Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 7 de enero de 2018
Soy tuya
Soy tuya,
y por siempre
me sedujiste con tus palabras
veloces,
empavesadas de risas,
invitándome a ir
a dónde ellas me llevan.
No te atiendo,
no las sigo,
estoy mirando los labios
que deseo besar con pasión.
Te miro
y me inspiras amor
se que para ti
soy una simple desconocida
pero despertaste a la poeta
que aún
no había latido en mí,
con el amor a flor de piel.
Seductor mágico de mujeres
cuando deseas algo vas en su búsqueda
no pienso en lo que tú quieres,
ni lo envidio,
es lo de menos,
lo quieres hoy,
lo deseas mañana
lo olvidarás por una experiencia nueva.
En mí, los hombres ven
un abrazo que no doy
es el amor, que desbandado
por mi alma y mi cuerpo
surca los aires,
sin nadie a su lado.
No te esperaré más allá
de los fines y los términos.
No importa donde estés,
quiero verte a ti
querer porque me quedo
en el puro acto
de tu deseo,
queriéndote.
Tuya soy,
lo seré siempre,
tu mirada de cristal
inundó de estrellas
mis noches de insomnio
Tu tierna sonrisa
que de ventura pintó
mil rostros de mujeres,
tus manos suaves
que tatuaron en versos
la mar,
y me dejaron completa,
plena,
de ansias y anhelos,
ahora y siempre
seré tuya,
aún
cuando tú lo ignores.
Ahora me pierdo en la inmensidad cósmica
pero me encuentro, sí…
sí, me encuentro en mi interior.
Ahora puedo por tu seducción
volar para sentir mi libertad
Y aquí estoy aquí,
libre, sí…
Es que el sol queda lejos,
pero mi corazón no,
porque en el inverso ahora
estás conmigo por siempre
Tuya soy
olvídame,
ni recuerdes mi nombre.
Ignórame,
no soy nada,
ni nadie
pero para mí, tú lo eres todo,
reclino mi alma
y me refugio
en un pedacito de amor,
te amo antes de huir a la muerte.
El aroma de la noche
El aroma de la noche,
con un perfume de yerba buena y a pinos,
con olores refinados que se despertarán
en el campo a la mañana.
A veces rumoroso se aproxima
y a veces alejándose se apaga.
Con inocente ritmo todo el paisaje canta.
Es la hora del amor
y al vernos juntos un espejo azulado,
un arcoíris se enciende.
El olor de la esperanza,
siempre es el más deseado
pues es la sal de la vida,
la que yo siempre he soñado.
Todo el paisaje canta.
La luz en los renuevos
y en las nubes se enciende.
El aroma de la noche
se nos acerca más
por el vagabundo viento entre las ramas.
Todo el pastizal con flores húmedas de fragancia
nos inundan en nuestro tibio lecho
ebrios de dicha y amor encendido.
Me gusta el aroma apasionante de la noche,
fragancia melancólica
de magia escondida.
Inquieta y penetrante
como nuestro deseo y pasión.
Tan puro y tan denso…
como un vino de amores.
El aroma de la noche
nos conduce entre susurros,
murmullos de amor,
perfumes de magnolias,
azucenas, amapolas,
que nos tienden juntos,
en un nido de paz.
El canto de la aurora se asoma
como una claridad triunfante,
vuelve en la nave de la noche blanca
y él se hace más denso cuanto más aclara.
Huye y ajusta el corazón
su rítmico latir a la cadencia
que inspirada con un millón de notas
nos subyuga y en un millón de arpegios
nos levante cuando al comenzar a brillar
la aurora todo el paisaje canta.
El aroma de la noche,
misterioso, vibrante,
subyugante,
un naranjal en flor nos acuna
y tú aprietas mis deseos
bajo las estrellas rutilantes,
calientas mi piel con tu pasión al viento.
Fluye el río del tiempo,
nos empapamos en sus aguas,
se nos encoge la voz,
nuestras miradas se endulzan.
Se nos agranda el corazón,
la piernas se acalambran,
se estremecen nuestros brazos
y se yerguen nuestras espaldas.
El aroma de la noche,
límpido, calmo,
cálido y el aire hiende en pos de la campana,
averigua del río los cristales,
perfumes, luces,
formas y sonidos azuzan
y apaciguan nuestros sentidos en un riesgoso
y repetido juego de amor hasta lo imposible.
Detrás, en la noche,
la espesa niebla del misterio y más allá,
ocultos en nuestro recóndito lugar,
un dios mudo,
sordo y ciego nos contempla.
Cuando el cielo se afina al conjuro
de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa abandona
su puesto de guardia,
no perdemos tú y yo
en el abrazo final de esta noche nuestra
y nos seguiremos amando siempre.
Presagios tormentosos
Presagios tormentosos,
¿es que acaso la
tormenta,
furiosa y creciente
en el cielo oscuro y
misterioso
abruma nuestro amor
o a la inversa lo
acrecienta
entre los truenos y
los relámpagos?
Palpita un viento
ardiente
como el que sopla de
un gigantesco incendio
y una tromba guerrera
brama truenos
que prestos estallan
en aullidos
de airadas
tempestades.
Presagios tormentosos,
el cielo,
impenetrable y duro
nos hace unirnos
en un abrazo total y
apretado
como queriendo alejar
el escudo de granito
que se nos acerca
queriendo hundir
el mundo con su
enorme paso.
Parecen descender del
infinito
invisibles espíritus
blandiendo
espadas de relámpagos
y nosotros corremos
manos entrelazadas,
pies desnudos
buscando
una cueva secreta
para encontrar el refugio
ante esta majestad
abrumadora
que nos hace
desfallecer
ante la belleza y el
miedo.
Nuestro amor se
agiganta
ante tanta inmensidad
que hace retemblar el
firmamento.
Presagios tormentosos,
el perfume de la
tierra mojada
nos inunda al peso de
sí misma,
después irá veloz
como un meteoro
al fondo del abismo.
Con galas de volcán,
el sol radiante en
niebla roja
de fulgor metálico
traspuso lentamente
el horizonte
y nos asombramos ante
la llegada
de una noche sin
astros,
entre las sombras,
la tormenta avanza
rodeada
de grises nubarrones.
De pronto,
el viento silba más
agudo
y la tierra se puebla
de visiones,
buscando en vano
nuestras miradas
un salvador escudo.
Ya los truenos
errantes retumban
con salvajes
estampidos.
En tropel se suceden
los relámpagos
a cuyo parpadeo la
tierra,
loca de pavor,
se humilla.
Presagios tormentosos,
la tormenta está
aquí,
entre nosotros,
chocan los truenos
entre sí
y estallan.
La tempestad en sus
furores crece,
es más viva la lumbre
del rayo,
mundos hechos
campanas
que repican por todo
el firmamento conmovido.
Cuando se apaga la
lumbre de un relámpago,
se puebla la noche de
una sombra,
tan oscura que nos
oculta a los dos
como dos figuras
misteriosas e inexistentes.
Se desata la lluvia,
bajo el soplo de un
viento
huracanado que sacude
los árboles,
diluvia y nosotros
bajo el agua
como fantasmas
aturdidos,
corremos y danzamos
entre truenos y
viento.
¡Por fin,
desde la altura de un
cielo azul profundo,
las estrellas de
cándida hermosura,
llenas de compasión y
de ternura
dejan caer sus luces
sobre nuestro mundo!
Presagios tormentosos
que nos lleva a
unirnos
más en un revuelo de
besos
bajo un manto
tembloroso a la tibieza
de nuestro nido
dejando lejos
la fiera luz de las
voces
de huracanes lejanos.