Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 29 de junio de 2017
Soñando luces
Soñando
luces
que nos
encandilan
en esta
noche oscura y nuestra,
somos
una luz
que se encuentra con otra luz
y queda
iluminado el mundo
sin que
nada se toque.
No
sabemos ni el dónde
ni el
por qué.
La
ternura de todos los surcos
se han
quedado enredados
en
nuestros pasos
y los
dulces instantes vividos
siguen tenues
en
nuestras almas vibrando.
Soñando
luces,
la emoción que brotó de nuestras vidas
que fue
manantial desbordado
ha tomado la ruta del alba
y ahora
vuela por todos los prados.
Ya la
noche se fue
pero
quedan las luces
que con
destellos dorados
iluminan nuestra mirada,
queda el velo
que al
recuerdo se enlaza, apretado
y nos mira en estrellas semidormidas
desde
el cielo en nosotros rondando…
Soñando
luces,
que parpadean
al son de nuestros besos,
aquí en
nuestras manos,
allí,
dentro de nuestras almas,
perviviendo
el prodigioso saber
que nos hallamos juntos, muy juntos,
sin
sufrir memorias de dolores pasados.
Nada de
este milagro es recuerdo
porque el recuerdo es la pena de sí misma,
la tristeza del tamaño del tiempo
pero en
nosotros,
todo es eternidad, relámpago.
Soñando
luces,
sólo
vale vivir de cara hacia ese dónde,
queriéndolo,
buscándolo.
Soñando
luces,
como
centellas de plata
la
noche surcan
y al
surgir el alba
las nuevas emociones se atan
como
manojos de flores recién nacidas.
Todo
sabe a canciones y a fruto
como un
cáliz de eterna dulzura.
Se ha
quedado tu vida en mi vida
como el
alba se queda en los campos.
Soñando
luces,
anudamos emociones,
sorprendemos sonrisas
entre
nuestras manos caídas
desde
el pájaro más vivo
que se
asoma
a mirar
nuestro viaje alado.
Por
encima del mundanal ruido,
una
larga ilusión se fue rondando
e
inclinó la sombra de nuestras mentes
en el rayo de luz de nuestros regazos.
Soñando
luces,
todo el
Cosmos se abre a nuestro paso,
iluminando
nuestras huellas
que
transitan
por el
sendero brillante del amanecer.
Nuestra
vida estalla en caricias,
en
canciones inesperadas
y
nuestras almas no pueden
alcanzar
el silencio del poema sin palabras
y saltan por nuestros labios
hechas polvo de vibraciones íntimas.
Soñando
luces,
despejando
senderos oscuros
con
diáfanas y puras emociones
entre canciones felices
y el
dolor nunca se dará cita
con las
pintura transparente del cielo.
¡Soñando
luces,
en todo
nuestro existir,
arpegio
divino
que nos
une
en
espejismos de grandeza!
Cálidos crepúsculos
Cálidos
crepúsculos,
junto a
tu lado, frente al mar,
el
horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos
envuelve en su magia de espejismo,
de
visiones
que nos
transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos
lentamente
en la inmensidad
del cielo.
Cálidos
crepúsculos,
admirable
naturaleza,
siempre
la misma y diferente,
maravillosa de belleza,
renovada
constantemente
que nos
sumerge en oleadas de pasión
frente al sol
anunciando
su poniente
bajo la
celeste amplitud.
Estos
momentos imborrables
son
fuente de inspiración de poemas de amor
y
manantial de ritmos y cantos
para
que los versos como tesoros escondidos
surjan
en estas tardes de escarlata.
Cálidos
crepúsculos,
denme a
beber la poesía
en el
raudal de meditaciones sin fin
como salmos que desbordan cielos y tierras.
El
himno al amor todo lo ennoblece,
todo se agranda a sus clamores,
el
firmamento resplandece,
la
tierra se cuaja de flores.
Cálidos
crepúsculos,
hay en
su grandeza,
ternura
que fulgura,
armonía
que se potencia
en
segundos apenas
y los
versos vuelan con las aves,
con los
rumores de los ríos.
Es la
hora del amor,
retornan
a los nidos, las leves golondrinas,
sus
alas son dos mimos flotantes en el viento,
los
bosques se adormecen
y velan
las colinas,
es el
momento del recogimiento
y del
silencio profundo
surcado
por suspiros apasionados.
Poco a
poco,
puéblense de sombras el ambiente
y
levántanse del fondo de nuestras almas
los
sagrados sones de nuestro amor
descendiendo
por diáfanas escalas
a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.
Cálidos
crepúsculos,
como
música con ritmos sin fin,
son
instantes que la ilusión guía,
la
tarde apaga sus colores
y los
astros encienden sus lumbreras,
nuestros
corazones palpitan
y
vibran al unísono
en un
total arrobamiento de confidencias
y
secretos íntimos.
Parece
que flotamos
en una
suave cadencia
entre
el cielo y el mar,
nuestros
pies no son pies,
son
alas de aves,
bajo el
fanal errante de la luna
que
despacio asciende
con su áurea
luz, espectral y hermosa,
dilatando
el paisaje que nos protege,
nos
cobija como un temblor de encaje.
Luna
que comienza
a alumbrar nuestro camino,
vago y
blanquecino
hacia
nuestro nido cálido
y
embriagador de dichas supremas.
Cálidos
crepúsculos,
luces que el cielo envía
como
poesía ardiente
en el
atardecer nostálgico,
conduciéndonos
entre bellezas de luces
al
encuentro de nuestros cuerpos
que se
buscan con ardor
y
entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando
absortos
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.
Desencuentros Casuales
Desencuentros
casuales,
el destino nos llevó a encontrarnos
y
unirnos con intenso amor
pero
luego, poco a poco,
nos fuimos separando.
¿Cuál
fue el motivo?
¿Dime
un por qué?
Desencuentros
fríos y duros
que
alejaron el amor,
aquel
que era ritmo en una canción,
voz en
sentimientos,
sin que
interviniera
el
pensamiento y la razón.
Están
muy cerca los signos
que a
veces ignoramos,
la suerte, los imprevistos
que nos
dejan entrever
el
desencuentro inesperado.
¿Por
qué el alejamiento?
el
darse en el ir coloca al ser
en un ser desprendido, ligero
y sin
raíces pero su corazón
vibra y
palpita al sentir
que a
su lado no está el amor
que
hasta ese momento
vivía
junto a él.
Eres
una luz que se va de mi vida.
¿Será
para siempre?
¿O por
un desencuentro casual?
En
infinitos árboles del mundo,
cada
hoja vence al follaje anónimo
por un
imperceptible modo
de no
ser otra.
Desencuentros
casuales,
como náufragos tristísimos
en el
alba de aquel callar
en
donde se abolía lo que no era,
nosotros
en nosotros,
quedamos
solos,
prendidos
a los restos del silencio,
tú y
yo, los escapados por mirar.
Desencuentros
casuales,
¡dejen
de existir!
¡tarden
en aparecer, grita mi alma!
¡Tardar
nos grita el ser entero!
Nuestro
anhelo es estar juntos,
rechazando el separarnos
por tan
siquiera un instante.
Y los
dos semidespiertos
en la
porfiada penumbra,
nos
preguntamos la causa
del no
estar unidos, inmóviles, quietos
en la alta noche
queriendo saber los porqué
de este
desencuentro casual
y con
un ansia loca de soñar
con el
afán de tardarnos en vivir alejados.
Desencuentros
casuales,
en
lenguaje de dolor el alma sufre
y con
luctuosos llantos
se anegan las heridas de la separación.
La
noche solitaria,
serenamente
triste,
su manto
de tinieblas
de
misterio viste.
Después
compilaré mis versos,
mis
prosas poéticas
para
entregártelos a ti
cuando
te encuentre otra vez
y el
amor nos reúna
llevándote
todas mis desilusiones,
volando
como insectos de luz en canciones.
Desencuentros
casuales,
que
sólo sean vuelo de un día,
que nos
rocen sin tocarnos,
que
apenas desaparezcan
de
nuestras vidas.
¡Cuánta
esperanza anida en mi corazón
irradiando luces en las sombras
que aún
nos circundan
siguiendo
un ideal
todavía no alcanzado!