Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 20 de diciembre de 2017
Amor perdido
Amor
perdido,
¡qué
dolor!,
¿sabes?
¡Perder
al amor!
Es
como arrancarte el corazón
en
mil pedazos y toda la luz del alma.
El
amor se lleva en lo hondo de la sangre,
el
sol que te compaña y te reviste,
brazo
en que te apoyas por el camino incierto del vivir,
escudo
que te resguarda el pecho de muertes o borrascas.
Amor
perdido,
¡quiero
llorar entre escombros!,
nos
separamos tú y yo en la cuesta para siempre.
¡Algo
de mi luz en el polvo se ha perdido!
El
miedo a no poder encontrarlo
ahuyenta
de los ojos las palomas del sueño
entre
clamores de lloros y penas,
apurando
en la breve llama la inmensidad del tiempo.
Amor
perdido,
ha
de haber un portal sin cerrojos
por
donde podré entrar
y
como atisbando de a poco
te
buscaré entre la raíz de los quebrantos.
Otearé
para estar otra vez contigo
desde
las colinas cercanas y veré
el
fulgor que tú irradias desde la lejanía
y
así secarás las fuentes de mi llanto.
Amor
perdido,
en
la flor te recuerdo y amorosa te exalto,
guardando
en mis entrañas
los
bálsamos de tu amor
y mi
secreta lumbre que ilumina
de a
poco mi pecho cansado
se
refugia en el orillar del mar
bajo
las blancuras del astro.
Amor
perdido,
¡que
hundimiento del mundo!
Un
gran horror a columnas quebradas,
tiempos
sin imágenes,
cielos
intemporales,
entre
estíos e inviernos.
Amor
perdido se extinguieron las alegrías,
las
risas, las danzas,
pero
perduran las frases de amor,
aquellas
que te escribí con todo mi corazón.
Ahora,
sin
tenerte, todo va hacia atrás,
la
vida se va quitando frenéticamente horas,
minutos,
segundos de encima,
destejiendo,
galopando
su curso del lento existir,
queriendo
borrar recuerdos,
historias
para hacer otra vez
el
anhelo de volver a empezar otra vez.
El
futuro se llama ayer.
Ayer
oculto,
secreto,
escondido
entre verdes follajes,
de
esperanzas,
hay
que empezar otra vez,
reconquistar
la vida con toda el alma
y
todo el corazón detrás de aquellos otros ayeres conocidos.
¡Vamos
hacia el mañana entre estrépitos besos,
inventando
las ruinas del mundo,
de
la mano tú y yo
por
entre campos florecidos
de
amapolas ondulantes!
Y ya
no más amor perdido,
amor
encontrado entre tactos,
abrazos,
piel,
entregándonos
al palpitar de sentirnos juntos,
sin
caos ni penas,
sólo
luz y belleza del vivir.
Amor
perdido,
encontrado
entre la luz del alba y las estrellas escondido,
tendiéndonos
las manos para coger las nubes,
las
flores,
las
alas,
los
mil sonidos del aire
para
existir flotantes en el puro vivir,
salvados
por milagro de no estar más juntos
y
así estrenar el beso,
el amor,
sin
sufrimientos ni quebrantos.
Sorpresa inesperada
Sorpresa inesperada,
¿qué viene por el
sendero blanco
como papeles de
rocío,
revoloteando el aire
hacia mi?
Buscan mi nombre,
hurgan entre miles de
huecos
de arcones con
cerrojos
y llaves entreveradas
en un ovillo metálico
que es imposible
desatar.
Sorpresa inesperada,
como en un combate
con carcaj en nubes
urdidas,
sueño que despierto
entre murmullos
desnudos
donde la luz en mis
pupilas congrega
la sangre en los
sentidos y una tibia memoria
sin contornos
descubre lo que esperaba ansiosa.
Sorpresa inesperada,
se mueve la distancia
hacia ella
como alas batientes
detrás de mi alma,
inútil que te busque
y te persiga,
vendrás por el aire
burilada
por el talón de
arcángeles invictos.
Sorpresa inesperada,
mi corazón tiembla,
la duda me inunda,
¿es que acaso llegará
a mí,
a pesar de todas las
murallas que me envuelven
y me aprisionan en
castillos de cristal?
Un miedo tibio padece
lentamente mi alma
pero la esperanza lo
cubre con mantos verdes
haciendo que el aire
húmedo
me lleve a cielos de alamedas
de cristal,
esperando en paz y
sosiego.
Sorpresa inesperada,
se acerca despacio,
sin prisa,
sobornando las dudas
que me acechan
que me quitan el
hechizo de mis sueños.
¿Será verdad que me
encuentra lo que más espero?
Mis manos se agitan,
angustiándose en el
aire
en un largo alumbrar
del movimiento.
Cae el pulso agitado
de la sangre
sobre el plato sonoro
del silencio,
quema la llama
hirsuta de mi frente,
un ave de marfil en
primer vuelo.
Sorpresa inesperada,
¿Vendrás a mí?
¿Me encontrarás en el
instante preciso
en el que más te
necesito?
Crece en mí,
una hiedra pálida de
dudas,
ahogando en desazón
el pensamiento
y deteniendo las
horas de la espera
la ramazón elástica
del viento.
¿Cuál es la sorpresa
inesperada?
La que agita mi alma,
la que levanta la
estirpe de mis cantos
y mi sangre convoca
con apetencia
haciendo brotar de mi
interior
las palabras con
sonidos,
las frases de amor,
la que despiertan mis
sentimientos más íntimos,
los secretos
guardados con celo y artimañas
para que nadie los
encuentre en el nunca jamás.
Sorpresa inesperada,
te reclamo,
te nombro para que me
halles
y me sumerjas fija en
este mundo
entre alegrías y
cantos,
hacia mi interior
donde el deseo reverdece.
Queda la incógnita,
lo no sabido,
lo imposible de
anunciar,
el misterio no
develado,
el ruego no
escuchado,
la quietud inmóvil,
la soledad sin amor.
Sorpresa inesperada,
eres el solar de mi
vida,
el deseo consumado
aún sin serlo,
coronas los vientos
serenados de mi vida
y haces surgir los
cánticos unánimes
de mi frágil existencia.
Ya se acerca,
notas suben en
números concordes,
el mañana me espera y
con sones de oro
te proclamo dueña y
señora del existir
en esta vida donde la
sorpresa inesperada
nos conduce a dichas
sin sonrojos
corriendo por la
cifra de mi nombre
hacia el cuenco
sellado de mi vida.
Un poema sin final
Un poema sin final,
sí un comienzo pleno,
augusto,
soberano,
un himno total al amor.
Surgen mágicos alfabetos
en hojas sin tacha,
vírgenes,
puras,
esperaban los monosílabos brillantes,
rasgos de cristal, puntas de agua.
Un poema sin final,
que dejó frases de verdades nobles,
cláusulas marmóreas,
casi totalmente blancas
que lentas pasan al papel.
Sin una gran retórica,
humildes, con pausas,
sin notas especiales,
el vapor del amor
hace componer odas lejanas
como las frases dulces
de celestes temas del eterno amor.
Un poema sin final,
con una escritura extraña,
la que llega y ya se fue,
la indescifrable,
la rápida,
la que con plumas veloces
sobre otras precipitadas
borran apenas las escribo.
Parecen escritas por otras alas,
las invisibles,
las misteriosas,
esbozadas a la ligera
pero con deseos e ímpetus
de ser leídas.
Pluma tras pluma
el poema se vislumbra
dando paz y calma al alma,
gozos al corazón
y cantos maravillosos al espíritu.
Pero cuando quiero que se vuelque
en el papel se rompe de pronto el encanto,
suelta la flor su perfume
mas si una frase lo aspira
entonces se evapora o se consume
en las cuerdas de la lira.
Un poema sin final,
sus estrofas son altas nubes
que llegan a horizontes lejanos,
no podemos escribir desde tan lejos
sus versos casi invisibles,
porque para poder hacerlos
hay que tener luz de estrellas.
¡Versos!
¡Poemas!
Con ímpetu alado al ideal,
ascended y en las estrofas
verted el tesoro conquistado.
Un poema sin final,
entre risas y lloros
en flor se congrega al rumor
de las alas de mis sueños.
Nunca pude saber
cual estrofa fue la última,
la que anunció el amor esperado,
la que en un fulgor de alborada
comenzó en mi duermevela matinal
pero que no llegó a escribir el final,
todo lo que habita en mi interior
lo guardo en un secretísimo lugar
donde habitan los ideales de mi prosa.
Un poema sin final,
en el que se rompió al punto de terminar
su encanto escondiéndose
la flor de la inspiración en un intangible ensueño.
Y busco en mi interior
ese final esperado que es imposible,
no está en mis estrofas
los sones que desde mi laúd van brotando,
son los pasos de las visiones
que conmigo lo andan buscando.
SI algún día descubriera ese final olvidado,
todos mis cantos aromarían mis versos
y pediría al viento noticias de su llegada,
al ave,
a la flor,
a la nube y a los astros del firmamento.