Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 17 de diciembre de 2017
Lo que soy y lo que fui
Soy un alma peregrina
iluminada por el amor,
entre arrullos y cantos,
entre claridades de luna
y brisas de jardín
con el corazón infinito
en el cáliz naciente.
Boca que busca
el nuevo verbo de besar.
Fui un mundo en sombras,
sin fuentes para beber
ni refugio de dulzura
en el vago adormecer.
Lo que soy y lo que fui,
ser transformado con el cuerpo
llevando el alma,
siempre vanamente
a pensar en ti
para que te vuelva a olvidar.
Hoy soy aire
que me llena de espacio
y equilibrio con calma
voy al cóncavo delirio
con mi mirada ininterrumpida
en el vasto universo.
Lo que soy y lo que fui,
cuerpo íntegro,
alma no más adolorida,
en el mañana iré a lugares lejanos
sin querer ni un resquicio de sombra,
apresando siempre
el resplandor supremo de un verso.
Fui en el ayer, ayer de ayeres,
los cantos del dolor entre sollozos roncos,
el amor me había abandonado
y mi corazón sufriente,
casi temblando
se hundía en el mar de llantos
entre gritos y clamores
en la cavidad negra de las olas
y en el abismo del viento
donde va lo que muere.
Lo vi descender
al pozo de las tormentas,
abrirse como un loto
en las aguas tranquilas,
bailando en las olas,
rebotando en las crestas.
Soy ahora en este Hoy
un alma inagotable
que mana de una fuente
refulgente: amor.
Amo la vida,
abro los brazos, me regocijo
y me yergo embelesada
ante el milagro del existir.
Antes, mi espíritu vagaba
por la extensión de la nada,
insensible a las señales del viento melodioso,
ahora río, canto, danzo
y los versos, las ideas, las palabras de amor,
revolotean a mi alrededor,
girando bailes sin traspiés,
volando en el viento
hasta las hojas amarillentas
que las esperaban con inquietud.
Mi mundo interior
ni se disuelve ni vacila,
se desatan por dentro
los miedos sin morir
y como el canto de un violonchelo
se evade y se extiende
en el aire amortiguado
y se derrama entre olas de caricias
y ternuras frescas.
Lo que soy y lo que fui,
antes no tenía el caudal del amor
que como río desbordante
inunda tierras y campos,
ahora tengo un corazón
pleno de esperanzas
y de deseos de paz y de felicidad,
yendo al claro manantial
donde la sed termina
y comienza mi mundo de azul dulzura
resplandeciendo en la transparencia
de un nuevo amanecer.
Temor fugaz
Temor
fugaz, breve, vacilante,
me
enfrenté a él
reconcentrada
y penetrante,
sola,
muda, predestinada, esclarecida,
en
mi aislamiento profundo, en mi hondo centro.
Mi
sueño errante y mi soledad hundida
se
dilataban por lo no existente,
hasta
que vacilé
cuando
la duda oscureció mi alma por dentro.
Temor
fugaz,
que
entre dos tinieblas me perdió
y
me cobijó entre turbas alas,
sin
riesgos ni desafíos
en
una lejanía sin memoria
de
encantamiento,
sin
una presencia de deseo
alejándome por un instante de ti.
Temor
fugaz,
como
un aterciopelado telón
se
entreabre y deja pasar
una
sombra oscura, de duda, de inquietud.
¿Por
qué aparece de esta manera
misteriosa
y solapada?
No
quiero sentirlo,
trato
de no sentirlo,
tengo
la leve sospecha
de
que me avisa
que
en mi vida el amor se alejó despacio,
dejando
tan sólo un rastro de recuerdos,
un indicio de imposibles
que
me fustigan la piel
con
una impaciencia dominante,
con
un hervor que calcina
mi corazón desenfrenado
a
encender nuevas fogatas
de
amores renacidos
como
las estrellas cuando brillan
con
intensidad en el azul cielo.
Temor
fugaz, me hace perder
en
el medio de palabras diferentes.
No
deseo dentro de mí, la ilusión
de
la incertidumbre, la inconsistencia.
Deseo
una nueva estación en mi vida,
el viento del amor
golpea a mi puerta
pero
la pasividad me impide abrir.
La
prevención
de
un torbellino de emociones
como una tormenta
puede
lavar las heridas más profundas.
Temor
fugaz,
pasó
y no dejó huellas,
ahora
revivo, canto,
creo
en el amor que me espera
renaciendo
en mi vida
la alegría de vivir
con
emoción, desorden, ligereza.
Necesito
todos esos sentimientos
que
vienen con sabor,
con
una cierta mezcla
de
un pedazo de soledad
sediento
de amor.
Temor
fugaz,
se
que nunca será demasiado tarde,
el
dolor y el miedo,
nunca serán mortales,
hasta
la herida más profunda
se
cura en el mismo lugar
donde una nueva piel se formó.
El
amor puede tocar en cualquier momento.
¡Estoy
aquí!
¡Siempre voy a estar aquí,
esperándote,
amor,
sin
dudas ni sombras titubeantes!
Surgió
la luz y me elevó
al
cenital esplendor
donde
todo está claro,
no hay dudas ni temores.
Ya
no estoy dentro de la niebla,
el
tiempo eleva las anclas,
el
silencio pleno de amor
echa
al vuelo enmudecidas campanas
y cumplen su juramento
los
horizontes del alba,
la
vida toda de día, pura,
flota en el agua,
en
el aire, en la nada.
Prefiero la noche
Prefiero la noche,
son las horas en las
que amustian
las nubes
vespertinas,
sobre la azul altura
del vasto firmamento.
Asómanse los astros,
cuyas luces divinas
como miradas
pesan sobre mi
pensamiento.
Y es mi hora,
en las que entre la
voz lejana
de la campana
que con lentitud las
notas
del Ángelus desgrana,
a mis hojas en blanco
los versos de amor anidados
en mi corazón
se vuelcan sin cesar, con prisa
para que no sean
olvidados.
Prefiero la noche,
porque mi fantasía
con audacia inquieta
sin cesar te busca.
¡Oh, poesía!,
en la nocturna soledad secreta.
Muchas veces,
misteriosa poesía,
frases de amor dolido,
manchan mis páginas
albas
en el tedio de las
noches acíbaras
y vuelan por todas
mis visiones de armonía
que se ocultan cuando el cielo aclara.
Prefiero la noche,
en ella te busca mi
cansada fantasía
y mis sueños se
tienden como aves raras
cuyas alas exploran
hasta horizontes
lejanos y oscuros
tanteando tu imagen,
la única imborrable,
para mí por siempre.
Como solitaria
misteriosa,
vago volando bajo el
cielo
y sobre el mar
en la noche profunda
y estrellada,
tratando de percibir
tu figura
que añoro
y tu dulcísimo
firmamento
y en instantes como
un sueño
que se esfuma,
creo entreverla en un revuelo de la espuma
o en los astros del
Universo.
Prefiero la noche,
porque la Luna me
acompaña
con su fulgor, blanco
y brillante.
Mi corazón puede
correr
a regiones ignotas
apareciendo en el
pentagrama
vacío de mi alma
las notas que buscaba
y no encontraba y que
inútilmente
yo clamaba para
inundarla de amor
como en un agitado
río
entre tupido follaje.
Prefiero la noche,
con la Luna como nota
errante
que parece que
extravió su cantar
pero aún así con su luz agonizante sigo,
en mi perenne
búsqueda
de aquel a quien no
puedo hallar,
mi ideal no
encontrado.
Prefiero la noche,
porque mis versos me aroman el alma
y los busco en los
sones de liras
que van brotando
entre pasos de
visiones
que conmigo los van
buscando.
En algunos momentos
no responden,
no aparecen en ningún
lugar
de mi mundo interno
y entonces me
inquieto.
¿En qué lejanías mi
númen se esconde?
¿Bajo qué estrella se
guarece?
Vuelve a mí, en esta
noche mía,
nuestra,
ven con el viento,
las brisas,
los astros del
firmamento.
Prefiero la noche,
quedarme un instante suspendida en lo Eterno
e ir como el viento,
nómade del existir
transitando por la expansión del Universo.