Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 4 de octubre de 2018
Déjame…
Déjame
vivir como yo quiero,
libre, en volandas al viento,
danzando
entre arabescos de colores
y
sentimientos íntimos.
Quiero
una vida plena
de
armonías de flotantes alas.
¡Ven
conmigo a comulgar
el Amor
único y verdadero!
Déjame
amarte en silencio,
entre
suspiros entrecortados,
entre
gemires de placer y gozo,
entre
ecos halagadores
de la
eterna música de la Tierra Prometida,
ritmo sin fin de la sagrada unión
de dos
seres que se aman.
Déjame
soñar
con
nuevos amaneceres juntos,
frente
al mar y al horizonte
límpido y diáfano
entre
besos áridos por la sal
que
florecen desde los rincones del alma.
Los
pesares del ayer
y los
fantasmas de la duda
se han
escondido, lejos,
en el
infinito ocaso
porque
nubes de calma
dan
fuerza a nuestro amor.
Déjame
gozar plenamente
y
serenamente
de una
vida plácida a tu lado,
no
cercenada por pesares ni heridas,
sólo,
tan sólo,
plena
en un oasis de júbilos y alegrías
como
cascadas de aguas
estruendosas
y brillantes.
Déjame
seguir mi manso camino
perfumado
con el gris de tus ojos
que son
aromo en flor.
Me
siento como un azahar
del
naranjal en flor,
purificada
y virgen.
Tus
labios son para mí una flor,
su
perfume es mi dicha,
su
presencia mi tenaz redención.
Déjame
ser una flecha alada
que
dispara el arco piadoso de la vida,
ser
Cupido para ti
con una
espada
en cuyo
filo duerme el amor.
Déjame
llorar con lágrimas de sal,
brumosas,
calmas
que
enciendan tu noche procaz
con
música blanca en plenilunio.
Ser
como una madreselva,
beso de
plata con esmeraldas para ti.
Déjame
encender velas de colores
donde el viento sacuda
la negra soledad ya ida
e iluminar tu rostro, tu cuerpo
que
acariciaré
como el
pétalo de la sombra
y
sentir caer la lluvia
donde
los dos vivimos
la
eternidad del gozo y del placer.
Déjame
prevenir el mañana
donde
no existan culpas
ni se
acepten dudas,
donde
no se enferme el silencio
y el
deseo se encienda
sin saber, en tan solo un instante.
Déjame
descansar junto a ti,
amurallados
en un resplandor
estático de paz y quietud, sin pasos
y sin
alas, solos tú y yo,
sobre
el espacio blanco de los días
huyendo
de ruidos y sombras.
Déjame
estar frente a ti,
besar
tu boca con mis manos
sobre
tu pecho,
envuelta
en la gracia divina
de
sentir tu calor,
negándome
a las telas,
en
nuestra desnudez total.
La
dicha está segura ahí,
a tu
lado, eres el elegido,
como el
agua más clara,
más
perfecta,
en la
mínima esfera de la gota
que no
en infinitudes de océano.
Déjame
ser yo,
tu
amante,
totalmente
tuya.
Mi verso es un gemido
Mi
verso de amor es un gemido, callado,
que
jamás se queja
y en
las madrugadas, entre tinieblas y fríos
llega
hasta el papel
donde
se vierte la ilusión
de una
estrofa perfumada.
Es para
ti, mi númen,
mi
amado por siempre,
te
escribo con todo el amor
de mi
alma taciturna
que
como música olvidada
tiene
azul resignación
y lo da
todo sin pedir nada.
Mi
verso es un gemido,
dulce,
umbrío,
levanta
mis quebrantos,
sin
arrebatos y sin ruidos.
Espera
que tú duermas
para
decírtelo con ternura
al son
de mis suspiros cadenciosos.
Es el
verso que se agita
y
rápido se despierta
como
eco de un estampido
de una
flecha musical
que
arrebolada se estrella
en tu
corazón amado.
Mi
verso es un gemido,
moja
sus alas en la transparente
esfera
de la gota de rocío
en la
que, absorto,
contempla
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.
Cada
estrofa gime y canta
y
suelta su perfume
como la
flor recién nacida
en los
atardeceres,
bajo el
canto de tus besos
y en la
danza de tus brazos.
Mi
verso es un gemido,
blanco
y puro
que
alimenta mi espíritu y mi sed
se
nutre de tu presencia
aún a
pesar de la distancia
que a
veces nos aleja.
Mis
áureas palabras,
mis
letras impredecibles,
mis
estrofas que nacen del alma
van
hacia las nubes
para
flotar en ellas,
iluminadas
por luces de estrellas.
¡Versos!
¡Poesías!
Con
ímpetu alado al ideal ascended
y en
las estrofas verted
todo el
amor escondido
en mi
espíritu, mente y cuerpo, para tí, amado.
Yo
mantendré con aguas descendidas
por las
fieles veredas de mi pecho
el medido
esplendor de tu alabastro
para
que una hiedra de amor
caiga
sobre mi pecho.
Mi
verso es un gemido,
un no
tocar el río,
apenas
aire,
el
blando discurrir de tu mirada.
¡Qué
dicha sin sonrojo
la que
corre por mis venas,
entre
las lágrimas
que
buscan mi pecho!
Amor
callado,
en un
silencio silente
escribo
para ti,
con un
clamor de queja y lamento
por no
tenerte a mi lado.
Mi
verso es un gemido,
escribo
y sollozo a solas,
entre
suspiros y plañideras clamo
¡Ven a
mí! ¡Te espero!
Quiero
versos sin lamentos,
todos
para ti,
para
entrar más adentro en la espesura,
desgarrando
mis naves de amor
sobre
la playa y así,
te daré
el sellado de mi gracia
y tú,
la cifra de tu nombre.
Mi
verso es un gemido,
ahora
más calmo, sosegado,
no hay
más tristezas en nuestro aire
el que
nos sigue,
mientras
canto
y mi
mano fuerza el hombro de la noche
para
que vuelvan
tus
labios a los míos.
Amor fugaz
Amor
fugaz, breve pero intenso,
profundo pero adolorido
conmigo
a tu lado
pero
pronto sin ti.
Yo sola
con la verdad
de
sentir la angustia,
el
tormento, el cielo negro
de lo
que pudo ser
y se
perdió
en la
oscura inmensidad.
Duró un
efímero momento,
pleno,
vibrante
y como
pluma leve
que se
lleva el viento
cambió
mi vida
al no
estar en tus brazos,
llevándome
a un gran mundo a oscuras.
Amor
fugaz,
como un
latido acompasado,
todo
trémulo de besarme o no,
está la certidumbre: tu ausencia sin labios.
Fue un
susurro sin luz,
un suspiro silente
que
como gasa de amor
pasó a
mi lado dejándome sola
con la
verdad de no tenerte más.
Amor
fugaz,
duró tan solo un instante,
ahora
es tan solo un recuerdo
de
haberte sentido,
casi en
secreto,
pasar
los labios sin tus besos.
Salvación,
fría, dura en la tierra,
del gran contacto ardiente
que
esta noche está ausente,
mi
cuerpo te busca
y mi
frente quiere tocar tu frente,
necesito
ser amada
aún en
la distancia.
Amor
fugaz, fue tan solo un instante
cuando el destino
nos
cruzó a los dos,
como
transcurre el tiempo de un momento,
cuando
lo que dura es un tan solo adiós.
Llegó
el amor de pronto
y se
marchó de prisa
pero
punzó mi corazón
con una
espina
pero lo
que dejó en mi alma
no
termina.
Amor
fugaz,
no pude
retenerlo,
sólo me
dejó
unas
cuantas caricias apuradas
y
ninguna promesa de regreso.
Nuestras
tardes, nuestras noches
fueron sólo breves horas
de
dichas compartidas,
las
manos no eran tocar
lo que hacían en nosotros,
era
descubrir;
los
tactos nuestros cuerpos inventaban,
nuestras
miradas
no se
detenían entre nosotros,
pasaban
a través de nuestros anhelos.
Amor
fugaz,
¿cómo
sabré de tu boca
si tus
susurros ya mi alma no tocan?
Las
palabras brotan de mis dedos
a las
hojas que las esperan,
alegrando mis tristes pensamientos
que
visten la nostalgia
de
lágrimas por éste,
mi
fugaz enamoramiento.
¿Es que
fue fugaz
o
existe hasta este hoy
en el
que te añoro?,
sí, te
añoro, mi eterno amor fugaz,
aunque
tus susurros
ya mi
alma no toquen,
mi
deseo por ti se apaga
y mis
ojos que iluminaban
tu
rostro con mi deseo,
éste se
extingue, lánguido, derretido.
De a
poco,
en breves períodos de mi vida sin ti,
convertí
el olvido en poesía,
convertí
el dolor en poesía,
quedando
una herida
que
sangra a veces
y a
veces se me olvida.
Pido
amar de nuevo,
sin
dolor, sin heridas, sin olvidos
y así,
así,
convierto
mi ruego en poesía,
viviendo
un esperar con rumbo cierto.
Lejanía
sin distancia,
ansiedad
de amar sin ansia,
sin
tormentas en mi alma,
sólo
gozos de saber que existes
y que
me estás buscando
entre
horas del vivir
que
vuelan alto,
esperando
que me beses
y me
ciñas entre tus brazos por siempre.