Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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viernes, 15 de septiembre de 2017
Nadie
Nadie,
no fue nadie ni nada,
la Muerte me llevó
por vericuetos misteriosos
atravesando murallas,
abismos, cuevas,
llevándose con ella mis amores,
mis
alegrías, mis risas,
mis
poemas, mis danzas.
¿Por qué hizo esto?
¿Cuál es la razón de este secuestro no tan
furtivo?
Me llevó lejos de ti,
mi amante, mi amado.
Nadie,
voy en busca de la clave
o algún poema en alguna flor
para descifrar el tiempo que nos queda,
mírame sin los ojos
para fraguar en el confín del infinito
y sobreviviré en la memoria de un beso.
Esto sería posible,
caer
en el abismo sin fondo
a inaugurar la memoria vacía
frente al silencio eterno de la Muerte.
Nadie,
sólo nos queda reptar
en los polvos de los huesos de nadie
y
esperar en ese sitio la luz
que borre mi nombre y mi sombra
de la historia de todos.
Tendré que escribirlo todo para no olvidar,
o morir con una granada de palabras
y miles de preguntas como esquirlas.
Danzan en el viento
las hojas amarillas del otoño
presagiando la arritmia
del pulso de la Muerte.
Cargo mi equipaje de rosas marchitadas,
el herrumbre de la sombra
y un nombre como tantos.
Arde y cruje la madera,
esparciendo las cenizas
de este crematorio de esperanza.
El tiempo acalla voces,
el recuerdo horada surcos de dolor,
todo conspira la herencia de los muertos,
el frio del invierno,
el silencio de los pájaros.
Nadie,
sin ti soy nadie,
te necesito muy junto a mí
en la vida y en la muerte,
acá y más allá,
cerca y lejos.
En el paisaje celestial se posa la mirada
del ojo que no existe,
bajo el pie del caminante,
el hueco interminable del abismo.
La memoria juega el juego del olvido
sin nombre que me nombre,
se agrieta esta montaña de silencio
y hace cumbre la última palabra
¡Adiós!
Daga hiriente
Daga
hiriente,
atravesó
mi corazón
y
traspasó los límites de mi cuerpo
en mi
mundo frágil,
me
hirió muy dentro,
lastimando
mi Yo íntimo.
Hemos
vivido juntos,
el tiempo se contaba
apenas
por minutos,
un
minuto era un siglo,
una vida, un instante de amor.
Nos
cobijaban techos,
menos que techos, nubes,
menos que nubes, cielos,
aún
menos, aire, nada.
Daga de
dolor,
inmenso océano de lágrimas
inundó
mares y ríos.
Galerías
enormes de congojas,
pesares,
tristezas,
sin
pisadas de dos, ni estelas recordadas.
Daga
hiriente
como
punzantes flechas afiladas
cursaron
el aire y traspasaron mi pecho
dejando
heridas punzantes en el alma
y las
manos vacías y yertas de amor.
Mi
lecho de nubes,
el nido
de amor quedó vacío,
sangrante,
frío, solo.
¿Será
este minuto próximo
o mañana o en el borde mismo
ya del
jamás donde tu carne y la mía,
mi
nombre y el tuyo
no se
encontrarán?
Daga
hiriente,
de
pesar, de un latiente sufrir
que
hace brotar lluvia de llanto
entre
mantos de niebla,
húmeda de cristales,
de
hielos lacerantes
que se
hunden en mi espíritu,
sin
fecha y sin nombre.
Hoy,
nuestros besos
están
solos en el nido vacío y sangrante.
No
queda nada,
absolutamente
nada del ayer
vivido
entre cantos, poemas, músicas,
sólo
queda este dolor agudo,
lacerante, tétrico
que
reboza y agita mi espíritu
sintiendo
la vida
como un
sueño trémulo, no vivido.
Daga
hiriente,
estoy
al otro lado de los sueños
que
soñaba a ese lado
que se
llama la vida que se cumplió.
Y ahora
de tanto haber realizado nuestro soñar,
nuestro
cuerpo está en dos cuerpos.
El mío
herido,
cuajado
de orlas negras.
Mi
espíritu desdichado, acongojado,
no puede volar alto,
las
tinieblas lo rodean,
le
impiden ascender a lo alto
buscando
la paz imprescindible
para
nuestro existir.
Daga
hiriente
que por
milagro me escapa
de
tantas agonías
soslayando
en laberintos del alma fugitiva,
lugares secretos
donde
me lastiman y hieren.
Me
refugio en cuevas oscurísimas
para no
sufrir sin sentir mi cuerpo
en el
que el dolor pueda dolerle
buscando
lugares sin espinas
entre
tinieblas con luces esquivas.
Mi
mundo interior
lleno de esperanzas marchitas,
sufre entre ilusiones perdidas
y sin
tocarme apenas
rozan
mi frente alas de profecías.
Me
siento herida de muerte sin heridas,
me
abandonaste,
ya soy
parte del tiempo de tu olvido.
Necesito
que mis dudas se disipen,
ver la
aurora en fiestas nacarinas,
en
rosas, en albores,
el
tiempo que perdí sufriendo.
¡Desaparezcan
palabras vividas!
¡Encuéntrenme
mañanas sin neblinas!
¡Que se
acerquen dichosas
tardes
otoñales entre frondas verdicientas!
¡El
amor me espera,
con
nuevas pasiones
y ardores sin fin!
Amor en vuelo
Amor en
vuelo,
extendiste
tus alas emplumadas
de seda
áurea
y
comenzaste tu búsqueda
desde
las altas cimas
tratando
de encontrar el amor,
el
verdadero, el sentido, el profundo.
Avanza
por los cielos,
acortas
distancias,
viajas
con el viento en total silencio,
a veces
cantas canciones de ensueño,
brotan de tu alma poemas
dejando
puertas abiertas
para
que yo entre en tu corazón
de
almizcles y dulces.
Amor en
vuelo,
te
busco en el horizonte grave,
oteo
distancias para encontrarte
y así
abrazados
guarecernos
en nuestra cueva de amor.
Prometo
no esconder mis alas,
con
ellas cubriré tu cuerpo amado
haciendo
un nido cálido
y pleno
de amor.
Nos
encontramos
en las
cimas del beso
sin
dudas y sin mañanas.
En el
vértice puro de la alegría alta,
multiplicando júbilos por júbilos,
por risas, por placeres.
Apuntando
en el aire las cifras fabulosas,
sin
peso de tu dicha.
Amor en
vuelo, a ti se llega por ti.
Te
espero.
Yo sí
que sé donde estoy,
mi
lugar, mi lar de por vida,
pero no
sé donde estuve contigo,
allí me
llevaste tú,
eres de
otro mundo
y en tu
devenir e ir me buscas
con
febril ansiedad
y me
depositas sin yo mirar nada
ni
aprender el camino,
sólo
estar contigo,
mi
andar es el tuyo
y
cuando tú partas otra vez
¿Qué
puedo hacer yo
sin tan
sólo verte partir?
¡Qué
desterrada, qué ausente,
es
estar donde uno está sólo!.
No
quiero cielos nuevos,
yo
quiero estar donde estuve contigo,
volver
a tus brazos.
Amor en
vuelo
y
mientras no vengas tú
en mi
búsqueda
yo me quedaré
en la orilla de los vuelos,
de los
sueños, de las estelas, inmóvil.
Porque
sé que donde estuve,
ni alas
ni ruedas ni velas, llevan.
Todavía
van extraviadas
porque
sé que donde estuve,
sólo se
va contigo.
Sola en
mis noches
escribiré
para ti mis versos,
los
compilaré quizás
en un libro que tú nunca leerás
porque no llegará a tus manos.
Cuando
repaso algunas de mis estrofas,
el
corazón se asombra
de
tanto amor que ofrece,
las
quiero por ingenuas,
piensan
que vuelan
solo
porque mi frente rozan
sus
alas de mirlo.
Las
quiero por audaces,
vuelan
altos,
yo sé
que en sus anhelos hay horizontes
para
los mundos y los cielos.
¡Llevan
todas mis ilusiones,
volando
como insecto de luz
en sus
canciones!
Amor en
vuelo,
búscame
siempre como alma sonora
de
armonía de flotantes alas,
tráeme
silencio azul
en tus
etéreas alas
que
descienden hacia mí
por
diáfanas escalas
entre
ecos halagadores
y
música de ritmo sin fin
entre
inspiración única y sagrada.