Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 23 de octubre de 2018
Mi verso es un gemido
Mi
verso de amor es un gemido, callado,
que
jamás se queja
y en
las madrugadas, entre tinieblas y fríos
llega
hasta el papel
donde
se vierte la ilusión
de una
estrofa perfumada.
Es para
ti, mi númen,
mi
amado por siempre,
te
escribo con todo el amor
de mi
alma taciturna
que
como música olvidada
tiene
azul resignación
y lo da
todo sin pedir nada.
Mi
verso es un gemido,
dulce,
umbrío,
levanta
mis quebrantos,
sin
arrebatos y sin ruidos.
Espera
que tú duermas
para
decírtelo con ternura
al son
de mis suspiros cadenciosos.
Es el
verso que se agita
y
rápido se despierta
como
eco de un estampido
de una
flecha musical
que
arrebolada se estrella
en tu
corazón amado.
Mi
verso es un gemido,
moja
sus alas en la transparente
esfera
de la gota de rocío
en la
que, absorto,
contempla
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.
Cada
estrofa gime y canta
y
suelta su perfume
como la
flor recién nacida
en los
atardeceres,
bajo el
canto de tus besos
y en la
danza de tus brazos.
Mi
verso es un gemido,
blanco
y puro
que
alimenta mi espíritu y mi sed
se
nutre de tu presencia
aún a
pesar de la distancia
que a
veces nos aleja.
Mis
áureas palabras,
mis
letras impredecibles,
mis
estrofas que nacen del alma
van
hacia las nubes
para
flotar en ellas,
iluminadas
por luces de estrellas.
¡Versos!
¡Poesías!
Con
ímpetu alado al ideal ascended
y en
las estrofas verted
todo el
amor escondido
en mi
espíritu, mente y cuerpo, para tí, amado.
Yo
mantendré con aguas descendidas
por las
fieles veredas de mi pecho
el medido
esplendor de tu alabastro
para
que una hiedra de amor
caiga
sobre mi pecho.
Mi
verso es un gemido,
un no
tocar el río,
apenas
aire,
el
blando discurrir de tu mirada.
¡Qué
dicha sin sonrojo
la que
corre por mis venas,
entre
las lágrimas
que
buscan mi pecho!
Amor
callado,
en un
silencio silente
escribo
para ti,
con un
clamor de queja y lamento
por no
tenerte a mi lado.
Mi
verso es un gemido,
escribo
y sollozo a solas,
entre
suspiros y plañideras clamo
¡Ven a
mí! ¡Te espero!
Quiero
versos sin lamentos,
todos
para ti,
para
entrar más adentro en la espesura,
desgarrando
mis naves de amor
sobre
la playa y así,
te daré
el sellado de mi gracia
y tú,
la cifra de tu nombre.
Mi
verso es un gemido,
ahora
más calmo, sosegado,
no hay
más tristezas en nuestro aire
el que
nos sigue,
mientras
canto
y mi
mano fuerza el hombro de la noche
para
que vuelvan
tus
labios a los míos.
Prefiero la noche
Prefiero
la noche,
son las
horas en las que amustian
las
nubes vespertinas,
sobre
la azul altura
del
vasto firmamento.
Asómanse
los astros,
cuyas
luces divinas como miradas
pesan
sobre mi pensamiento.
Y es mi
hora,
en las
que entre la voz lejana
de la
campana
que con
lentitud las notas
del
Ángelus desgrana,
a mis
hojas en blanco
los versos de amor anidados
en mi corazón
se vuelcan sin cesar, con prisa
para
que no sean olvidados.
Prefiero
la noche,
porque
mi fantasía con audacia inquieta
sin
cesar te busca.
¡Oh,
poesía!,
en la nocturna soledad secreta.
Muchas
veces,
misteriosa
poesía,
frases de amor dolido,
manchan
mis páginas albas
en el
tedio de las noches acíbaras
y
vuelan por todas mis visiones de armonía
que se ocultan cuando el cielo aclara.
Prefiero
la noche,
en ella
te busca mi cansada fantasía
y mis
sueños se tienden como aves raras
cuyas
alas exploran
hasta
horizontes lejanos y oscuros
tanteando
tu imagen,
la
única imborrable,
para mí por siempre.
Como
solitaria misteriosa,
vago
volando bajo el cielo
y sobre
el mar
en la
noche profunda y estrellada,
tratando
de percibir tu figura
que
añoro
y tu
dulcísimo firmamento
y en
instantes como un sueño
que se
esfuma,
creo entreverla en un revuelo de la espuma
o en
los astros del Universo.
Prefiero
la noche,
porque
la Luna me acompaña
con su
fulgor, blanco y brillante.
Mi
corazón puede correr
a
regiones ignotas
apareciendo
en el pentagrama
vacío
de mi alma
las notas que buscaba
y no
encontraba y que inútilmente
yo
clamaba para inundarla de amor
como en
un agitado río
entre
tupido follaje.
Prefiero
la noche,
con la
Luna como nota errante
que
parece que extravió su cantar
pero aún así con su luz agonizante sigo,
en mi
perenne búsqueda
de
aquel a quien no puedo hallar,
mi
ideal no encontrado.
Prefiero
la noche,
porque mis versos me aroman el alma
y los
busco en los sones de liras
que van
brotando
entre
pasos de visiones
que
conmigo los van buscando.
En
algunos momentos
no
responden,
no
aparecen en ningún lugar
de mi
mundo interno
y
entonces me inquieto.
¿En qué
lejanías mi númen se esconde?
¿Bajo
qué estrella se guarece?
Vuelve
a mí, en esta noche mía,
nuestra,
ven con
el viento,
las
brisas,
los
astros del firmamento.
Prefiero
la noche,
quedarme un instante suspendida en lo Eterno
e ir
como el viento,
nómade
del existir
transitando por la expansión del Universo.
Manto De Flores
Manto
de flores,
me
envuelven
con su
fragante aroma
y su
cadena de colores,
rojos,
amarillos,
blancos,
lilas
y su
dulce perfume
perturban
mi alma plena de amor.
Entre
rosas,
nenúfares,
amapolas,
azahares,
azucenas,
almendros
en flor,
dalias,
tulipanes,
calas,
aterciopelan
mi cuerpo
y me
inundan de dulzura y paz,
aureolan
mi ambiente.
El amor
es como la flor
todavía en capullo bello
donde
ha brotado pureza,
suavidad,
delicadeza,
pasión.
Manto
de flores
que a
su través
me
lleva al mundo de tus brazos,
me
siento cobijada,
amada
entre
colores y perfumes.
En el
aire sensual
y tibio
de la tarde
me
acarician sus pétalos,
es un
manto dulce,
mágico,
luminoso,
que
nunca se olvida.
Como el
arco de los cielos
sus
olores llegan
y crecen
y luces
me envuelven
y el
ángel verde
de la
esperanza
me
llena de alegría.
He
perdido el miedo
en tus
brazos
que me
estrechan poderosos
con la
fuerza del amor.
Manto
de flores,
el lirio de la ternura crece
en la
pradera celeste
del agua
como
los nenúfares en flor
quietos y anhelantes
que
parece que esperan las canciones
que
alguien los acompañe
en su
danza de círculos.
Los
camalotes cándidamente se asoman,
castos
y libres
y las
aguas nos brindan
sus vestiduras de melodías
haciendo
que nuestra total entrega
sea
duradera y dichosa.
Mantos
de flores,
la lluvia se inicia ya,
las nubes
en su
tránsito lento
hacen
brotar los retoños luminosos,
que
crecen libres
en las
ramas perfumadas
haciéndonos
sentir
entre vergeles
floridos,
caricias
nuevas.
El
radiante césped trémulo
se viste de perlas de agua,
dando a
nuestro amor
frescura
que
espera botones,
capullos
y
tenues lazos
que
entre grises y rosas
se
entrecruzan.
Manto
de flores,
en la
calma
de unos
pétalos
nuestro
amor resurge,
se
retrata fiel,
entre
rosales
y
madreselvas
con
comunicativa ternura.
Olor de
nube en la flor celeste,
en la
tierra verde,
en tus
brazos
mis
manos leves
encuentran
los carmines que busco.
Manto
de flores,
feliz la nube de mayo,
que es
ésta
o
aquella rosa,
déjenme
vivir feliz
con mi
amado
entre
guirnaldas florecidas,
límpidas y libres,
y entre
enredaderas
de
campanillas azules
aquellas
que allá se asoman.
Bajo la
esmeralda temblorosa,
amado
mío,
te veo
y te
siento
con
corona de jilgueros
y
pétalos de amapolas,
siguiendo
yo
alegre
tus pasos
hacia las islas
y los
bosques florecidos
del sueño.
Soy
feliz,
estoy
en el valle perfumado
de tu
ágil cuerpo
y en tu
regazo
me dejo
caer
cual
frágil flor
recién
nacida.