Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 6 de noviembre de 2017
Tuya soy
Tuya soy,
tiéndeme tu abrazo,
¡ay!,
¡cómo te necesito,
apóyame,
respírame,
grita que me amas!
Cascarón de hojas,
vahos de campo,
de vida,
de viento,
de lluvia.
Hueles a cuerpo
húmedo,
mi pasajero fugaz,
necesito tus besos
apasionados
con sentimientos
profundos y tiernos.
¿Cómo puedo pensar o
decir esto?
¿Casi sin respirar o
atontada?
Cada día quiero más
de ti.
Tuya soy,
hoy y siempre,
no te pierdas en lo
venidero,
a ti me acerco en tu
presente.
Ser es estar siendo.
Prisa, apetito de las
lejanías,
torpe atropello de
las largas dulzuras del minuto,
da tiempo al tiempo.
¿A qué darle palabras
de amor
al poema si lo estoy
siendo?
Tuya soy,
mi amor es lento.
El caudal de mi dicha
eres tú
y como el del agua
fluyen parejos,
lo que ellos hablan
y la espuma dice
suenan de acuerdo.
Tuya soy,
tan sencillo es
quererte
que a veces se me
olvida
que vivo de milagro
el amor fabuloso
que al cargar sobre
ti ingrávido se torna
y como lo redimes de
sangre o de tormento,
por fuerza de tu
pecho,
con corazón de magia,
siento la ilusión de
que estás conmigo,
muy cerca,
a mi lado.
Tuya soy encuentro
la ternura en que se
injerta
el color de tu piel
que me soborna
y adoro tu palabra
que trastorna
y apura mis sentidos
buscándote siempre.
Pienso en acariciar
tu pecho al descubierto
y todo lo invisible
que te rodea,
me complazco en la
luz que te contorna,
muerta de amor en
lecho enfebrecido,
pasto de celo en
huerto clausurado,
corazón por tus
flechas percutido.
Tuya soy,
hambrienta de amor
soy una llama que por
ti clama.
Un agua no pausada sí
cantada,
se allega por tus
manos a mi pecho,
¡oh ríos sin espuma,
tan alzado,
que moja las puertas
de mi cielo!
Tuya soy,
los signos de tu
grave y dulce voz
me reclaman a cada
instante
y despiertas mi
ternura y mis requiebros.
¡Qué umbría en verde
valle,
qué collados!,
¡qué rama sumergida
en niebla y cielo!
Tuya soy,
tú eres la música de
mi vida
en todo mi tiempo.
¡Te ansío ya!
Una luz encendida
Una luz encendida,
un deseo infinito de encontrar
ese amor verdadero y pleno.
Cuando un rumor ambiguo y exigente
se me estanca en las venas
y mi voz se resquebraja,
se reseca como un erial de cuero,
acudo al largo camino iluminado
y le entrego el impulso circular
que pudo ser un verso,
un poema,
una prosa poética de amor.
Una luz encendida, hacia ti voy,
a encontrarme con mi amado amante
en los jardines en donde nos acogen
y sus duendes nos inventan matices singulares,
dejándonos gotas de sueño
hasta el más allá,
donde el temblor pluvial nos hace falta.
Una luz encendida,
íntima,
nuestra,
que emerge del vegetal periplo
con un guiño punzante
trasmutando en estrella el cielo circundante.
Alquimia secular de los jardines
donde se trueca la sigilos
a confidencia en altos aires tallados,
esclarecidos.
Una luz encendida
entre nuestros cuerpos de mármol y perfume
y el amor se desliza en nuestras manos
acariciando la piel desnuda ungida
hasta nuestros dedos,
en brazos de estatua
esculpidos por la pasión fresca.
Te siento junto a mí,
estás como una mariposa de fuego y de tormenta.
Una luz encendida entre tú y yo,
quiero que aturdas todos mis sentidos,
quiero sentir un cerco
que confunda mi cuerpo con tu carne,
mi aliento con tu boca,
mi piel con tus ojos ardientes acariciándome toda,
casi sin tocarme.
Apaga el viento que delira,
desboca los temores indefensos.
Quiero al fin la comunión total,
la unión que será lo sumo del amor.
El abrazo de tu piel de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me lleva.
Mi vida es un cielo trivial de jovialidades
que llenas con tu aliento
de argonauta errante y taciturno.
Una luz encendida aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes con tu pasión de viento.
El sol será mañana una fuente de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas de rocío
serán tu placer máximo.
Cual hambrientas sensitivas,
con suavidad de jazmines,
tus manos cuajan mis senos doloridos
de deseo que se entregan
agitándose a la soledad que se beben.
Una luz encendida,
mis formas inanimadas viven,
tiemblan,
se hace carne,
bajo el cincel embebido
de tu pasión noble y pura.
¡Qué sensación tan profunda arranca de mi alma!
¡Qué grito de amor desgarras
de mis poros y mi sangre!
Una luz encendida
nos envuelve como capullo en flor,
otra vez mis ojos
en el fuego de la tarde y todo perdurará…
hasta tu ausencia…
Desdén
Desdén,
palabra no
pronunciada
cuyo significado hace estremecer mi alma,
nunca lo sentí en ningún momento de mi vida hacia
nadie,
pero en este
instante surgió en mi mente,
¿cuál es la
razón?
Desdén,
es lo que conmueve las fibras más íntimas de mi ser,
es el desaire que a veces por instantes inunda
nuestras almas por el dolor que alguien nos provocó.
Si se acerca el desdén muestro desprecio
poniendo a
prueba el ingenio con sagaces aforismos
que me llegan subrayados con significativas miradas de
envidia,
celos, menosprecio,
a los que respondo con total
indiferencia
sin inquietarme un ápice,
sin juzgar actos y pensamientos malsanos,
me inunda una
tolerancia objetiva hacia su existencia
y por segundos
me invade un profundo desagrado.
Frío desdén,
mi rostro llevado del desprecio y la diversión esboza
una expresión
de ira y amargura que dura tan sólo un instante
ya que vuelvo a
ser yo,
la pura mujer poeta que es totalmente ajena
al mundo
material que me rodea.
Mantendré con aguas descendidas
por las fieles
veredas de mi pecho
todo el amor
que me inunda cuando el cielo se afila al conjuro
de un sutil
cosquilleo de flautas
que alejan de
mí sentimientos malvados.
La última estrella remisa abandona su puesto de
guardia
desde donde los
ángeles me protegen y cuidan
para que mi alma encendida y liviana
lleve su amor
por doquier.
Desdén,
no estás en mí tratando de sacarme de mi vida casta
para arrástrame
con sed de verme
en el silencio del mundo de las sombras miedosas,
delgadas,
oscuras,
para que me interne en el inframundo de lo
desconocido.
No lo lograrás,
la luz brillante me envuelve en el gran aire vacío de
dudas,
dolores,
penas y soledades,
entre azares sin respuestas.
¡Qué gran plenitud vivir en paz y armonía
desoyendo las
palabras sin color,
tan vagas como
las sombras!
Entre jazmines,
rosas, azucenas,
alelíes,
están los nombres de los que no mienten
ni hacen daño
ni te hieren,
mientras haya
cantos en la oropéndola,
la vida es felicidad plena.
El futuro es distancia,
no deseo
perderme en lo venidero,
quiero
acercarme a mi presente sin desdenes
que me acosen
en las largas dulzuras del minuto
de tiempo al
tiempo,
sin torpes atropellos,
entre quietudes y calmas,
el alma se enaltece en búsqueda de la verdad.