Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 29 de abril de 2019
No sé dónde estás
No sé dónde estás,
mi alma acongojada y triste
no sabe donde ubicarte.
desapareciste súbitamente
detrás de una cortina de humo incipiente,
sin una palabra,
sin un aquejo de sentir adiós.
Sembrando mis dudas
en un camino sin fin,
triste y dolorosa.
Los desconciertos abarcan mis dudas
en mi mente que siempre lleva
el
concierto de tu voz.
No sé dónde estás,
mi alma con las manos frías,
buscando un abrazo de amor
en el transcurrir del tiempo.
No sé dónde estás,
dejare en mi recuerdo
imborrables momentos vividos junto a ti.
¿Por qué te ausentaste dejándome sola
con quebrantos de emociones
que se confunden?
¿Cuál fue la razón
que se
abrieron en mi mente
los
espacios vacios?
esperando un llamado
me perdí en los tiempos
sin tener una repuesta
a mil insólitas preguntas de tu ausencia.
No sé dónde estás
quiero escuchar tu vos,
esa voz susurrante y dulce,
que quedara en los recuerdos
más secretos de mi alma.
Necesito estar
a tu lado
ni que el tiempo ni la distancia nos separe
y quedemos juntos por siempre.
Dame una señal,
una luz,
una esperanza,
de que volverás a mi
y correremos juntos por las praderas frescas
sintiendo las brisas secas
y el viento que nos eleve
y quedarnos en un espacio infinito,
no nos lleves los otoños
y por toda una eternidad en nuestro nido,
gozaremos el amor con total intensidad.
No sé dónde estás
tantas palabras que esperan,
tantas poesías de amor
perdidas por tu ausencia.
Te seguiré buscando en la claridad de la noche,
en las frías mañanas del estío
en los crepúsculos de mil colores del cielo azul
intenso.
¡Ven a mí!
¡Búscame!
Amor perdido
Amor perdido,
¡qué dolor!,
¿sabes?
¡Perder al amor!
Es como arrancarte el
corazón
en mil pedazos
y toda la luz del
alma.
El amor se lleva en
lo hondo de la sangre,
el sol que te compaña
y te reviste,
brazo en que te
apoyas
por el camino incierto
del vivir,
escudo que te
resguarda el pecho
de muertes o
borrascas.
Amor perdido,
¡quiero llorar entre
escombros!,
nos separamos tú y yo
en la cuesta para
siempre.
¡Algo de mi luz en el
polvo se ha perdido!
El miedo a no poder
encontrarlo
ahuyenta de los ojos
las palomas del sueño
entre clamores de
lloros y penas,
apurando en la breve
llama
la inmensidad del
tiempo.
Amor perdido,
ha de haber un portal
sin cerrojos
por donde podré
entrar
y como atisbando
de a poco te buscaré
entre la raíz de los quebrantos.
Otearé para estar
otra vez contigo
desde las colinas
cercanas
y veré el fulgor que
tú irradias
desde la lejanía
y así secarás las
fuentes de mi llanto.
Amor perdido,
en la flor te
recuerdo
y amorosa te exalto,
guardando en mis
entrañas
los bálsamos de tu
amor
y mi secreta lumbre
que ilumina
de a poco mi pecho
cansado
se refugia en el
orillar del mar
bajo las blancuras
del astro.
Amor perdido,
¡que hundimiento del
mundo!
Un gran horror a
columnas quebradas,
tiempos sin imágenes,
cielos intemporales,
entre estíos e
inviernos.
Amor perdido se extinguieron
las alegrías,
las risas, las
danzas,
pero perduran las
frases de amor,
aquellas que te
escribí
con todo mi corazón.
Ahora, sin tenerte,
todo va hacia atrás,
la vida se va
quitando
frenéticamente horas,
minutos,
segundos de encima,
destejiendo,
galopando su curso
del lento existir,
queriendo borrar
recuerdos,
historias para hacer
otra vez el anhelo de
volver a empezar otra vez.
El futuro se llama
ayer.
Ayer oculto, secreto,
escondido entre
verdes follajes,
de esperanzas,
hay que empezar otra
vez,
reconquistar la vida
con toda el alma
y todo el corazón
detrás de aquellos
otros
ayeres conocidos.
¡Vamos hacia el
mañana
entre estrépitos
besos,
inventando las ruinas
del mundo,
de la mano tú y yo
por entre campos
florecidos
de amapolas
ondulantes!
Y ya no más amor
perdido,
amor encontrado entre
tactos,
abrazos, piel,
entregándonos al
palpitar de sentirnos juntos,
sin caos ni penas,
sólo luz y belleza
del vivir.
Amor perdido,
encontrado entre la
luz del alba
y las estrellas
escondido,
tendiéndonos las
manos para coger las nubes,
las flores, las alas,
los mil sonidos del
aire
para existir
flotantes en el puro vivir,
salvados por milagro
de no estar más
juntos
y así estrenar el
beso,
el amor,
sin sufrimientos ni
quebrantos.
Tuya soy
Tuya soy,
tiéndeme tu abrazo,
¡ay!, ¡cómo te
necesito,
apóyame, respírame,
grita que me amas!
Cascarón de hojas,
vahos de campo,
de vida, de viento,
de lluvia.
Hueles a cuerpo
húmedo,
mi pasajero fugaz,
necesito tus besos
apasionados
con sentimientos
profundos y tiernos.
¿Cómo puedo pensar o decir esto?
¿Casi sin respirar o
atontada?
Cada día quiero más
de ti.
Tuya soy,
hoy y siempre,
no te pierdas en lo
venidero,
a ti me acerco en tu
presente.
Ser es estar siendo.
Prisa, apetito de las
lejanías,
torpe atropello
de las largas
dulzuras del minuto,
da tiempo al tiempo.
¿A qué darle palabras
de amor
al poema si lo estoy
siendo?
Tuya soy,
mi amor es lento.
El caudal de mi dicha
eres tú
y como el del agua
fluyen parejos,
lo que ellos hablan
y la espuma dice
suenan de acuerdo.
Tuya soy,
tan sencillo es
quererte
que a veces se me
olvid
a que vivo de milagro
el amor fabuloso
que al cargar sobre
ti ingrávido se torna
y como lo redimes de
sangre o de tormento,
por fuerza de tu
pecho,
con corazón de magia,
siento la ilusión de
que estás conmigo,
muy cerca,
a mi lado.
Tuya soy
encuentro la ternura
en que se injerta el
color de tu piel
que me soborna y
adoro tu palabra
que trastorna y apura
mis sentidos
buscándote siempre.
Pienso en acariciar
tu pecho al descubierto
y todo lo invisible
que te rodea,
me complazco en la
luz que te contorna,
muerta de amor en
lecho enfebrecido,
pasto de celo en
huerto clausurado,
corazón por tus
flechas percutido.
Tuya soy,
hambrienta de amor
soy una llama que por
ti clama.
Un agua no pausada sí
cantada,
se allega por tus
manos a mi pecho,
¡oh ríos sin espuma,
tan alzado,
que moja las puertas
de mi cielo!
Tuya soy,
los signos de tu
grave y dulce voz
me reclaman a cada
instante
y despiertas mi
ternura
y mis requiebros.
¡Qué umbría en verde
valle,
qué collados!,
¡qué rama sumergida
en niebla y cielo!
Tuya soy,
tú eres la música de
mi vida
en todo mi tiempo.
¡Te ansío ya!