Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 13 de mayo de 2017
Regálame tus secretos
Regálame
tus secretos,
los que
tienes escondidos allá,
detrás
de la esperanza.
Enséñame
los que tienes ocultos
en la
sombra de tu corazón,
y yo te
regalaré mi alma.
Concédeme
la luna,
envuelta
en tu sonrisa
y los
mimos tibios
que
florecen de tus fuertes manos
y
despiertan la esencia íntima de mi ser.
Regálame
tus secretos,
los más
íntimos,
los que
como en un ritual
te
envuelven en ellos,
compartámoslos
juntos
aunque nos entretejan,
consumiéndonos
en temblores,
en una desgarradora verdad que nos ahoga.
Te amo,
perfil
solo, nube gris, nimbo de olvido.
En el
misterio de tus miradas,
bajo la tormenta oscura de las palabras,
desde
la tristeza o puñal de cada beso
hasta la ira o la melancolía de tus caricias,
te sigo
amando.
Regálame
tus secretos
aunque
no sea más que el pequeño
y yo te
enviaré los míos,
los que
en el recóndito rincón de mi alma,
te
pertenecen
y te
los haré llegar
como un
relámpago
entre
sueños de amaneceres,
atravesando
la aurora
para
que tú los descifres
en el
sueño del horizonte
donde
todo se olvida.
Y si tú
los quieres,
irán
hacia ti como un alarido
gimiente
y doloroso
que
llega de tan hondo
que han
deshecho su quemante raudal,
desfallecientes
para que tu alma los sienta.
Regálame
tus secretos,
así
estarán unidos a los míos
en
nuestros corazones de agua y miel,
prisioneros
de cascadas de sonrisas
como
cadenas de flores suspendidas
en
nuestros suspiros,
en nuestro tiempo imaginario
donde
rumorea una bandera de rosas.
Regálame
tus secretos,
los
guardaré en mi cofre de tesoros ocultos
con
siete candados y llaves
que
nadie encontrará,
estarán
conmigo comulgando en silencio
el amor
sin límites que siento por ti.
Y entre
goces, placeres,
caricias
que desgarran,
besos
que dibujan
nuestros
rostros temblorosos,
el amor
nace, renace,
en cada
instante
de este
nuevo amanecer.
Regálame
tus secretos,
los que
no huyen a su guarida oscura,
los que
trepan, sí,
por las
paredes húmedas
para
llenar mi alma
como en
un juego
de risas
y tristezas compartidas
como
canta el río,
mojando
las veredas y empedrados
en la
sed del silencio y el anhelo.
Mis
palabras de amor,
más que
mías son tuyas
y para
que tú las oigas
son
como cascabeles de cristal
para tus manos suaves
como la
seda,
van
trepando despacio,
sin
prisas
en mi
viejo dolor
como
las hiedras de no tenerte.
Ahora,
conmigo, tú y tus susurros
que van
tiñendo con tu amor mis poemas
porque
todo mi mundo interior
lo
ocupas tú,
todo lo
ocupas,
fundiéndome
en tu regazo
con tus
secretos en mis labios.
Lágrimas al viento
¿Por
qué sólo yo sé
lo que
calla mi silencio
y lo
que guardan mis recuerdos?
¿Cuál
es la causa
de que
mantos de lloviznas,
de
lágrimas,
inunden
mi rostro
y el
viento las reciba
desde mis mejillas?
¿Tú
sabes del vacío
que
dejaste dentro de mi ser
sin
sentirte a mi lado,
entre
tus brazos?
¿Acompañan
la inmensidad, las ansias
o tengo tan sólo junto a mí
la
música que me recuerda a tu presencia?
¿A
dónde te llevaste las lágrimas
que bañaron mi cuerpo
en
espigas del sol recién abierto?
¿En
cuál aguacero, de qué tierra lejana
me
estaré derramando
para
abrir surcos nuevos?
¿O si
acaso, cansada de tu ausencia,
mis
lágrimas al viento
se
estarán congelando
en
cristales de hielo?
¿Por
qué tú fuiste el único hombre
que
besaste mi alma al besar mi cuerpo?
¿Qué
frescura me mueve
a
quedarme en el alba
en la
que tú, despacio, sin prisa,
te
alejaste de mi lado?
¿Cómo
mueren los últimos recuerdos
que me
ataban al tren del pasado?
¿Dónde
están mis lágrimas tristes
que
nacían de mi alma
al no
sentirme más amada?
¿Cuándo
sentiré que llegaré a tu alma
y que tú, en el horizonte nuestro,
desdibujado
por mis lágrimas,
tú me estarás esperando?
¿Sabes
tú
cuando
se unirán nuestras risas,
más
blancas que el blanco
y cual
milagro en la luz de una lágrima,
se
besarán tu llanto y mi llanto?
¿Por
qué mi alma se eleva
en un viaje alado
saltando claridades
recogiendo
el sol en los tejados
y
dejando tristezas y llantos
en
nubes ligeras que surcan el aire?
¿Cómo
iniciar el camino del olvido,
de
nuestro amor ya pasado,
buscando
otro sendero, suave,
que me
lleve, sin remover los recuerdos
a otros
brazos que ansiosos me esperan?
¿Cuándo
se abrirán las cortinas
de mis lágrimas al viento,
dejando que mis ojos
se unan
a otros ojos
en todas
las pupilas del espacio?
¿Cómo
anudaré mis emociones
para que la sonrisa
traiga
a mis manos la alegría
y la
esperanza de una nueva vida?
No
quiero más gritos de lágrimas al viento,
me suelto a la pureza
de un
amor sin ropajes,
seguiré
mis ansias
como el
sol en los pétalos,
vida
del hoy y del mañana,
en un batir de inquietas fuentes,
en un
inmenso río,
corriendo
hacia la paz y el amor perdido.
Te necesito
Te
necesito,
abro
mis ventanas con flores
de
múltiples colores
para
darte una señal,
un
signo
por
donde puedas encontrarme.
En mi
jardín envuelta
en un
manto de esperanza
mi
cálida voz te llama
para
encontrar tu sonrisa
cálida y sonora
detrás
de un heliotropo,
de un
alelí,
de una
rosa.
Te
necesito,
hablaré
con las mariposas,
les
mencionaré mis deseos
alumbrando
mis movimientos,
buscándote con el pulso agitado
de la
sangre
sobre
el plato frío de mi silencio,
poblado
de ecos y de sombras
como un
ave de marfil en primer vuelo.
Te
necesito,
recorre
mis sentidos sin orillas,
un
viento adolescente en primavera,
la
estirpe de mis cantos se levanta
y mi
sangre convoca tu presencia
y ahora
que te nombro y te reclamo
floto
con movimientos lentos
en el
aire,
en un
rítmico volar de dulces sueños.
Te
necesito, amor,
te
necesito más aún
cuando
los astros encienden sus lumbreras,
mientras
hallan trasluces en las tinieblas,
claridades
en secreto,
noches
que lo son apenas.
Te
necesito,
ven a
mis brazos que ansiosos te esperan,
que
cuidan su misión de fuego puro,
un
caliente perfume de cipreses
tienden
un arco de paz sobre el camino,
las nubes que sustentaban a los cielos,
sueltan
al aire pájaros al vuelo.
Te
necesito,
eres mi
ancla de oro
y
cadena de mi anhelo,
piel
que adivina el pulso de mis ojos,
cruz
que aprieta las nubes contra el cielo.
Quiero
que bajen sombras de amor
a
nuestro cielos,
circundando
nuestro mundo,
sólo
nuestro.
Te
necesito,
estoy
en tus islas encallada,
hambrienta
de amor,
soy una
llama que tu cuerpo reclama.
Es el
capricho que risueño rompe
la cerradura del secreto
que
padece mi corazón.
Ese
miedo tibio que revuela
entre
alegrías e ilusiones hacia tí,
como
alas batientes en el aire,
que
sigue y canta.
Te
necesito,
los
signos de tu voz me reclaman,
despiertan
mi ternura,
desparraman
mi alma enternecida
toda
por tus dulces palabras.
¡Te
necesito!
¡Búscame!
¡Atrápame!
¡Conquístame!
Y dame
algo que sea nuevo.
El
tiempo ya no existe,
aunque
exista la templanza
y la
experiencia de nuestras vidas,
pues
nuestro amor nos llevará
a nuestra auténtica realidad y destino.