Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 28 de agosto de 2018
Soy mujer
No
soy la de entonces,
aquella
que dibujaba, el eco más profundo
que se
perdió en la música.
Soy
mujer.
No
soy quién, a la muestra de tu orgullo,
busca
la sombra,
la
sal que conserva el rumor de un canto;
mientras
clamo repentina
y
puedo devolver la satisfacción:
de
alguien,
que
pide para los míos,
que vuelve
y
como fantasma insomne entre los sueños
la
vida esparce golpes implacables,
Soy
mujer.
Busco
un sito;
donde
el más viejo dice mi nombre
y un
abrazo suyo, simula la palabra:
-¡Tengo
la sombra de alguien!-
y su
voz hace coro en mi verdad,
sobre
de un camino,
desde
entonces nunca soy la misma,
la
sal se perdió en el silencio de una voz lejana.
Soy
mujer.
Hollando
voy los restos
de
tantas perfecciones abolidas.
Años,
siglos por siglos acudieron aquí
a
posarse en ellas;
arcillas
o granitos.
Soy
mujer.
Linajes
de humedad, frescor edénico,
No
piso la materia, en su pedriza
Piso
el mayor dolor, tiempo deshecho.
Soy
mujer.
Tiempo
divino que llego a ser tiempo
Poco
a poco,
mañana
tras su aurora,
mediodía
camino en su véspero
Estío
que se junta con otoño,
Primaveras
sumadas al invierno.
Soy
mujer.
Hollando
voy las horas jubilares:
triunfo,
toque final, remate,
término
ya por constancia o por milagro
obra
que se acaba o empezó proyecto.
Soy
mujer.
Lo
que era suma en un instante es polvo,
¡qué derroches de siglos!
No
se derrumban piedras, no, ni imágenes:
Lo
que se viene abajo es esa hueste
De
tercos defensores de mis sueños
La
vida es una sola…
Atrévete a amar
No
tengas miedo
el
amor es lo más sublime del mundo.
Estar
enamorada del amor,
maravillosa
experiencia,
que
se renueva constantemente.
Atrévete
a amar
de
pie en el umbral de la aurora
bajo
la celeste amplitud
es
el amor el hada protector
que
nos protege, ampara,
Y
nos inspira a vivir la poesía
en
un raudal de inspiración que es fragor de lucha en el día
Y
en la noche meditación.
Atrévete
a amar
entre
risas y lloros en flor,
congregaos
al rumor de las alas de mi sueño.
Cada
estrofa de un poema… es una nube
Y
para flotar en ella
hay
que tener luz de estrella
Y
corazón de querube.
Atrévete
a amar
para
que versos con ímpetu alado
al
ideal ascended
Y
con las estrofas verted
el
tesoro conquistado.
Atrévete
a amar,
como
clarín de mil sonidos,
con
galas de volcán el sol radiante,
en
niebla roja de fulgor metálico,
síguelo,
deja todo atrás
no
pongas nada en la balanza de la vida.
Atrévete
a amar,
anímate
al desequilibrio,
entrégate
cada vez más a voces que te llaman,
seguir
la pasión desenfrenada entre gemidos
y
gritos de euforia
queriéndome,
entregarme en cada instante de tu vida
a
tu piel tibia en tu regreso hacia mí,
tu
boca abierta de sed queriendo besarme
y
empaparme de aliento,
hacerme
completamente tuya en un instante,
y
luego reposar en el tobogán de tu cintura.
Atrévete
a amar,
del
pelo a la punta de los pies,
que
tu boca llegue a mojar mi vientre,
y
sienta tu aliento llegar a mis entrañas.
Atrévete
a amar,
atrévete
a sentir el color del amor
recorriendo
tu sangre.
pídele
más, más y más,
desnudos
los dos hirviendo de pasión
tócame
más, bésame más,
entrégame
más
¡Por
favor! ¡Atrévete a amar!
La noche triste
La noche triste,
quejumbrosa,
galopa entre las oscuras nubes
tras un rayo,
un trueno,
dejando en el horizonte
cenizas de penas.
La noche galopa dando brincos,
luces de estrellas
en sus cascos negros.
Me interno en ella,
el miedo me rodea,
busco entre luces
alguna luz que me guíe
hacia el sendero,
ese, el que vi en sueños,
que entre árboles ralos
me llevaba hacia la luz.
La noche triste,
entre golpes de
resplandores rojos,
crepusculares,
da vida, sin quererlo,
a pequeños brotes de bambú,
de caléndulas,
de siempre hermosas amapolas,
dando a mi alma
resquicios de calma,
de serenidad,
de fe.
La noche triste
sigue en su galope sin fin,
levanta al cruzar mares,
cielos,
horizontes,
un sinfín de sueños truncos,
rotos, resquebrajados
por brujas malvadas
y duendes traviesos.
Es un potro salvaje y negro
con crines al viento,
con cascos de plata
y arneses de estrellas.
Galopa en extensa llanura
donde en los confines del tiempo
su trotar eterno descansa
cuando aparece la esclarecida aurora
con sus haces dorados
de atrapante misterio.
Entonces, ese potro
hondo y negro
se desvanece poco a poco
para seguir renaciendo.
La noche triste
envuelta en niebla
da sinsabores a mi corazón.
Una sutil muselina rodea
la luna.
La suave luz de opalina
esmerila la
laguna.
La noche de negra esclavina
se desgarra en espinas de tunas.
Una luz peregrina reina
en alba bruma.