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Volver a vivir



Volver a vivir,
en mi mundo interior
se levantan olas gigantescas,
huracanes violentos que me llevan en volandas
a la paz y al amor que sigo buscando,
ese amor verdadero,
leal, fiel,
que una nuestras almas
en instantes de felicidad eterna.

Volver a vivir,
sé que te hallaré estés donde estés,
en este mundo o en el otro
y nos reconoceremos tan solo sin mirarnos,
sin tocarnos,
sólo percibiendo nuestra existencia.
Volver a vivir,
voy por caminos florecidos entre azaleas,
amapolas, orquídeas,
rosas, veraneras,
papos,
de multicolores que inundan de luz mi alma
enamorada del amor
bajo frondosos árboles de corutú.

¡Deseo que cada uno sea feliz
con su propia persona!
Paremos el tiempo hasta llegar a un ayer
o pasado reciente
y que podamos sentir el amor vivido
y el que desde este instante
al reencontrarnos volverlo a vivir.

Mostremos a todos los que nos rodean
el sendero que nos conduce a superar
el presente en el que vivimos,
mejorando nuestra forma de vida a cada instante.
Volver a vivir,
es el estar otra vez con mi misma,
viviendo sin conflictos,
en plena paz,
sintiendo las gotitas de felicidad
que me inundan el alma.

Volver a vivir,
entrando en un gran silencio,
sin acordes ni notas acompasadas,
esperándote a ti,
mi amado amante,
porque ahora es como si hubiera nacido de nuevo
sabiendo lo que quiero,
¡a ti vida mía!,
ya no más llantos con lágrimas agridulces
que borraban las líneas que dibujaban mi vida.

Volver a vivir,
te estoy esperando,
sé que estás acercándote
y antes de que esta vida termine
estaremos como en todas las que ya vivimos
como dos en uno.

Siento música de flautas y violines
que me conducen hacia ti,
que tocan mi corazón,
no más enferma de tristeza
ni de deseos de llorar con un nudo
que se formaba en la garganta,
sí sentirme entre flores que nacen
entre las piedras de los Templos.

Vienen hacia mí contigo la miel de los bosques,
el perfume del aire,
la dulzura de las caricias,
el temblor del abrazo,
la pureza del beso.

Volver a vivir,
¡amar hasta el fin de nuestra existencia!

Estrellas peregrinas



Estrellas peregrinas
que como flechas perfumadas,
lanzarán mis palabras
y en poemas de amor
viajarán hasta tu alma.

Dulces estrellas de la pasión,
ojos de luna,
corazón suave y tierno
que te llama desde la lejanía distante
sin ver tus ojos de amor.

Primero fue un poema de amor,
luego otro y luego otro.

Sobre las costas de tu espíritu
se fueron amontonando mis versos.

Estrellas peregrinas,
que me llevaron hacia ti
y tu voluntad fue cediendo
como una ciudad asediada
y las venas de tus sentimientos
se abrieron como flores.

Estrellas peregrinas,
mágicas y maravillosas
que nos llevan al infinito
desde que aquel poema de amor
primero te colmó el alma
y como los poemas son cosa de magia y vida,
enamorarnos es lo insólito hecho realidad.

Estrellas peregrinas,
lleven mis poemas a las almas
que grácilmente las reciban y las amen
flotando liberadas por los anchos espacios
de todos los crepúsculos,
como si fueran nubes escritas por el viento.

Estrellas peregrinas,
despacio,
como soplo leve,
alterno,
entreguen a mi amante
mis palabras de amor,
escritas en un ritmo de mi vivir soñando.

Estrellas peregrinas,
que en el espacio inmensurable
llevan el mensaje de amor celestial
e intrasmutable e inspiran sublimizados versos
que con efluvios recorren
el orbe hacia ti
con sus luces brillantes

Estrellas peregrinas,
a las que llevadas por vientos cósmicos
les confié mis deseos de que mis versos
vuelen a mi amor plenos de esperanza
para que no sean sólo un sueño.

Tarde invernal



El viento helado era una pincelada de rojo en mi mejillas y
un gozo bailarín en tus pupilas húmedas.
Un aire inverosímil arremetió con el sol, golpeteaba por dentro,
de los pulmones, empujaba la sangre.
La alegría, pensé, debe ser parecida a un remolino de sol corriendo por los campos.
Y te miré, con calor en mi alma, envíe caricias a tu corazón.
Y te miré aguardando, ni magia ni milagro, que ya en dorado crepúsculo inundaras,
el cauce de la tarde.
Con el frio helado de afuera, nosotros acurrucados y abrazados frente al fuego,
de la chimenea, nos besábamos apasionadamente, éramos uno del otro,
corazón con corazón.
Y entre perfil y miradas , se sienten frenéticos toques de diana,
anunciando nuestro amor infinito.

“Dame a beber la poesía,
en el raudal de inspiración,
que a la noche es meditación”