Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 8 de mayo de 2019
Caricias a mi corazón
Caricias a mi corazón
son tus dulces palabras de amor,
tiernas,
leves.
Dejas en mí
luces brillantes
de colores iridiscentes.
Soy feliz,
te siento dentro de mí,
mi sangre corre a prisa
latiendo en mi cuerpo
con pasión y gozo.
Te necesito dentro de mí,
los vientos se congregan
trayendo hacia mí
las caricias anheladas.
Mi corazón ya no me pertenece,
ha abandonado mi cuerpo
y lo he depositado en tus manos.
¡Cuídalo!
¡Ámalo!
Es tuyo, te pertenece.
Te amo Hoy y siempre,
cada latido de mi corazón es sólo por ti,
¡Cuántas alegrías tremolantes,
gozo inmediato,
caricia que se acerca,
despacio, leve,
a mi corazón tibio de amor!
Consumación feliz de tanta ruta,
último paso, amante,
pie en el aire,
que trae amor,
a donde amor espera.
Caricias a mi corazón,
¡Qué alegría, saber que en cada hora
algo que está viniendo
nos espera!
Como un campanario,
canta la alegría
cuando satisfecho el corazón
y el tumulto brota de la melodía,
de la carcajada,
claro borbollón.
Caricias a mi corazón
que hacen reír, cantar,
y la risa retoza
como un potro altanero y gentil.
¡Lástima que la vida se alboroza
pocas veces así!
Caricias a mi corazón,
con tus manos como plumas
dibujas tu amor con pasión
y suavidad de jazmines.
Mis formas inanimadas
viven, tiemblan,
se hacen carne bajo el cincel
embebido de tu pasión noble y pura.
¡Qué sensación tan profunda
arrancas de mis entrañas!
¡Qué grito de amor desgarra
de mis poros y mi sangre!
Caricias a mi corazón,
me haces temblar de amor
al sentirte a mi lado,
eres dulce, tierno,
suave como terciopelo,
y leve, como tul de encaje.
Caricias a mi corazón
que desgarran besos,
que dibujan nuestros rostros asombrosos,
iluminados de placer y alegrías sin par.
Secretos inconfesables
Secretos
inconfesables,
perdidos
entre mil pétalos
blancos,
amarillos y rojos
que
colman mi campo
como
manto entretejido
de “te
quiero y no te quiero”.
Son
conciertos
de
notas aterciopeladas
moviendo
a ratos el sauzal
y
después tornándose
a la
quietud hecha de amores perdidos
y
hallados sin saberlo
entre
cantos y sentires.
¡Oh,
vientos del jardín de los recuerdos!,
desde
el fondo soplad,
trayéndome
los secretos inconfesables
que los
quiero recordar.
Entre
albas transparentes
vestidas
de ilusión,
cuyos
llantos sin causa
derramaron
sobre las flores,
mi
inocencia pasó.
Secretos
inconfesables,
tengo
pétalos en los labios
y
palabras escarlatas
que
jamás he intentado pronunciar.
Tengo
secretos inconfesables,
que de
tanto guardarlos,
los he
perdido
entre
mil pétalos blancos
que mis
ojos viajeros del tiempo,
cansados
de pronosticar,
se
diluyen
entre
este mar de añoranzas perdidas.
Tengo
pétalos
pegados
en mis sienes,
en mi
pelo, en mis manos,
en mis
yemas,
como
plumillas
que
escriben sueños, nácares, tesoros…
Tengo
pétalos,
suaves
pétalos carnosos
de mis flores
preferidas,
debajo
de mis pies,
recorriendo
el gran sendero blanco,
amarillento,
de mi nido de amor.
Invierto
en el presente,
apuesto
a futuro, a poesía
y floraciones
perennes,
a todos
los secretos inconfesables
por
amor,
a los
pensamientos cárdenos de la vida.
Tengo
en suma
un chal
de pétalos tejidos
y
destejidos de flores deshojadas,
alegres,
coloridas,
al que
accedo una y otra vez
por
éste y otros poemas
inspirados
por ti, mi amor.
Secretos
inconfesables,
perdidos,
desperdigados
en el
manto de flores mágicas
de mi
lecho de ilusiones
de amor
por ti,
irradian
el fulgor que seca
las
fuentes de mi llanto.
En sus
pétalos te recuerdo
y
amorosa te exalto,
mientras
en la tarde
te inclinas
en tus largas manos
y te
envuelven como tules
que en
tu pecho se derraman.
Secretos
inconfesables,
manantial
de dicha
que
suave se extiende
entre
caminos y senderos
remontando
los sueños
a las
nubes altas
como
río de la música,
llovizna
de suaves pétalos,
que
serenamente,
por
dentro, nos abrazan.
Agobiante
Agobiante,
azotada
por fuerzas temibles,
me
siento zarandeada
como
marioneta al viento,
me
empujan,
me
arrastran,
me
hacen temblar,
me inclino
hacia la madre tierra
buscando
refugio
y la
invisibilidad.
Agobiante,
¿por qué los signos maléficos,
las sombras oscuras,
las envidias inevitables,
no me
abandonan
y me hacen dudar
de mis
actos,
los que
creo venturosos,
dignos,
necesarios?
Agobiante,
mi vida
serena
dejó de
serlo,
me
acosan sucesos siniestros
que mi
alma rechaza,
se cierra
como
pétalos de la flor
que no
alcanzó a ser fruto.
¿Dónde
está la humildad,
la solidaridad,
la ayuda mutua,
tan necesarias
para
crecer
y amar
hasta el infinito?
Agobiante,
es
vivir entre errores,
sin culpas,
en
equívocas ideas,
entre heridas
que
como saetas finitas
con
espinas de rosas
se clavan,
hundiéndose en mi alma
y dejándome exhausta,
triste,
solitaria,
sin mí
misma,
vacío
el espacio de mi mundo interior
pero
siempre,
defendiendo su verdad clara
y pura,
plena
de amor
aún
sangrante.
Agobiante,
quiero
volver al mundo
de las
sonrisas
que se
despiertan cada día
al
clarear el alba,
al
mundo mágico de las almas puras
y
plenas de amor
que me
rodeen
y giren
en vueltas eternas,
los Ángeles áureos
protegiéndome
del mal,
la traición,
la
mentira.
¡Bendita
es la vida con amor,
existencia
prodigiosa
sin
recuerdos dolorosos,
sin
memorias sufrientes!
¡Vivir
de frente
hacia
ese dónde
que nos
conduce a la paz de alma,
queriéndolo,
buscándolo!
Agobiante,
necesito
estar acompañada
por las
ansias de ese inmenso querer
de
estar conmigo,
riendo,
danzando,
cantando
en cada
segundo
de mi
vida.
Ir
hacia el paraíso
de los
tiempos del alma
y renacer
las palabras de amor escondidas
en la
memoria de tiempos ya idos,
frases,
poemas,
sílabas entrelazadas
que
corren hacia el papel
que las
espera dormido
en una
somnolencia de luces apagadas
que comienza a vibrar
al
recibirlas ansioso
y
expectante.
Mi
cielo se está
volviendo nítido,
todo
alado de olvido,
lleno de esperanzas en vuelo,
ahora
comienzo a vivir
el Hoy,
conmigo misma.
¡Qué
dicha vivir en la dicha,
plena,
del
estar sin vagar
y sin
rumbo,
sólo
vivir en gozosos instantes
que
nunca serán iguales!
¡Toda
la vida es única!
vivámosla en los días
y horas
en que
fuimos felices,
lejos
del agobiante dolor
que pudo rozarnos.