiones
que conmigo lo andan buscando.
SI algún día descubriera ese final olvidado,
todos mis cantos aromarían mis versos
y pediría al viento noticias de su llegada,
al ave,
a la flor,
a la nube y a los astros del firmamento.